El wing rosarino, considerado de los mejores del mundo, sostiene que no cuestiona la no convocatoria en la lista preliminar de Pumas para el Mundial. Y sobre la polémica disposición de la UAR dice: “Nunca pensé en política ni en reglas, sólo en jugar al rugby”.
Entre el 25 de octubre de 2015 y hoy transcurrieron 1.338 días. Ese es el tiempo exacto que Juan Imhoff lleva sin vestir la camiseta de Los Pumas. Aquel día, las semifinales del Mundial de Londres disputadas en Twickenham ante Australia (derrota 29 a 15) marcaron el punto final de la relación entre Juan y la selección. Es que, pese a haber ido en 2016 a los Juegos Olímpicos con el equipo seven, su vínculo con Los Pumas empezaba a ser otro, al menos como jugador. Tras ser quizás la gran figura argentina en ese Mundial de 2015, el wing surgido en Duendes ratificó su decisión de continuar militando en el Racing 92 francés, al que llegó en 2011, y con ello asumir el costo que implicaba la nueva regla impuesta por la Unión Argentina de Rugby (UAR). La entidad madre de este deporte estableció entonces que a partir de 2016, aquellos jugadores que compitiesen en Europa no podrían jugar en Los Pumas. A esa regla, que pretendía mantener a los jugadores argentinos jugando el Súper Rugby (en lo posible con Jaguares), con el tiempo le llegaron excepciones. Por pedido expreso del entrenador, la disposición se puede romper.
Sin embargo, cuando hace algunas semanas el head coach de Los Pumas dio a conocer la lista preliminar de 46 rugbiers para disputar el Mundial de Japón, desde septiembre, no se encontró el nombre de Juan Imhoff, considerado uno de los mejores del mundo en su puesto, determinación que sorprendió a propios y extraños. De paso por Rosario, en el marco de unas minivacaciones en la ciudad, Imhoff le concedió una entrevista a solas a Ovación en un hotel céntrico en la que desandó las causas de sus decisiones, los convencimientos y la implicancia de un alto precio. Tranquilo, políticamente correcto, permitió el abordaje de un abanico de temas que contempló su presente europeo, las responsabilidades, las obsesiones, motivaciones y sobre todo esto: el vínculo con Los Pumas y la ausencia (al menos hoy) del Mundial de Japón. Entre tantas cosas, Imhoff declaró: “Estoy tranquilo sabiendo que he dado todo, pero por ahí no alcanzó”, que “sigo con la ilusión porque eso no se debe perder” y “sé que puede haber jugadores más talentosos, pero no va a haber nadie mejor preparado que yo”. Sobre la disposición de la UAR, de la que casi siempre evitó hablar, señaló: “Nunca pensé en política ni en reglas. Sólo en jugar al rugby”. Desde la última presentación allá en Twickenham pasaron 1.338 días y mucha agua bajo el puente.
¿Cómo estás? ¿De nuevo un paso por Rosario para renovar energías?
Exactamente. Estoy muy bien en la parte anímica aunque vengo a recargar energías, a ver a la familia, al club, a mi ciudad. Si bien sabemos (habla en plural ya que en la nota lo acompaña su esposa Natacha Eguía) que allá en París es verano y que acá tenemos que ver con qué invierno nos encontramos, la realidad es que sí, que esto es una recarga de energía tremenda para lo que viene después. Porque si hay algo que es duro es la distancia, pero sobre todo los torneos en Europa, muy extensos y con mucha presión. Entonces eso hace que uno a veces necesite más recuperar la cabeza que el físico. En este año me tocó recuperar los dos, porque jugué mucho en la temporada con el club y llego a junio para descansar.
¿Cómo analizas tu temporada en Racing?
Fue dura, distinta a otros años, distinta al año anterior en la que me había tocado pasar por una lesión y jugar menos, no estar en todos los partidos. Esta temporada fue diferente, pasé a ser capitán del equipo, jugar todos los partidos, es un momento de transición que está viviendo el club, con jugadores que van y vienen. Como estoy ahí hace mucho tiempo me toca ser el enlace entre los franceses y los extranjeros también. Eso me ha ocupado mucho tiempo mentalmente y yo que soy un fanático de la perfección, del entrenamiento sobre todo, me tengo que ocupar mucho de mí también. Creo que en esta temporada le inventé una hora más al día para poder pensar en el rugby, en lo individual y colectivo.
¿Fue un lindo reconocimiento que te dieran esa capitanía más allá de las responsabilidades?
Muchos toman la capitanía como un reconocimiento, yo no la tomo así. Si bien es un honor muy grande saber que los entrenadores cuentan con uno para que lidere el equipo, desde muy chico aprendí que la capitanía se hace desde los hechos y no tanto desde las palabras, entonces me costaba mucho hablar o decir cosas. Pero bueno, me he fortalecido con las palabras de otros jugadores, de los mejores del mundo, que me han dicho que hable porque cuando lo hago es desde el corazón porque amo el rugby. También hay otra cosa, al hablar francés e inglés puedo facilitar la comunicación, pero lo tomé como una responsabilidad muy grande. Para mí si uno en un equipo va a tomar la palabra tiene que ser mucho mejor en sus actos que en lo que dice. Mete una presión extra que no sé si la puedo manejar, es muy temprano para decirte. Fui capitán en juveniles pero es totalmente distinto. Para mí el capitán, y esto lo aprendí de mi hermano Pedro (capitán de Duendes), no puede ocuparse nada más que de jugar al rugby, sino que tiene que ocuparse de que toda la institución funcione bien, o por lo menos así lo hemos mamado.
¿A esta altura de tu carrera seguís manteniendo el mismo nivel de obsesión y de búsqueda de la perfección?
Sí, y gracias a Dios uno se conoce un poco más, entonces puedo saber lo que me pasa ahora en junio. Hace dos semanas que no corro ni levanto pesas, sí miro mucho rugby pero no puedo hacer todo lo otro porque me estoy dando cuenta de que ya tengo 31 años y que la perfección sigue en el descanso, en qué forma se descansa, en cómo se regenera el cuerpo. Pienso tener una carrera larga, en toda mi vida me privé y me cuidé de muchas cosas para que empiece a dar sus frutos hoy. Todo lo que sufrí cuando era joven quiero que empiece a pagar, sobre todo en los años que vienen. Voy a tener un hijo en unos meses, entonces la perfección uno la va mutando en cuanto a la situación personal y sobre todo al físico.
Hay una cuestión insoslayable. Mario Ledesma dio una lista preliminar de 46 posibles Pumas para el Mundial de Japón y no estás. Pese a que la Unión Argentina de Rugby (UAR) puso en su momento la regla de que los “europeos” no podían estar en la selección si no jugaban en Jaguares o en franquicias del Hemisferio Sur, siempre dijiste que hasta el final mantenías la ilusión de estar. De hecho si el entrenador lo pide expresamente, eso puede suceder.
¿Cómo tomaste la nómina cuando la viste?
Como una lista, como lo que es. La realidad es que yo no decido los jugadores que se convocan, no elijo a los entrenadores, en todo caso los entrenadores me eligen a mí o no. Entonces adopté eso como una filosofía de vida. La verdad es que estoy tranquilo sabiendo que di todo pero que por ahí no alcanzó. Hay una regla, entendí todo desde un principio. Siempre quise hacer toda mi carrera en un club profesional y terminarla allí. Hay muchas cosas que cuentan pero no me como la cabeza pensando en lo que es reglamento o política. Tuve la suerte de hablarlo bien con Mario, me dijo cómo eran las cosas, fue claro desde un principio y lo cierto es que hoy tienen muchos jugadores en mi puesto. Yo sigo con la ilusión, porque eso no se debe perder. Pero también sigo con la ilusión de creer que al equipo argentino le va a ir muy bien y por ahí me va a tocar desde otro lado, ya me ha tocado vivir a Los Pumas desde otro lado, estos cuatro años fueron así. Los he visto por televisión con la camiseta puesta, porque al fin de cuentas, lo que importa es la representación de un país.
¿Sí?
Sí, al menos eso creo. Que como ciudadano argentino cada uno debe poner énfasis en lo que le toca. Si me toca ser hincha, lo haré lo mejor posible, si me toca ir al Mundial a llevar el bolso de los titulares lo haría de la mejor manera y si me toca ir y jugar trataría lo mismo.
¿Emocionalmente no te tocó?
Sí, obviamente, jugar para Los Pumas es lo más lindo que puede existir. Pero si en las emociones busco o encuentro excusas sería un fracaso en mi carrera. No creo en los fracasos más que como una colchoneta para rebotar. El hecho de haber ido contra la corriente y haber buscado un lugar y no haberlo conseguido hace que hoy me pare donde estoy, mire para atrás y sepa qué es lo que podría hacer mejor para próximamente estar ahí.
¿El hecho de haber tenido charlas con Ledesma te dejó más tranquilo?
Sí, pero como dije, no busco excusas. Tengo una frase que es muy de cabecera, que también se la he dicho al entrenador en Francia, porque él me agarró una vez el año pasado y me dijo que quería explicarme por qué no jugaba. “Si nunca me explicaste por qué jugaba, por qué me vas a explicar por qué no juego”. El jugador en su interior sabe muy bien por qué no o por ahí no lo sabe pero mis convicciones de por qué no juego pueden hacer que mejore algo. Por ahí un entrenador te puede decir tranquilamente no puedo llevarte a un Mundial o no puedo llevarte al seleccionado de Rosario por una regla o porque vos sos rubio y el otro morocho. Hay miles de cosas pero al final te eligen. Si uno se queda en que no lo llevan por tal o cual cosa, porque tengo un dedo más largo que otro, tengo una excusa para sentarme en el sillón. Creo que la culpa es mía, que hay que seguir trabajando, mejorando y si se generan oportunidades, mejor. De última me acuesto exhausto, muerto de cansancio porque todos los días busco mejorar mi calidad de jugador y de persona, lo que me consume mucho tiempo y mucha energía pero a su vez me deja tranquilo porque puedo dormir. No tengo ni sueños ni pesadillas. Duermo.
Sin embargo a otros “europeos” los pusieron en la lista, de manera que la regla fue un poco maleable, ¿querés decir algo?
No he hablado nunca de la regla ni quiero hablar. Porque los jugadores pasan y las instituciones quedan. Si la institución argentina cree hoy que poner una regla o esa regla es lo mejor para Argentina no me queda más nada que decir. Soy jugador, el día de mañana me voy a retirar, el cuerpo no me va a dar más. No tengo porqué decir nada de esa regla. Si ellos (los dirigentes) creen que es lo mejor… Lamentablemente lo que sí me hace ruido es que el público, que los hinchas, esperen resultados. No hay que esperar un resultado en sí, hay que aceptar. Es como en la política, si uno vota uno se tiene que hacer cargo de lo que pasa luego. Son decisiones. No pierdo tiempo en pensar en la regla o en sí llamaron a otro de Europa y a mí no. Para mí, si sos el mejor jugás y si no sos el mejor no jugás.
Algunos piensan que Argentina se da un lujo muy grande al dejar afuera a jugadores considerados los mejores del mundo.
Si… ¿Cómo puedo explicarlo? Es que idealizamos mucho. Para mí sería algo ganado si puedo pasarle el mensaje a la gente de que, aún con mucho dolor porque no puedo estar o no puedo pelear un puesto ni puedo ir al Mundial, voy a ser el primer hincha. Pero ya está, no vamos a decirle a la gente lo que tiene que pensar o no. Por ahí algunos creen que soy el mejor del mundo y otros que ni merezco jugar en Duendes. Lo cierto es que los que están al mando de la institución (la UAR), los que deciden, tienen un proyecto y hay que esperar que les vaya lo mejor posible.
Conviviste un tiempo como compañero de Mario Ledesma, ¿cuál era la relación?
En 2011. Me acuerdo que fue una relación complicada para mí, por cómo fui educado y por la forma en que pienso el rugby. Para mí, Ledesma cuando yo subí era, y lo sigue siendo, palabra sagrada. Jugué con Contempomi, con Albacete, con Juani Hernández, con Leguizamón, con Fernández Lobbe, Roncero, todos jugadores con los que fui creciendo, viéndolos. Me tocó jugar con ellos y era como que no podía ni hablar de la presión que me metía por no saber si estaba diciendo una pavada, cómo lo iban a tomar, pero está bueno que jugadores generen ese respeto. Generaciones como la mía respetaban mucho a esos jugadores y su trayectoria. Por más que Ledesma ya no estaba en su pico cuando jugamos juntos, la realidad es que lo respeté siempre por su historia, por lo que hizo y le dio al rugby argentino.
¿Cómo ves a Los Pumas para el Mundial?
Un Mundial es un Mundial, todo el mundo lo dice. Argentina tiene muchísimo talento y ahora cuando se sumen algunos jugadores de experiencia, jugadores que ya tienen mundiales encima, creo que se puede encontrar un camino en el cual se tranquilicen las aguas antes de Japón (septiembre-octubre). Porque realmente un Mundial no es ni el Súper Rugby ni el Top 14 ni las ventanas de junio ni de noviembre ni siquiera el 4 Naciones. En un Mundial es tanta la presión que a veces algunos equipos que parecen disminuidos resaltan, sacan a flote cosas que son mucho más interesantes en una Copa del Mundo.
Cuando en el horizonte te quitan la posibilidad de estar en la selección o aparece una regla que te exime de ella, ¿por dónde pasa la motivación?
Soy un super motivado. La motivación mía no está en que me elijan o no. Ni en el reconocimiento del que hablábamos. La motivación mía es que amo lo que hago, la motivación es cómo soy en mi vida. Te lo pueden decir mis hermanos, mi familia, mis padres, mi mujer, soy un enfermo de la competición. Todo lo que hago trato de ganarlo, ahí encuentro mi motivación diariamente. ¿Qué es lo que me pasa hoy? Tengo 31 años y quiero competir con chicos de 21 entre los cuales me di cuenta de que hay más rápidos, hay más fuertes, hay todo más que vos. Por eso ahora baso mi juego y mi vida en estar mejor preparado mentalmente y no tener arrepentimientos. Sé que puede haber más talentosos pero, ¿en qué pienso? En que no va a haber nadie mejor preparado que yo.
¿Entonces nunca pusiste en duda seguir en París aunque eso te quitaba chances de estar con Los Pumas?
No, porque lo repito: nunca pensé ni política ni en reglas. Sólo en jugar al rugby. Me fui a Francia para jugar en Los Pumas, eso sí, pero me fui porque iba a un gran club con grandes jugadores y eso también es lo que siempre quise hacer, jugar con los mejores. Si hoy hago un análisis para atrás y lo hablábamos en mi familia, porque mi hermano graciosamente decía “jugaste con los mejores aperturas del mundo” y sí, jugué con los mejores 10 del mundo, no me quedó ninguno. Entonces, eso enriquece a una persona, jugar con los mejores o de culturas diferentes, haber aprendido otro idioma, haber empezado de cero. Porque cuando llegué a Francia no era el Juan Imhoff de Rosario ni de Duendes ni de Los Pumas, sino que era el flaco de pelo corto al que habían rapado y llegaba a ver cómo le iba. La verdad es que fue un proceso duro, así que nunca pensé en una regla ni en más allá del rugby. Cuando me fui a Europa fue porque dije: “Voy a jugar lo mejor posible en uno de los mejores equipos, listo”. Y así fue el día a día.
De toda esta charla se desprende que ni cerrás las puertas de la selección ni de nada parecido.
Te soy sincero, daríamos un mensaje erróneo si decimos que las puertas están cerradas o que yo cierro las puertas. Te doy un ejemplo: voy a Duendes, arranco a los 4 años, hay jugadores buenos, hay jugadores que no van a llegar, hay jugadores que se van a mantener. Pero al club no lo hacen sólo los buenos jugadores, lo hacen todos. Entonces cada uno tiene que ver: si yo porque no juego me voy, ahí se cortó una cadena.
¿Entonces tu llama está encendida?
Mi llama está encendida porque soy así y al final de cuentas no hay que esperar, hay que ir por. Sigo yendo, me voy a seguir entrenando y voy a seguir y voy a poner la misma energía en cualquier partido, que es algo que me critican mucho en mi casa y en Francia. “Vos no podés jugar 30 partidos de la misma manera, contra el mejor, en cuartos de final de Copa de Europa o ante un descendido”. Para mí ese es el espíritu que hay que tener. En cada entrenamiento, en cada partido, cada día, dejo todo. No sé cuánto voy a durar, tampoco digo que soy ejemplar porque no lo sé ni si esto es lo mejor para los más chicos, pero a mí me da tranquilidad poder saludar a mis compañeros en Racing después de un día de entrenamiento, ser uno de los últimos en irme, llegar a casa y dormir tranquilo porque dejé todo, porque no me quedó nada. Eso es lo que me deja más calmo y el único reconocimiento que busco. No quiero que me reconozcan por jugador talentoso, el try o la palomita, sino que me recuerden por darlo todo en el deporte que jugamos.
Por Vanesa Valenti
www.lacapital.com.ar
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