Para celebrar su cumpleaños 52, World Rugby cuenta la destacada historia del mejor jugador de sevens de la historia: Waisale Serevi.
Mr Sevens, el mago, leyenda, imparable … algunas de las muchas formas en que se ha descrito a Waisale Serevi.
Reconocido por muchos como el mejor jugador de sevens de la historia, este pequeño jugador de pies livianos ha logrado casi todo en el rugby reducido.
Capaz de producir momentos mágicos moviendo su cadera, un cambio de paso intocable o un pase perfecto, Serevi era el corazón del equipo fijiano, anotando 1.310 puntos en el HSBC World Rugby Sevens Series y tiene el récord de 297 puntos en la historia de Rugby World Cup Sevens, que ganó en 1997 y 2005. Fue también jugador y entrenador cuando Fiji ganó por primera vez el circuito, en 2005/06.
Serevi también jugó profesionalmente en XV, jugando en tres Rugby World Cups durante una carrera internacional de 18 años. En 2013, fue incluido en el World Rugby Hall of Fame.
Como muchos deportistas de elite, Serevi tuvo dificultades emocionales al dejar de jugar, que revela en el documental Waisale Serevi: The Fijian magician, en el que junto a su familia, cuenta el desafiante período en el que tuvo inconvenientes con la bebida y la depresión.
La mayor parte de su vida ha sido de pura felicidad, creciendo en un hogar humilde y siendo el jugador de sevens más reconocido del planeta.
Serevi cuenta cómo nació su fantástico cambio de paso, evitando los pozos en los campos donde comenzó a jugar rugby de joven. Siendo siempre el más pequeño, debió esperar para su oportunidad, que llegó tras dos años de ser el utilero en su club. Cuando finalmente pudo jugar, cautivó inmediatamente.
En 1989 jugó por primera vez para Fiji en el Seven de Hong Kong, torneo que gano en cinco oportunidades.
SIN LÍMITES
“Estaba emocionado de estar en el avión de Cathay Pacific, y de jugar en el torneo. Sabía que era la oportunidad para mostrar mi talento,” cuenta en el documental.
“Perdimos la final con Nueva Zelanda, lo que motivó a trabajar para ser mejor jugador y ganar al año siguiente.”
Sus dos títulos mundiales también fueron en Hong Kong.
“Después de perder la Rugby World Cup Sevens en 1993 me dije que tenía que seguir jugando, trabajando duro e intentar ganar la siguiente. Ganar un Mundial de Seven en Hong Kong…no hay mejor lugar.”
Fiji había llegado a la final de 1997 ante un equipo sudafricano con varias estrellas incluyendo Bobby Skinstad. Ganó 24-21 en la final considerada entre las mejores de todos los tiempos.
Su liderazgo fue visible en la previa a esa final.
“Saliendo a precalentar, me dicen que Sudáfrica estaba en el lugar donde siempre precalentábamos nosotros, que los organizadores querían que fuéramos al otro lado. Me negué. ‘Entrenaremos todos juntos al mismo tiempo,’ dije. Sabía que era una batalla sicológica,” recuerda.
“Fue un interesante precalentamiento, ya que nos cruzábamos todo el tiempo, haciendo difícil la entrada en calor. Antes de ir al túnel para comenzar la final le pedí al equipo que mire los carteles que tenían nuestros simpatizantes. Había uno que pedía que lleváramos la copa de regreso a nuestro país.”
Fiji se recuperó de ir abajo 14 a 0; esperando la conversión del segundo try, Serevi le pidió a los jugadores que no pierdan la calma y que buscaran anotar antes del descanso.
Marika Vunibaka apoyó entonces el primero de cuatro tries de Fiji, en un rush de 24 puntos sin respuesta para asegurar la Melrose Cup.
“Ganar es un honor y privilegio; fue uno de los mejores partidos que jugué en sevens.”
UNA VISIÓN
Invitado por Bob Dwyer a jugar en un World XV, el entrenador luego lo contrató para el gigante inglés Leicester Tigers. Estando fuera del país, Fiji no lo llamó durante su exilio de cuatro años.
Regresó a tiempo para Rugby World Cup Sevens 2005, nuevamente en su destino favorito.
“Al aterrizar en Hong Kong tuvo la visión de recibir el trofeo con su hijo en hombros. Para que eso sucediera, tenía que hacer que Junior fuera a Hong Kong.”
Rápidamente, Serevi organizó para que su familia viaje a Hong Kong para que estuvieran cuando Fiji superó a Nueva Zelanda en la final por 29 a 19.
“Al ganar, busqué a mi hijo y me acompañó a recibir la copa. Fue un honor volver a recibir la copa, con mi hijo recibiéndola en nombre de todos los chicos de Fiji. Sobretodo porque no éramos candidatos.”
“Muchos pensaban que teníamos varios jugadores veteranos; volver a mostrar como se jugaba al seven fue un orgullo y me hizo feliz.”
Su primera experiencia como entrenador, siendo jugador, también lo vio campeón. Esto duró hasta abril de 2009 cuando renunció al no estar de acuerdo con la política de selección.
Tras una dura experiencia como coach de Papua New Guinea, una invitación a un torneo en Vancouver terminó cambiando su vida, surgiendo una oportunidad en Seattle donde, con la ayuda de empresarios locales, creó la Serevi Nation, con el propósito de llevar el rugby a colegios y universidades.
Habiendo entrenado también al seleccionado de sevens de Rusia, Serevi sigue llevando su magia a niveles iniciales, feliz de devolverle al deporte que le dio una vida.
“Sin el rugby, no habría Waisale Serevi; por sus valores de respeto y camaradería y todo lo demás, me ha hecho mejor persona.”
Serevi es mejor gracias al rugby; el rugby es mejor gracias a Serevi.
World Rugby