El rugby social no para de crecer en la Argentina. Al igual que lo sucedido con la Fundación Pueblo Rugby o con el proyecto, Botines Solidarios, dirigido por el ex Puma, Ignacio Corleto, en Córdoba hay otro de los polos de atención llamado Argüello Lourdes, el cual es dirigido por Francisco Ojeda, quien cuenta en primera persona, la satisfacción que genera brindarles una mano a los más necesitados.
Ubicados en la zona noroeste de la ciudad de Córdoba, circulamos por la principal avenida de este sector, la Rafael Núñez. Después de subir varios kilómetros, nos topamos con el C.P.C de Argüello y unos metros después cruzamos las vías. Ya estamos en otra avenida, la Donato Álvarez, agobiante en las horas pico. Pero no queda mucho, porque al ver la Universidad Blas Pascal ponemos el guiño y doblamos a la derecha para encarar por el pasaje Broggi. Seguimos, pasamos el canal Maestro, y no hubo que hacer mucho más recorrido para encontrarnos en la calle Alberto Fage. No quedaba prácticamente nada y ya empezamos a ver los postes de rugby, entonces solo quedó concluir el recorrido para llegar a la esquina y ver a los muchachos de Lourdes entrenando.
Argüello Lourdes es el barrio indicado, uno de esos lugares donde no todos se atreven a entrar. En algunos casos por prejuicios, en otros por temor o simplemente porque, para ser sinceros, a veces resulta incómodo conocer otras realidades.
Allí, familias con grandes carencias tratan de salir adelante día a día, y los dos postes anteriormente mencionados no son simplemente una cancha de rugby barrial, sino una iniciativa solidaria e inclusiva para que estos chicos pasen menos horas en la calle, alejados de todo lo que ésta puede significar.
Francisco Ojeda es, en gran parte, el responsable de cambiarle la cara a este rincón de la ciudad y a los ahora rugbiers que se pasan horas entrenando con una sonrisa de oreja a oreja.
“En el año 2010 empezamos a ir con alumnos del Colegio Cinco Ríos (donde trabaja) a dar clases de catequesis, apoyo escolar, fútbol y rugby en la capilla de Lourdes”, nos cuenta Francisco, director de esta gran escuela de vida, que también agrega: “Al poco tiempo dejamos de dar fútbol porque ya había otros lugares para que los chicos practiquen ese deporte por la zona, y la verdad es que fuimos muy bien recibidos desde un principio”. También se tomó el tiempo de explicar el significado del nombre: “Lo bautizamos Proyecto PARES porque se daba mucho la situación en la que chicos les enseñaban a otros chicos más o menos de su misma edad”
Continuamos la charla con “Quico”, apodo con el que todo el barrio lo conoce, que nos comentó como fueron los comienzos de esta aventura: “Al principio, el predio de la capilla era prácticamente un basural. Tuvimos que sacar la basura, nivelar el terreno y colocar las “H” para hacer la cancha. Eso lo repetimos varias veces, porque los carros seguían tirando basura”. También indicó que el año pasado pudieron recuperar otra parte del terreno para hacer una segunda cancha que sirvió para “separar a los más chicos de los más grandes”.
Pero todo eso no bastó, sino que también se tuvieron que hacer más trabajos para acondicionar todo el terreno: pintar, impermeabilizar los techos de la capilla, construir una vereda de acceso, entre otros. Además, destacó un dato clave para el crecimiento de PARES: “Empezamos a participar cada quince días en las reuniones de la Unión Cordobesa de Rugby”
Cuando le consultamos el porqué de la elección del rugby en lugar de cualquier otro deporte, manifestó: “el rugby para esos chicos era toda una novedad y eso los atraía mucho, pero también es cierto que había un poco de resistencia por parte de los vecinos porque pensaban que se podían lastimar”. Más allá de esa situación, continuó agregando un dato importante: “Lo cierto es que el rugby transmite valores diferentes del fútbol”, entre los que destaca “mayor compromiso con el equipo, más respeto, solidaridad, etc. Además, otro condimento muy positivo es que los chicos no buscan ganar plata con el rugby, no es ése el objetivo de ellos. Eso hace que jueguen sin presiones, que es algo fundamental”
Entrando en el territorio de cómo esto ayuda para que los chicos no estén metidos en otras cosas, Francisco nos aclaró que se trata de un grupo de contención y que “cada momento que están entrenando o salen a jugar es una hora menos en la calle, expuestos a un ambiente de drogas y delincuencia” y mencionó que en el proyecto hay “cada día más familias involucradas porque es justamente eso lo que quieren para estos chicos”, repitiendo que el principal objetivo es darles a ellos y a sus familias “oportunidades para hacer cosas buenas, conocer otros lugares, otra gente y que tengan horizontes más amplios que el de su barrio”
No hay persona mejor indicada que él para dejarnos en claro que todo esto es a pulmón y que ofrecen todo lo que tienen, pero también cree que “lo que necesitan en este barrio son oportunidades de trabajo y de valerse por sí mismos sin depender de un subsidio, de demostrar que pueden mejorar” y también asegura que “hay mucho prejuicio que romper y mucha gente que no es tenida en cuenta”. Sin duda su pensamiento es firme, “tenemos que mejorar como sociedad, si cada uno desde lo que tiene o puede aportara un grano de arena más, tendríamos otra sociedad”
Con respecto a si algún día pensó en no continuar con el proyecto, expresó que al ser docente y tener muchas responsabilidades, lo de PARES le “quita” un montón de tiempo”. Pero nos transmitió una gran anécdota que le va a quedar guardada para siempre: “El primer día que fuimos, al grupo que volvía conmigo en el auto les dije que ahora íbamos a tener que seguir viniendo, porque habíamos creado una expectativa muy grande en los chicos”, esto quiere decir que si decidían abandonar “era peor que si nunca hubiésemos ido”, reflexionando que estos chicos “ya han sufrido demasiados abandonos”. Concluyó la historia contando que “varios de esos chicos que ese día estaban en el auto conmigo son los que hasta el día de hoy siguen viniendo a colaborar”
En esta reflexiva conversación, el director de este ejemplar proyecto apuntó sobre los objetivos: “Todos los años ponemos uno que
consideremos alcanzable como podría ser arreglar el terreno, que se sumen más chicos, organizar más partidos, entre otros”
Al finalizar, quiso hacer hincapié en la realidad que viven estos muchachos: “Los chicos son chicos, independientemente de la situación económica y social en la que se encuentren” y comparó diferentes casos dentro de ellos: “Aquellos que tienen adultos que los contengan, en general, andan bastante mejor que los que están más solos, pero por suerte estos que no tienen mucha compañía familiar mejoran mucho con el grupo del barrio y con los profes que los contienen”
Concluyó este diálogo convencido que todo esto se trata de “un tema de oportunidades” y que los chicos “son campeones en aprovecharlas”.
Un gran ejemplo de vida, solidaridad, humildad y compromiso fue la sensación que deja Francisco, quien sigue trabajando sin excusas a pesar de las piedras en el camino. Pero la felicidad de estos verdaderos jugadores de la vida, para él, es la mejor recompensa por lo que hace.
Por Iñaki Mouxaut
En la página de Espartanos, la ONG que revolucionó las cárceles utilizando al rugby como herramienta de educación e inserción social para los presos, hay un video corto...
Leer Más