En un viernes cálido en París y ante 80 mil personas en el majestuoso Stade de France, el seleccionado nacional empezaba a construir en el test inaugural de la Copa del Mundo de Francia una victoria histórica ante el local (17-12)
Cuando surja la pregunta de cómo el rugby argentino llegó al profesionalismo, al Rugby Championship, al Super Rugby, a la Sanzaar y a una multitud de negocios y auspiciantes, debe responderse como punto decisivo de inicio un partido del cual hoy se cumplen 10 años. A las 9 de la noche de un viernes cálido en París y ante 80 mil personas en el majestuoso Stade de France, el seleccionado nacional empezaba a construir en el test inaugural de la Copa del Mundo de Francia una victoria histórica ante el local (17-12) que sirvió para abrir un camino que culminó el 19 de octubre con una goleada (34-10) ante el mismo rival y así alcanzar el tercer puesto y coronar para siempre a los Pumas de Bronce.
Aquel día todavía conserva decenas de polaroids para los que tuvimos el privilegio de estar ahí. Los jugadores haciendo el precalentamiento con una remera negra y la leyenda “Blackie” en blanco, en honor al Negro Martín Gaitán, a quien un problema cardíaco grave lo había dejado al margen del Mundial a pocos días de su inicio; el himno, cantado con el pecho inflado y los ojos rojos de lágrimas y con cientos de argentinos llorando en las tribunas; la fiereza y concentración con la que se jugó desde el kick-off; el scrum yendo para adelante; la desesperación por tacklear; la presión asfixiante (Rodrigo Roncero y Mario Ledesma, primeras líneas, encima de la última pelota); la puntería de Felipe Contepomi; Patricio Albacete tratando de pescar una pelota con sus dientes; Lucas Borges y Horacio Agulla, los más chiquitos, tackleando como gigantes; el pié exquisito de Juan Martín Hernández; la conducción inigualable de Agustín Pichot; un banco de lujo.
Pero ese partido del que hoy se cumple una década tuvo otros hitos. El principal, el try de Ignacio Corleto. La jugada arrancó a los 25 minutos y 6 segundos, cuando Hernández puso una pelota al cielo. La embolsó Damien Traille, quien inició un contraataque, pero pronto se vio enfrente a cuatro argentinos. Se la dio a Remy Martin, que, apurado, la pasó sin mirar. Ahí estaba Agulla, que la tomó en lo alto. Rápido pase a Manuel Contepomi y éste, clínico, habilitó al tren Corleto que venía desde el fondo. Desde que capturó la pelota y hasta que se zambulló en el ingoal, Nani y sus botines flúo tardaron sólo 5 segundos.
El inolvidable try de Corleto
Otro hito fue el armado del XV. Entre los líderes y Marcelo Loffreda entendieron que había que hacer un enroque para que Hernández (antes fullback) fuese el apertura, como lo venía haciendo en el campeón Stade Francais junto a Pichot de 9. Para eso, Felipe Contepomi pasó de 12 (antes 10) y Corleto (que era wing) de 15. Cuando los franceses se enteraron de esto, empezaron a temblar. El miedo se los notó Pichot en el precalentamiento (“le dije a Mario que ganábamos; les vi las caras de miedo, los conocía bien”) y también en el himno.
Otras polaroids son la defensa heroica del ingoal en los 10 primeros minutos del complemento y el tackle que terminó de minar a los locales, con Felipe Contepomi sentándolo de cola a Sebastien Chabal, quien había ingresado como el salvador. Al grandote barbudo con cara de malo antes lo habían bajado Borges y Roncero.
Momentos emocionantes del partido
Aquella epopeya que vivió la antesala en el Hotel Grand Barriére de Enghien-les Bains, a 13,5 kilómetros del centro de París y en los entrenamientos en Montmorency (el secretario de la UAR, Raúl Sanz, se peleó con media IRB para conseguir esa cancha) tuvo el hito final a cargo del capitán. No bien el inglés Tony Spreadbury terminó el test, Pichot no los dejó a sus compañeros ni festejar: “Esto recién empieza”, los arengó. Y así fue nomás. Tanto que lo que pasó hace una década trajo lo que pasa hoy.
Gentileza – Jorge Búsico
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