En una muy rica entrevista, el notable wing de los Springboks y los Bulls sudafricanos, relató cómo fueron sus comienzos dentro del rugby, y cuáles fueron los factores que lo acercaron a él.
Su apellido pasó a mezclarse entre los más destacados del mundo del rugby, después de la merecida consagración que los Springboks sudafricanos alcanzaron en Francia, durante el Mundial llevado a cabo hace un año y medio.
Allí, Bryan Habana sorprendió a todos por su indiscutible contundencia ofensiva, y a partir de entonces no dejó de ser considerado como uno de los principales exponentes de nuestros tiempos.
El wing, sin embargo, no siempre estuvo ligado a este deporte. Su pasión por el rugby se originó a partir del Mundial de 1995, por las notables actuaciones de Francois Pienaar y el espectacular impacto que tuvo la consagración de los Springboks en su propia tierra.
Antes de eso, Habana jugaba al fútbol y soñaba con llegar a integrar algún día el primer equipo del Manchester United.
En esta entrevista, brindada al periódico inglés Daily Telegraph, el atacante de los Bulls relata cómo fue produciéndose su unión con el rugby; de qué manera se dio su evolución, y cómo es su realidad actual, la cual no sólo se caracteriza por sus actuaciones dentro de una cancha, sino también por sus actividades solidarias fuera de ella.
– ¿En que escuela realizaste tus estudios?
– Estudié en la escuela King Edward VII, en Johannesburgo (allí estudiaron también otros 150 jugadores que más tarde representaron a Sudáfrica). La primaria la hice en Meredale, al sur de Johannesburgo.
– ¿Qué deportes hacías?
– Yo nunca jugué al rugby en la escuela primaria. En Meredale fui siempre un adepto al fútbol (sus padres lo nombraron Bryan Gary Habana, por los jugadores del Manchester United, Bryan Robson y Gary Bailey). Mi amor por el rugby se originó al ver jugar a Francois Pienaar, y también debido al Mundial que se desarrolló en Sudáfrica, en 1995. Hasta ese entonces jamás había jugado al rugby en la secundaria; siempre había optado por el atletismo, por ser velocista.
– ¿Cómo fue progresando tu carrera rugbística?
– A los 12 años comencé como medio scrum en el equipo G de la escuela. El rugby era muy fuerte y muy popular, y nosotros contábamos con varios equipos, A, B, C, D y así sucesivamente hasta llegar al G, donde yo estaba. Debo haber jugado algo bien, porque rápidamente pasé al equipo D, después al B, y finalmente al A. Posteriormente pasé de medio scrum a centro, y luego llegué a ocupar una plaza como wing. Fue ahí cuando mi carrera realmente empezó. Inmediatamente sentí el valor de este juego, de la importancia que le da al sentido grupal, y de lograr cosas junto a tus compañeros.
– ¿Quién era tu héroe deportivo por aquel entonces?
– Yo realmente no tuve ningún ídolo deportivo, sino hasta 1995, a la edad de 12 años. Yo quería jugar al fútbol en el Manchester United, pero el punto de quiebre lo tuve realmente en la Copa del Mundo de Rugby de 1995. Antes de eso no había tenido ninguna gran experiencia con esta disciplina.
– ¿Qué pasó?
– Mi papá me sacó de la escuela y me llevó a ser parte de esa fabulosa experiencia. Me llevó hasta Ciudad del Cabo para ver a los Springboks ante Australia, en el partido que inauguró el Mundial, y también a Johannesburgo, para ver la final en Ellis Park.
– ¿Cuáles son tus recuerdos?
– Sudáfrica saliendo campeón y también Nelson Mandela celebrando y uniendo ese mismo día a 46 millones de sudafricanos.
– ¿Quiénes son las personalidades de este deporte que llegaste a admirar?
– Cuando pasé a transformarme en un seguidor del rugby, mis ídolos comenzaron a ser varios, el medio scrum australiano George Gregan, el medio scrum sudafricano Joost van der Westhuizen, y los All Blacks Jonah Lomu y Tanta Umaga. También sentía mucha admiración por Victor Matfield y Bakkies Botha. Todos esos jugadores fueron especiales y realizaron enormes contribuciones para mejorar este deporte.
– ¿Qué le puede enseñar el rugby a los más chicos?
– El rugby es un juego que uno aprende porque realmente lo ama, y no porque quiera pagar por él. Uno no puede ponerle un valor a esto. Los chicos reciben una motivación increíble gracias a este deporte. Aprenden la importancia del trabajo en equipo, del respeto a los tiempos, desarrollan habilidades físicas, y aprenden también a comprometerse. Son todos mensajes bien claros.
– Los Lions y Sudáfrica son duros rivales en la cancha. Pero fuera de ella están programando acciones solidarias realmente importantes.
– Sí, así es. Por ejemplo, yo decidí unir fuerzas con Jason Robinson, el ex British Lion, miembro del IRB SOS Kit Aid. Este programa realizó muchas donaciones en escuelas del Reino Unido y ahora realizará las mismas acciones en Sudáfrica. Estas cosas tienen un gran impacto aquí. Es grandioso poder ver que muchos chicos pueden alejarse de problemas serios en la calle, gracias a la bienvenida que les brinda la familia del rugby. El rugby está cambiando la vida de muchos chicos en Sudáfrica, especialmente en áreas donde la vida es muy difícil, y está creando sueños donde antes había desesperación.
Daily Telegraph
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