Como médico le preocupa el funcionamiento del sistema de salud, para el cual pide regulaciones útiles. Como ex capitán de Los Pumas, afirma que hay que recordar los valores fundacionales de ese deporte. Pablo Garretón dice que las múltiples actividades que ha desarrollado en su vida se resumen en el concepto de vocación de servicio. Médico neurocirujano, rugbier desde los 7 años, ex capitán de Los Pumas, es el mismo que condujo por tres años el Centro médico Carrillo, de Yerba Buena, y el que con un grupo de colegas protagonizó la aventura de una maratón de 32 días para juntar fondos para construir un centro médico, que todavía es un sueño pendiente. Mientras tanto, sigue conciliando otros sueños más a la mano: acaba de ingresar, por estricto concurso, al Colegio de Argentino de Neurocirujanos y desarrolla una tarea de concientización en el club de sus amores, Universitario, sobre la necesidad de preservar en el rugby su característica fundacional de ser un deporte de caballeros.
– Usted ha trabajado en el área de la salud pública en Tucumán ¿Cómo la ve hoy?
– En mi opinión, el sistema, como está planteado, es deficiente. Creo que los recursos de los que se dispone son suficientes para tener un sistema de mejor calidad que el que tenemos. Me parece que lo que falta son regulaciones útiles. El médico no es un commoditiy. No es lo mismo cualquier pediatra, cualquier cardiólogo, que otro. No es lo mismo aquel que se ha formado mejor que otro. Muchas veces no es tan importante hablar de estadísticas -la realidad cuantificada- como de la calidad: calidad que está dada por tener muy buenos recursos humanos, y muy bien pagos. Lo mismo pasa con las consultas. Puedo tener 10.000 consultas pero no un alto índice de eficacia en la resolución de problemas. Los números solos, sin estar articulados con la calidad, carecen de valor.
– ¿Por qué no funciona el sistema?
-Porque está descompensado; al no existir estas regulaciones, pueden sobrar especialistas en una determinada especialidad y faltar en otros. En Tucumán sobran profesionales para el sistema de salud que tenemos. Eso los lleva a tener que andar trabajando en muchos lugares, para poder sobrevivir. A eso me refiero cuando digo que faltan regulaciones útiles, que en parte consisten en poner una oferta de calidad en función de la demanda. Creo que falta un sistema de licencias médicas que le pueda garantizar a la gente la idoneidad del médico. Y que hay que generar concursos limpios para ingresar al sistema. Muchos profesionales no vuelven a Tucumán porque no encuentran esas posibilidades.
-Pasemos a su otra pasión : ¿haber sido capitán de Los Pumas es lo más importante que le pueda pasar a un rugbier?
– Es un honor enorme, así como lo es haber logrado ingresar, luego de dos años de un riguroso proceso de evaluación, al Colegio Argentino de Neurocirugía. Del rugby me retiré en mi mejor momento deportivo, porque tenía que dedicarme a mi residencia.
– ¿Qué perfil debe tener un capitán?
– Un líder es sinónimo de servicio; podría parecer contradictorio, pero liderar es una cosa sencilla si se lo hace con espíritu de entrega. El rugby es una herramienta de formación humana. Cuando nació el rugby, en 1567, en un colegio anglicano, su espíritu era: hay que convertir a esos salvajes en caballeros; los vamos a hacer jugar al rugby, pero fuera de la cancha vamos a hacer que se comporten como caballeros. Les iban transmitiendo 75 valores universales, entre los cuales están la justicia, la templanza, la prudencia…
– Pero visto desde afuera parece un deporte violento…
– Sí, es un deporte que luce un tanto violento. Pero, a diferencia de otros deportes que no son de contacto, está preparado para la fricción. Hay deportes que no son de contacto y que reciben contacto físico, y en los que sin embargo se generan más lesiones.
– El rugby es una escuela de vida…
– Exactamente, y si no lo es para alguien, entonces no sirve para nada.
– Hay mucha gente que no parece entenderlo así…
– Sí, pero esas son cuestiones ajenas al rugby que se han infiltrado en el rugb. Pero que no tienen nada que ver con el rugby, como la violencia y el alcohol. En los últimos dos años he andado por el país tratando de que se conjuguen el juego, el espectáculo, con el espíritu del rugby. Habría que profesionalizar la gestión de un rugby amateur muy bien vivido; y quienes sean profesionales del rugby deberían, a su vez, experimentar un alto espíritu amateur, que es de donde sacan la ventaja. Los jugadores de Los Pumas han experimentado valores de tenacidad, de tolerancia, de flexibilidad, de coraje y de perseverancia en un tono altísimo, y por eso creo que han logrado lo que han logrado.
-¿Se soslayó la ética cuando se profesionalizó el rugby?
– Se hipertrofió el juego, tanto en número como en complejidad. Y los métodos tradicionales de transmitir de generación en generación los 75 valores del rugby con el ejemplo – tema sobre el cual estoy escribiendo un libro – no siguieron el mismo ritmo. El año pasado, después del Mundial en el que jugaron Los Pumas, llegó al rugby mucha gente nueva. A esa gente, aparte de enseñarle a pasar la pelota, hay que enseñarle los valores.
– En el espectáculo del rugby llama la atención el ritual del HAKA
– Lo ejecutan los All Blacks; son danzas guerreras típicas, y pertenecen al folklore. No tienen la intención de intimidar a nadie. Aunque intimidan, de hecho.
-¿Es así?
-Y bueno…ser valiente no es no tener miedo sino poder controlarlo. Cuando se te paran adelante 15 All Blacks y te hacen el jaca, hay que controlar mucho el temor para no salir corriendo.
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