A través de la escritura – su gran pasión – Sebastián E. Perasso, encuentra en esa forma de expresión, un canal para tratar de hacer una contribución cierta hacia el juego. Su capacidad de observación de la realidad del deporte, y del rugby en particular, sumada a su vasta experiencia en el juego, lo colocan en un lugar privilegiado para desmenuzar la problemática del deporte del rugby.
Guardianes de los valores y tradiciones
No creo faltar a la verdad si digo que el mayor desafío del rugby moderno es el de conservar inalterable y con absoluta vigencia los valores y las tradiciones que rodean al juego. Ambos constituyen la esencia de este deporte, nuestro tesoro más preciado y nuestro elemento distintivo por excelencia.
De nada servirá que el rugby se propague por todas partes y llegue a todos los rincones del planeta si no conserva sus bondades, sus caracteres esenciales, que lo hace un deporte grandioso y a la vez único.
Ese desafío lo debemos llevar adelante sin claudicaciones de ninguna índole, sabiendo ciertamente que mantener la salud del juego dependerá absolutamente de nosotros. De lo que hagamos o dejemos de hacer.
El profesionalismo en el rugby, declarado abiertamente luego del mundial de Sudáfrica en 1995 cambió para siempre el escenario en la que esta inmerso nuestro deporte. Sin embargo, como miembros activos del rugby amateur seguimos conservando las riendas de nuestro destino. Ello es así porque el rugby amateur involucra a más del 99% de los jugadores de rugby del planeta, lo cual significa que la salud del juego esta en nuestras manos.
El profesionalismo, muchas veces ha sido mirado con recelo y desconfianza por muchos dentro de nuestro ambiente. Pero al margen de la apreciación personal que de él se tenga, seguramente todos tenemos una misma certeza. El profesionalismo es una posibilidad inigualable para difundir el juego. Y ello, debe ser bienvenido porque constituye una noticia auspiciosa para todos.
¿Es bueno o malo el profesionalismo? ¿Debemos estar a favor o en contra del profesionalismo? son preguntan que me transmiten con frecuencia.
Mi respuesta a un tema sensible y delicado como pocos va también en forma de pregunta ¿un cuchillo es bueno o malo? No es bueno ni malo, es una herramienta que bien utilizada puede salvar vidas, pero que mal utilizada puede incluso matar…
Estimado lectores, el profesionalismo no es bueno ni malo, es una realidad palpable e innegable y frente a esa realidad lo importante es como debemos actuar, la manera o la forma de vincularnos con nuestro deporte.
Si lo consideramos una amenaza es posible que nos paralicemos, nos quedemos inmóviles, indefensos y no actuemos.
Por el contrario, si consideramos el profesionalismo como una oportunidad, como una chance inmejorable para fortalecer y reafirmar nuestras convicciones y nuestros principios, entonces estaremos plenamente activos y movilizados. Pero volvamos al comienzo. Al margen de la opinión que cada uno tenga, esta claro que el profesionalismo es una oportunidad extraordinaria para expandir y multiplicar el deporte en todo el mundo. Ése es un dato irrefutable y a la vez auspicioso que debe ser bienvenido.
¿Cómo defender los valores y las tradiciones?
Asumiendo cada uno su cuota de responsabilidad. Sabiendo que debemos tomar una actitud participativa.
Debemos asumir el compromiso de mantenernos plenamente activos y movilizados a fin de tratar de colaborar en la preservación de los valores y tradiciones. Por ello, todo lo que hagamos a fin de prevenir conductas inapropiadas y de crear conciencia respecto de la importancia de mantener viva la filosofía del rugby resultará fundamental a fin de no equivocar el rumbo que llevamos como deporte.
Se trata, en rigor, de robustecer los principios y convicciones del juego y sus protagonistas, porque indudablemente ello redundará en el fortalecimiento de los cimientos o pilares en los que se apoya toda la estructura de nuestro deporte.
¿A que no referimos cuando hablamos de valores?
Al valor del respeto en primer lugar, pero también a la disciplina, la honestidad, al espíritu de sacrificio y la solidaridad.
En un deporte de contacto como el rugby, el juego no puede estar exento de buena fe, autocontrol, respeto y altas dosis de caballerosidad. De lo contrario este deporte lisa y llanamente desaparece.
¿Cómo defender las tradiciones?
Dándole la entidad e importancia que se merece la figura del tercer tiempo. El tercer tiempo es unos de nuestros elemento distintivos y forma parte de nuestras tradiciones mas añejas. Por ello, debe ser defendido y conservado inalterable.
Honrar la figura del tercer tiempo es querer que el rugby continúe siendo un vehículo de comunicación y cercanía que rompa barreras, multiplique vínculos y genere la magia del conocimiento. En la actualidad, asistimos a un panorama distinto al de varias décadas atrás.
Las relaciones son más superfluas y menos profundas, y el tercer tiempo no esta ajeno a ese cambio en el comportamiento de la gente y especialmente de la juventud.
En un mundo que gira a gran velocidad representa un desafío mayúsculo conservar esa tradición tan propia del rugby en la misma forma e intensidad que el pasado.
Los lazos entre compañeros y rivales tienen otra intensidad y grado de cercanía, por lo que la posibilidad de entablar vínculos estrechos es mucho más engorrosa. Volver a tiempos donde el tercer tiempo era una posibilidad de conocer a propios (compañeros) y extraños (rivales) es el propósito que debe trazarse la gran familia del rugby.
Para ello, nada mejor que permitir que el tercer tiempo sea un lugar de relación y de encuentro. Ése es el propósito. Y como dice ese gran docente del rugby argentino que es Ángel Guastella “tratar de dejar atrás esa música infernal que no nos permite conocernos y encontrarnos con nosotros mismos.”
Frente a ese cuadro de situación surge la necesidad imperiosa de tratar de dar vida a las relaciones humanas y a los vínculos entre los hombres de rugby. Una relación que debe exceder el ámbito del tercer tiempo y multiplicarse por todos los rincones que conforman la vida social del club.
Esta claro que el club no es solo un lugar físico, sino por sobre todo un habitáculo donde las relaciones entre su gente conforman lo más sagrado y el ADN de cada institución deportiva, porque “el club primero es su gente” y las relaciones que entre ellos se siembra.
El francés Marc Augé en su libro “Los no lugares, Espacios del Anonimato” acuñó el concepto del “no-lugar” para referirse a aquellos lugares donde se encuentran muchas personas aglomeradas, pero en el cual no existe ninguna interrelación en ellos.
Es el caso de un ascensor, un shopping, un aeropuerto, un supermercado o una autopista, por ejemplo.
Sostiene el antropólogo francés que esos lugares de transitoriedad no tienen la suficiente importancia para ser considerados como “lugares” porque son espacios antropológicos en los que las personas no se relacionan entre sí.
Volviendo a la realidad del rugby y su entorno, es necesario que el tercer tiempo, como también el propio club, sea un espacio donde los vínculos afloren de manera nítida, donde haya interrelación y contacto fluido con los demás.
En estos tiempos líquidos, caracterizados por la falta de comunicación, el aislamiento y la desconexión, la tarea a llevar adelante constituye una empresa difícil para todos. No obstante, debe encararse con energía, convencimiento y determinación.
La era moderna exige compromiso e involucramiento; requiere tomar una actitud plenamente activa para evitar que el juego se vea menoscabado en su espíritu. Debemos Inculcar en los niños la importancia de mantener vivos nuestros valores y tradiciones.
El mejor camino para defender y conservar nuestros principios fundacionales y valores es que todos seamos los custodios o guardianes del espíritu y la filosofía del juego. Ello implica no solo no realizar actos que la dañen o menoscaben sino evitar el accionar de terceros en ese sentido. Es decir cumpliéndola y haciéndola cumplir.
Asumir una actitud activa y participativa es esencial, sabiendo que mantener el rugby en condiciones saludables dependerá pura y exclusivamente de cada uno de nosotros…
Sebastián Perasso
Autor – Rugby Didáctico
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