En el año 1988 Tom Hanks tuvo su primer protagónico bajo la dirección de Penny Marshall en el film “Quisiera ser grande”. La película trata sobre un niño llamado Joshua que encuentra una máquina de los deseos en un parque desolado en Nueva York.
“Josh” quería ser grande salteando los obstáculos propios de la vida, por tal razón le pide a esta máquina tener 20 años más y de esta forma vivir como un “grande” generando respeto y orgullo entre quienes lo rodeaban. Fue así que una mañana este joven se despierta siendo adulto. A partir de allí se desarrolla la historia que deja como moraleja lo importante y necesario que es transitar por determinados lugares y momentos, independientemente de lo duro y difícil que sea. Son justamente esas vivencias las que te moldean para ser quien en definitiva sos.
Salvando las distancias entre la Meca y el Imperio, Urú Curé de Río Cuarto, lejos de parecerse al personaje de la película Hollywoodense, enfrentó cuanto obstáculo se le cruzó por el camino. Nada parece detenerlos, ni si quiera, los cerca de 20.000 km que hacen por año para jugar fin de semana de por medio con los equipos de la Ciudad de Córdoba, ni hablar de los kilómetros que hacen sus dirigentes, juveniles y demás allegados e hinchas, tampoco los detuvo la cantidad de años en que los resultados no acompañaron el esfuerzo, de hecho, con esas derrotas, armaron sus cimientos.
El fin de semana pasado dieron muestra de esta fortaleza, se plantaron frente al rival que más les cuesta enfrentar: ellos mismos. Vencieron a sus propios fantasmas y miedos, estuvieron convencidos de que si esto ocurría esta vez no se les iba a escapar el campeonato. Les costó acomodarse al comienzo del partido final, pero cuando lo hicieron no pararon hasta que se terminó el juego. No se desconcentraron ni con la banda que se armó en el banco de suplentes cantando por anticipado, todos sabían que los 22 puntos que los separaban de Athletic eran irremontables.
¡Fue Gaspar Oberti, uno de sus líderes, el primero en gritar CAMPEONES CARAJO!
Diego Ghiglione, head coach hace rato dijo: – “Estoy muy emocionado, me pasa toda nuestra historia como una película”. Como para no estar emocionado, si fue el mismísimo Ghiglione el que más kilómetros recorrió desde que entrenaba a la querida camada 74 del búho. Lindo grupo de amigos ese; allí se destacaron Nicolás Rins, Sebastián “Vaca” Bettera, Conrado Storani, el “pumita” campeón del mundo Roberto Mondino y la mano derecha del entrenador de Urú, Federico “Porrón” Guerrieri. A este equipo lo entrenó siempre, fueron sus discípulos y los que primeros que interpretaron su libreto. El sábado estaban todos bancando a su club, a su primera división, pero también a su amigo “Porrón” y a su mentor…” el Diego”.
Urú Curé pasó por todos los estados, tuvo Pumas como “Tavo” Rivero (pilar con ADN búho), Pumitas por doquier como Roberto Mondino, “Vaca” Bettera, “Pata” Fissore, Salvador Mosso, Juan Bernardini (por nombrar algunos) y también a jugadores que podrían jugar en cualquier equipo argentino como Juan Cruz Cignetti. Tuvo campeones argentinos Dogos y Doguitos. Urú aportó dirigentes a la Unión de Córdoba, presidentes y entrenadores en equipos provinciales, armaron un predio impresionante en donde fundaron una nueva manera de vivir el rugby. Fueron los primeros en levantar la mano cuando el “2020” comenzó a tercerizar las finales. Fueron víctimas del papelón en el partido por tercer y cuarto puesto 2018 definiendo el resultado en un escritorio. Perdieron semifinales y finales volviendo a Río Cuarto con la angustia del que no le encuentra la solución a un problema: Urú Curé no podía ser campeón. Hasta que apareció el torneo del Interior “B”, Interior “A” y Nacional de clubes “B” en donde Urú levantó todas esas copas. Festejaron mucho pero cuando se miraban al espejo todos sabían que algo les faltaba, que había un galardón que valía mucho más que un título, todo Río Cuarto lo sabía y Córdoba también.
Después de perder dos finales del Torneo local (una en su propia casa) parecía que la magia se había acabado. En el 2018 perdieron categóricamente contra Athletic en semifinales y dos de sus máximas figuras, Lautaro Casado y Diego Galetto, se fueron a jugar a Italia. Todo hacía pensar que el sueño de ser campeón de Córdoba había terminado, hasta que comenzaron un 2019 con las ganas de siempre, como si nada hubiera pasado sabiendo que si tenían que transitar por algún otro problema lo enfrentarían. Invencibles de la cabeza.
Si en el rugby de Córdoba se sumarán los puntos ida y vuelta como lo fue históricamente, Urú Curé ya hubiera sido campeón en años anteriores. Varias veces fueron los mejores del año, pero perdían las finales, había que cambiar de estrategia y aprender. Las derrotas enseñan.
Urú Curé dejó de ser aquel Gorrión al que le costaba volar, se volvió grande hace rato. No le hizo ni le hará falta encontrarse a ninguna máquina de los deseos para que puedan saltear obstáculos, no les hace falta saltar procesos porque los enfrentan, los encaran y si pueden los pasan por arriba. Urú Curé hoy es la lechuza solitaria en la cima del rugby de Córdoba. Es hace mucho tiempo uno de los grandes del interior del país, hace rato que genera respeto y orgullo entre quienes lo rodean. A diferencia del final de la película con “Josh”, Urú ahora no quiere nunca más volver a ser un joven. Salud campeones.
Por Dracu Gómez (Especial – CORDOBAXV)
Foto: Marcela Canciani
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