El rugby de Córdoba volvió a marcar un antes y un después en su rica historia institucional. Con la reelección de Félix Páez Molina como Presidente de la entidad madre de la región Centro, el Consejo Directivo sumó a la mesa de conversación a Sabrina Amato, primera mujer en formar parte de la mesa chica la cual se encargará de aportar ideas para el desarrollo del rugby femenino en la provincia.
Lo distintivo del día de Sabri se nota desde que atiende el teléfono, hasta que termina la conversación, luego de una hora de charla: “Estoy muy contenta, es un paso enorme para el rugby femenino”. Hay un tono y un discurso que irradia esperanza, una esperanza que se renueva luego de dos años en las trincheras, primero desde el Club Universitario y luego desde la mesa del femenino en la Unión.
Su relación con el rugby comienza en el año 2017 cuando, luego de llevar a su hija a practicar el mismo deporte, le picó el bichito de la ovalada: “Ilusamente caigo a la U para jugar al rugby”. Sabrina levantaba peso, hasta que una lesión le impidió continuar con la actividad. “La kinesióloga me dijo ‘Buscá un deporte tranquilo’ y yo fui a rugby jaja”. La ilusión quedó trunca en el primer entrenamiento, cuando el PF le advirtió que con esa lesión lo recomendable era que no jugara. Sin embargo, su camino en la U siguió, pero al costado de la cancha. Comenzó a colaborar con las infantiles del femenino, donde estaban sus dos hijas, las infantiles del masculino, donde juega su hijo, y las mayores del femenino, donde ahora estaban sus amigas.
“Cuando vi la comunión que había en el deporte me gustó muchísimo. Pero me intrigaba el número desparejo que había entre jugadoras y jugadores. Yo pensaba ‘si mi hija es tan feliz haciendo este deporte ¿por qué no lo trasladamos a otras chicas?’”
Los que conocen a Sabrina, están enteradas de su personalidad. Es imposible no notar su presencia donde pone su energía, y ahora Sabri estaba completamente abocada al rugby en tres sectores distintos de Universitario. Y no pasó de ser percibida, al poco tiempo, Guillermo Iglesias, presidente de la institución, ya la había invitado a sentarse en la mesa para charlar de la reelección. De esa mesa, y un par de reuniones, pasó a la subcomisión de rugby y de allí, en un camino que de tranquilo no tuvo nada, a la Unión Cordobesa de Rugby.
“Tengo pocos años en el rugby y fui muy intensa desarrollándome en cada ámbito. Yo sentía que se tenía que instalar el rugby femenino, se tenía que dar la posibilidad de hablar. Y a partir de eso presentar proyectos. Me di cuenta que aparte del trabajo en cancha que hacíamos, que era enorme, otra herramienta grande que teníamos nosotras era empezar a plasmar proyectos. Antes no se hablaba del femenino, entonces yo lo que hacía era meter proyectos”
Sabrina sabía que el primer cambio que se tenía que hacer notar era la cantidad de jugadoras. “Vos no podés discutir nada si tenés 5 jugadoras. Por más ganas que le pongas, llevándolo a la política, a la mesa, 5 jugadoras no es nada para una institución”. El trabajo de Sabri comenzó muy duro con dos cosas: el reclutamiento y la contención. Me di cuenta que el femenino no tenía contención. A mi me dicen que yo soy mamá de todas (…) me involucré muchísimo con las historias de cada una”
Así se creó el bloque de juveniles y cadetas de Universitario, que antes no existías. Allí juega una de las hijas de Sabrina, que tras pasar unos años en infantiles, se quedaba sin división cuando le tocó pasar a juveniles.
En la vorágine de volcar tanta energía al rugby, la llegada a la Unión Cordobesa se hizo inminente. Ariel Palavecino, representante del femenino en la mesa de la Unión, se acercó a Sabrina una tarde en Villa María, con un proyecto del que luego ella sería la encargada. Desde entonces comenzó a trabajar junto a él y la Unión para pelear por esto que tanto la movilizaba desde un lugar más general, y no tanto desde los colores de un sólo Club.
“Yo pertenezco a esto. No a la camiseta, eso siempre lo tuve claro, pertenezco al rugby femenino. No me importa la camiseta ni el color, siento la misma emoción de ver jugar a cualquiera”.
Obviamente, el camino en la Unión tampoco fue fácil. Sobre el final del año pasado, Sabri estuvo a punto de abandonar la actividad. Las tareas en su casa, el cansancio lógico, ya no le permitían disfrutar de esta lucha. Pero la insistencia de sus pares y la fuerza de su familia la ayudaron a mantenerse de pie. Luego, el llamado de Felix Paez Molina hace unas semanas, sería el empuje final para una esperanza que hoy se encuentra completamente renovada: “Yo sabía que tenía que transitar todo eso, que tenía que pelearla mucho pero que iba a ser la primera que iba a arar el camino y las que vengan detrás lo iban a encontrar un poquito mejor y van a poder hacer cosas muchísimo mejores de las que yo he plasmado y tengo que seguir plasmando obviamente (…) En unos años el rugby femenino va a estar súper ensamblado”
Comunicación UCR