A través de la escritura – su gran pasión – Sebastian E. Perasso, encuentra en esa forma de expresión, un canal para tratar de hacer una contribución cierta hacia el juego. Su capacidad de observación de la realidad del deporte, y del rugby en particular, sumada a su vasta experiencia en el juego, lo colocan en un lugar privilegiado para desmenuzar la problemática del deporte del rugby.
“El coach debe crear el clima emocional para el aprendizaje. Ninguna máquina por mas sofisticada que sea puede hacer ese trabajo.” Haim Ginnot
1.- Forma de reducir las tareas directivas
En el rugby infantil la tarea organizativa del entrenador cumple un rol primordial.
En cualquier escenario en el que estén involucrados niños que practican deporte es habitual que la desorganización y el caos se apodere de la escena si se carece de pautas de organización que sean claras y a la vez respetadas por todos.
Dentro de ese contexto, se pierda un tiempo muy valioso en labores que no corresponden propiamente a la enseñanza.
En rigor, el entrenador deberá tratar de ser organizado, lo que implica optimizar el tiempo con el que cuenta y darle valor.
Es cierto también que el entrenador convive con un panorama engorroso, ya el tiempo es sumamente limitado y las tareas suelen ser interminables.
En ese sentido, aprovechar el tiempo con que se cuenta es de suma importancia a fin de desarrollar la tarea de entrenar de una forma ágil y eficiente.
En aras a ese propósito existen algunas medidas que contribuyen a optimizar el tiempo de entrenamiento para que se dedique el mínimo tiempo posible a “tareas de dirección”.
En un deporte amateur como el nuestro, donde el tiempo es tan limitado, se debe planificar de manera tal que se dedique la mayor parte del tiempo a “tareas no directivas o de enseñanza”, con el propósito de optimizar el aprendizaje del jugador.
Alguna de las formas de reducir las tareas directivas son las siguientes:
1º) Establecer rutinas de organización:
Que los jugadores incorporen la misma rutina y que éstas sean llevadas a cabo en forma conjunta, contribuye en gran medida a optimizar el tiempo.
Ejemplo: Que los jugadores una vez terminado el entrenamiento físico, se dirijan directamente al vestuario a ponerse los botines sin necesidad de reunirlos e indicarles esa tarea; o que los jugadores sepan de antemano que deberán reunirse en circulo alrededor del entrenador en el medio de la cancha.
2º) Avisos y recordatorios:
Los avisos y recordatorios son palabras clave que recuerdan a los jugadores lo que se debe hacer en un momento determinado.
Ejemplo: si el entrenador grita “grupo”, ellos deben saber que deberán reunirse entorno a él.
3º) Fluidez en la comunicación:
La fluidez en el rugby infantil es esencial y se logra tratando de evitar las interrupciones o explicaciones extensas que no van a lo esencial de la cuestión.
En los niños, el periodo de atención es muy breve por lo que no se debe ahondar en explicaciones o en temas menores que no van a lo sustancial.
Como entrenadores sabemos que la atención de los niños no solo es breve sino también precaria, porque puede quedar afectada en cualquier momento por factores externos. En función de ello hay que tener un discurso sencillo, claro y breve.
¿Como reducir las tareas directivas?
Algunos “tips” que contribuyen a disminuir las tareas que hacen a la organización de los entrenamientos son los siguientes:
1) Cada juego debe que tener un nombre:
Ello es así para que los jugadores recuerden lo que se debe hacer. De esa manera no abundaremos en explicaciones cada vez que debamos hacer un ejercicio.
El nombre debe ser sencillo, alusivo y fácil de recordar.
Algunos ejemplos: “el callejón”; “dos perros para un hueso”; “el pulpo”, etcétera.
2) Saber el nombre de los jugadores:
Es fundamental que los coaches sepan el nombre de sus jugadores no solo por una cuestión organizativa, sino también para generar atención del niño e involucrarlo en el mensaje que se pretende transmitir.
Los chicos se sienten involucrados y valorados si hay conocimiento de su persona. Ello los hace sentir importantes.
3) No separar por nombres sino por ubicación:
En los equipos infantiles que son muy numerosos, muchas veces enfrentamos un panorama complejo cuando se trata de dividir a los jugadores para comenzar la práctica deportiva.
En ese sentido, existe un error recurrente que consiste en separar a los jugadores de manera preestablecida, leyendo los nombres de cada uno para de esa manera separar por grupos y dividirlos.
El primer inconveniente radica en que el número de jugadores presentes en cada sesión de práctica difiere de manera notoria cada fin de semana. Ello responde a motivos diversos. Ejemplo: condiciones climáticas, lejanía del club donde se realiza el encuentro, horario del partido, etcétera.
Es posible que los vaivenes emergentes de dichas circunstancias hagan mutar un grupo numeroso que semana tras semana va de los 60 a los 120 jugadores.
Es imposible conocer de antemano quienes son los jugadores que estarán presentes. En consecuencia todo aquello previsto de antemano puede ser imposible ponerlo en práctica.
En efecto, todo lo que se pretenda organizar con antelación por lo general de desvanece a la luz de los hechos.
Dentro de ese contexto la forma de separar los distintos grupos de jugadores implica alinear a todos los jugadores sobre un lugar (ejemplo: sobre la línea del ingoal) y contar grupos de 10 por ejemplo para de esa manera separarlos de una manera mas ágil y veloz.
4) Precisar la cantidad de jugadores:
A los efectos de una correcta organización, el entrenador debe ser muy cuidadoso con el número de jugadores que tiene a su cargo durante el entrenamiento o el partido.
En el rugby infantil menor y en el marco de circunstancias ideales durante un entrenamiento el número máximo de jugadores debería ser de diez por cada colaborador.
Durante el partido, debemos atender la necesidad de darles a los jugadores un marco de atención y contención, además de la posibilidad de que intervengan de manera activa.
En función de ello la cantidad de jugadores por equipo debería respetar la siguiente escala:
– M 6-7-8-9 años (7 jugadores)
– M 10 -11 años (9 jugadores)
– M12 – 13 años (13 jugadores)
– M14 años (15 jugadores)
5) Atender la duración de los partidos:
Atendiendo a las características propias del niño y su edad cronológica la duración de los partidos y/o entrenamiento no debería quedar librada a la valoración personal de quienes colaboran.
Más allá de que los niños cuentan con periodos de atención muy cortos, esta comprobado que un jugador cansado es mucho más propenso a lastimarse.
Las estadísticas indican que un jugador que esta cansado tiene un riesgo mayor a sufrir lesiones físicas.
En ese contexto los entrenadores deben atender esas circunstancias y respetar la duración de los entrenamientos y la cantidad de tiempo de juego a fin de asegurar lo más importante: su integridad física.
A continuación, las recomendaciones de “tiempo de juego” de acuerdo a la edad de los jugadores y teniendo en cuenta sus aspectos fisiológicos y psicológicos.
6) Conocer el reglamento de rugby infantil:
A los efectos de una buena organización general los entrenadores deben tener presente aquello que sus jugadores pueden hacer y lo que esta prohibido.
El reglamento de rugby infantil constituye una herramienta para el entrenador y su consulta es indispensable.
7) Conocer el protocolo de emergencias médicas:
Como entrenador debemos conocer nuestro rol y ser cuidadosos en involucrarnos en asuntos en los cuales no estamos preparados ni capacitados.
3.- Su rol como referee
En el rugby infantil el entrenador cumple una función adicional que consiste en tomar el rol de árbitro o referee en cada cita rugbística.
En ese sentido es importante que el entrenador-referee conozca cual debe ser su perfil en la conducción de un partido de rugby.
Si es demasiado riguroso posiblemente el juego carezca de frescura; será lento y la tan ansiada continuidad se vera menoscabada.
Así los jugadores perderán concentración y los niveles de atención serán muy bajos.
Por el contrario, si el referee es demasiado permisivo, posiblemente se le escape el control del partido y muestras de desencanto afloraran en los jugadores por sentir un rapto de injusticia en sus decisiones.
Así las cosas, encontrar el equilibrio en la conducción debe ser el desafío.
El entrenador-referee deberá ser un “facilitador del juego” y deberá aprovechar cada intervención para prevenir, advertir, enseñar, educar y corregir, según las circunstancias.
La tarea del árbitro debe apuntar a resolver con éxito algunos puntos básicos, a saber:
Antes del partido:
– Revisar con los jugadores algunos asuntos reglamentarios (tackle, hand-off, pase hacia adelante)
– Aunar criterios con entrenadores de ambos equipos.
Durante el partido:
– Dirigir el partido observando, advirtiendo, explicando y enseñando en cada ocasión propicia.
Después del partido:
– Instalarlos a saludarse.
En la página de Espartanos, la ONG que revolucionó las cárceles utilizando al rugby como herramienta de educación e inserción social para los presos, hay un video corto...
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