El uruguayo Benjamín Bono fue campeón del mundo de sevens con Nueva Zelanda. La historia a continuación.
En el lugar indicado en el momento correcto.
Así describe Benjamín Bono (en la foto, con la Melrose Cup) la suerte que tuvo de ser campeón mundial en Rugby World Cup Sevens 2001. El uruguayo es un nombre poco conocido a la hora de hablar de los distintos equipos que levantaron la Melrose Cup desde que se puso en juego en 1993, pero la medalla dorada en su casa es fiel testigo de su ‘logro.’
En aquellos primeros torneos, World Rugby permitía planteles de tan sólo diez jugadores por lo que se ponía a disposición un plantel de suplentes para que, ante la necesidad de lesión, los equipos pudieran reemplazar a sus jugadores.
Chile había obtenido ajustadamente el clasificatorio a Mar del Plata 2001 nueve meses antes en Santiago y muchos de los uruguayos que integraban aquel plantel que había fallado dieron paso a un grupo más joven al que le tocó en suerte viajar a la ciudad costera mas importante de Argentina para integrar el pool de suplentes de RWC 7s, a la espera de una posible participación.
Benjamín Bono fue uno de los integrantes de ese grupo que se instaló tres días antes del comienzo del torneo, cerca del hotel oficial de los equipos.
Jugado en el estadio Mundialista de Mar del Plata, en pleno verano y con altas temperaturas, el torneo cautivó a miles de espectadores que explotaban cuando jugaba el equipo local que, capitaneado por el hoy Vicepresidente de World Rugby, llegó a semifinales.
Bono, del British School Old Boys Club de Montevideo, disfrutaba el espectáculo, esperando la chance de saltar al campo de juego.
Como a todos sus compañeros la chance le llegaría y se sumó a Japón, aunque al no salir a la cancha, estuvo poco con los asiáticos.
Suplente de Rush
“En el último partido del segundo día se lesionó Eric Rush y el entrenador de los All Blacks Gordon Tiejtens le pregunta a su amigo Pedro Bordaberry, se conocían por el Seven de Punta del Este que organizaba mi club, a quien recomendaba, y le habló de mí. Tuve suerte,” recuerda ‘Memo’ Bono, mientras se prepara para un día laboral en el campo.
Tiene claros los recuerdos de aquellos días. “Lleno de vergüenza, esa misma noche me mudé al hotel con el equipo y dormí en la misma habitación con Eric Rush, que ya estaba enyesado. Por suerte, lo conocía del Seven de Punta del Este. Enseguida me trataron muy bien.”
Para acelerar su recuperación, Rush regresó a Auckland ese mismo domingo por la mañana y Bono, tras recibir toda la ropa de los All Blacks Sevens, pasó a ser uno mas del grupo.
“Esa mañana hicimos algunos movimientos como para que supiera las jugadas y nos fuimos al estadio,” dice el ex tercera línea que también jugó en Los Teros.
Nueva Zelanda, que venía de derrotar a Inglaterra, España, Japón, Chile y Zimbabwe en las primeras dos jornadas, le ganó a Samoa el cuarto de final y enfrentó unos Pumas que tuvieron el mejor aliento de la historia de los mundiales ese fin de semana. Pero el empuje de la gente no alcanzó y los neozelandeses ganaron 31-7.
“Casi entro, pero cuando estaba por hacerlo terminó el partido,” sonríe.
Campeón con Lomu
La final contra Australia fue un concierto magistral de Jonah Lomu, que había estado casi ausente en las primeras dos jornadas pero el domingo parecía enajenado, jugando por su amigo Rush.
“En el vestuario, antes del partido se me acercó, me pasó el brazo por arriba de los hombros y me dijo ‘quedate tranquilo… no pasa nada’.”
“Era una bestia.” dice sobre Lomu. “Era un gigante, su pierna era el doble que la mía!”
Con jugadores de la talla de Lomu, el lesionado Rush, Mils Muliaina, Karl Te Nana y Amasio Valence, el equipo de Tiejtens selló el torneo con un categórico 31 a 12 frente a un buen equipo australiano. Bono lo disfrutó desde el banco de suplentes.
“En la premiación pasamos todos y me dieron una medalla y hasta me pasaron la Melrose Cup; un fotógrafo amigo, Nacho Naón, me gritó para que posara con la Copa. Por supuesto, no hice el haka!”
“Después en el vestuario fui al manager y le quise devolver la medalla pero me dijo que me la quedara, que había para todos.”
La medalla está en su casa de Montevideo mientras que la ropa de aquel RWC 7s cuelga de las paredes del Old Boys, donde jugó en Primera muchos años y hasta el año pasado fue colaborador del plantel superior. Padre de tres hijas, el rugby lo disfruta con sus amigos y viejos camaradas.
Si bien no tiene contacto con sus viejos compañeros, se ríe al decir: “Los saqué campeones del mundo!”
Rápidamente, aclara: “Soy muy afortunado por haber estado en el lugar indicado en el momento justo. Lo mío es absolutamente anecdótico, fue una experiencia muy buena, alucinante. Pero le podría haber tocado a cualquiera de mis compañeros. Fui espectador de lujo.”
“No siento orgullo o merecimiento por el título, pero me reconforta y me pone contento haber vivido esa experiencia. No es un tema del que hablo habitualmente,” concluye el Tero más All Black.
El plantel neozelandés campeón del mundo: Rodney So’oialo, Eric Rush (capitán), Jared Going, Karl Te Nana, Amasio Valence, Brad Fleming, Jonah Lomu, Mils Muliaina, Craig Newby, Roger Randle y Benjamín Bono
World Rugby
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