Recientemente la UAR hizo conocer las variaciones experimentales que se pondrán en práctica a partir del corriente año en los torneos organizados por la entidad madre en el corriente año conforme la autorización de World Rugby.
Ricardo Bordcoch, integrante del comité de referees de la World Rugby, quien posee un extenso Curriculum a partir de su experiencia como árbitro local, nacional e internacional, se expresó sobre las nuevas modificaciones del scrum a través del siguiente comunicado:
Ello ha dado lugar a comentarios de la más variada índole, algunos fatalistas que decretan lisa y llanamente la muerte del juego como lo conocemos, y otras menos extremas, pero igualmente críticas a la par de quienes ven con buenos ojos el experimento.
Indefectiblemente me surgió la necesidad de aportar al debate desde mi posición que a lo largo de los años ha ido de jugador a entrenador, referee y dirigente por casi todos los escalones, lo cual me permite brindar una aproximación integral y ponerla a consideración de quienes se interesen en el tema.
Primero un poco de historia. En algún momento de mi vida como jugador, me llegó la oportunidad de conocer y poner en práctica el “empuje coordinado”, técnica de la que disfruté como segunda y tercera línea, conociendo en detalle su mecanismo, con una salvedad, cada vez que la pusimos en práctica nunca nos interesó provocar el colapso del scrum, todo lo contrario, las instrucciones a nuestros primeras línea siempre fue evitarlo a toda costa, aún reteniendo a nuestros adversarios para que no cayeran ni abandonaran la formación. Es claro, nuestro interés era empujarlos y el derrumbe lo evitaba.
En esa época, el momento más peligroso en el juego del scrum era el proceso de asimiento, ya que no había reglas para la distancia y el ingreso solía producirse carga de por medio, lo cual fue la matriz generadora de quienes resultaron afectados por lesiones entonces. Hoy con las regulaciones existentes ese aspecto ha sido solucionado, sin embargo las lesiones pasaron a ocurrir en el momento de la disputa del scrum.
Han pasado varias décadas desde entonces y no sólo la disputa del scrum ha cambiado, a lo largo de los años el juego ha evolucionado, siguiendo certeros parámetros fijados por precisos legisladores, generando un aprovechamiento integral del tiempo que hoy exhibe altísimos guarismos de juego neto.
Un área que se ha resistido a esta metamorfosis ha sido el scrum. Las estadísticas muestran que hoy se juega un promedio de doce scrum por partido, pero solo tres, resultan exitosos en cuanto a la posibilidad de generar una pelota jugable, mientras que el proceso insume veinte minutos del partido. Un cuarto del partido se emplea exclusivamente para lo que es el proceso de adjudicación, formación, disputa y utilización de la pelota en el scrum, pero sólo se logran jugar tres pelotas.
Aunque los puristas del scrum no lo compartan, está claro a mi juicio, que hay un desperdicio en el tiempo de juego en detrimento de otros aspectos del mismo.
Por otra parte, el empuje de 1,5 metros permitido en la variación experimental, aparece como suficiente ventaja táctica y estratégica que, de aprovecharse debidamente, implica una posibilidad concreta para el desarrollo del ataque. De hecho esa distancia, sumada a la obligación de los tercera líneas de no abandonar la formación, como el terreno cedido por la marca externa para respetar la distancia reglamentaria del scrum, genera un espacio suficiente para realizar maniobras evasivas de la defensa. Sin perjuicio de poner de manifiesto que el equipo atacante no tiene ninguna limitación en materia de distancia para el empuje cuanto el scrum se disputa en cinco metros, lo que asegura la posibilidad de aprovechar esa instancia como oportunidad para marcar puntos.
En definitiva las variaciones experimentales no aniquilan el scrum, sino que exigen que su desarrollo se ajuste al tiempo disponible en el partido en proporción a la cantidad de veces que se ordena su disputa, lo cual me parece más justo que todo el tiempo insumido por colapsos y sucesivos reseteos, sin importar la razón por la que se produzcan.
Finalmente cabe acotar que cuando un scrum establece superioridad sobre otro generando su desplazamiento, los integrantes de la formación que retrocede lo hacen en forma desordenada por el empuje de sus rivales, siendo particularmente difícil lograr un retroceso coordinado, ya que ello queda imposibilitado precisamente por la inercia generada tanto por el avance del otro equipo como la falta de destreza para ello, pues a fuer de sinceridad, nadie entrena en tal escenario. Y demás está decirlo, pero esa situación se presenta ideal para generar riesgo de lesiones en las filas de los que retroceden.
Creo que es momento de poner en práctica las variaciones experimentales y sacar toda la información necesaria para contar con nuevos elementos de juicio que permitan una nueva valoración y en tal caso adoptar las decisiones que resulten apropiadas. Sin apresuramiento ni prejuicios.
Ricardo G. Bordcoch
En la página de Espartanos, la ONG que revolucionó las cárceles utilizando al rugby como herramienta de educación e inserción social para los presos, hay un video corto...
Leer Más