Martín juega en el equipo de rugby Los Murciélagos de Almafuerte. Tiene un retraso mental pero eso no le impide ingresar en los partidos de la categoría M17 y allí sucede lo mejor: los rivales le permiten hacer el try en un momento mágico.
El momento es mágico. Dura unos cuantos segundos, pero hace que todos los que están allí presentes sientan que la vida vale la pena. Y el rugby, mucho más.
Esto sucede cuando Martín Palau, un joven de 21 años con una discapacidad intelectual y de habla, ingresa en la cancha para jugar con Los Murciélagos, el club de rugby de la localidad de Almafuerte (a 100 kilómetros de la capital provincial).
Cuando Martín entra en los partidos de la categoría M17, arranca ese instante que provoca la emoción en todos los presentes.
Casi sin que haga falta decir nada, y más allá de que el partido sea muy peleado, los jugadores de un lado y del otro entienden que es el momento de Martín.
Así lo viven quienes están allí presentes, mientras Martín disfruta de esos segundos en el que el mundo y la guinda son suyos.
“Martín tiene un retraso, tiene un problema en el habla, pero él es deportista desde muy chiquito. Arrancó jugando al básquet, y después el mismo presidente del club CAJU lo llevó un día a una práctica de rugby. Y se re engancho. No falta a una práctica. A veces llueve y suspendemos la práctica y hay que hablarle a la madre, porque se viene en bicicleta abajo de la lluvia. Lo vamos a buscar a la casa y hacemos toda la movida para que esté. Es un ejemplo”, cuenta Pablo Colomba, el entrenador del club, ante Día a Día.
“Nosotros somos un club en formación, hace un año que estamos trabajando, hacemos peñas, eventos y da el ejemplo. Es el primero en venir a colaborar y el último en irse”, agrega Pablo.
“Hace un try Martín y son todos abrazos. No importa si los chicos van perdiendo. Una vez que entra a la cancha se termina la rivalidad entre los equipos… Se me pianta una lágrima cuando entra y juega ese ratito. Los chicos del otro equipo le dejan hacer un try. Ya deben ser 10 partidos que pasa esto. Nadie se aguanta las lágrimas. Él llega al fondo, al in goal, y no es que la apoya… Hace palomita, se tira y da como dos vueltas con la pelota. Y saluda como basquetbolista, quiere chocar los brazos con todos. Es un desgraciado”, relata Colomba sobre este momento, que fue fotografiado por Maxi Pécora, ex jugador del club y aficionado a las cámaras.
Hasta hace un tiempo, Martín estaba trabajando en un supermercado con un PPP, ya que tiene un origen muy humilde. “No le cobramos la cuota, vino a hablar su abuela y nos dijo que no podía pagarle. No hubo problema. Es muy humilde… Siempre viene y te da un abrazo y un beso. Te paga los esfuerzos que vos hacés por el club. Tiene esas cosas de cariñoso, esos arranques que te sorprenden”, cuenta Pablo y agrega: “Tiene problemas para hablar… Pero hace bastante que está con nosotros, siete, ocho meses. Lo han adoptado todos. Lo respetan muchísimo y se hizo querer”.
Por eso, porque lo quieren y lo han incluído, es que todos esperan cada partido su ingreso.
Ese momentito en el que Martín agarra la guinda y va derecho hacia el try.
En ese ratito, la vida vale la pena.
Por Hernán Laurino (http://www.diaadia.com.ar/)
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