Sudáfrica, Nueva Zelanda y Australia se habían unido para establecer, gracias a un contrato de 550 millones de dólares, dos torneos anuales para sus seleccionados nacionales y provinciales.
El Hemisferio Sur, anticipándose a sus primos del Norte, se armaba para el rugby que se venía. Nacía el Súper 12 (hoy Súper 14) y el Tres Naciones. Llegaba el rugby pago.
Casi con vergüenza, este cronista le preguntó a Louis Luyt, entonces mandamás del rugby sudafricano y encargado de las negociaciones, dónde encajaba el rugby argentino en este nuevo mapa del mundo ovalado. Casi con asco, el dirigente pidió: “Próxima pregunta”.
Pocos meses después el rugby quedó declarado formal-mente “abierto,” permitiendo la convivencia entre amateurs y profesionales. En esa votación del International Rugby Board dos países votaron en contra de la apertura: uno fue Argentina.
Nuestros jugadores comenzaron a emigrar en busca de un futuro profesional y en el país se enarbolaba con enorme orgullo la bandera amateur. El tiempo fue pasando y después de una enorme derrota en Nueva Zelanda (93-8 contra los All Blacks), se adoptó un espíritu mas profesional en Los Pumas. La realidad, junto a las necesidades y exigencias de quienes volvían de Europa para ponerse la celeste y blanca, así lo exigían.
El Mundial 1999 vio por primera vez a Argentina entre los ocho mejores, pero lejos de establecerse en la elite, se sumaron buenas y malas al punto que Los Pumas fueron los primeros eliminados en el Mundial 2003.
Durante la navidad de 2003, en París, muchos de Los Pumas que estaban en Europa se juntaron para celebrar las fiestas lejos de su patria. Se miraron a los ojos, se dijeron las cosas de frente y comenzó el camino que los llevaría a las semifinales de un Mundial cuatro años más tarde.
Entonces, bajo la capitanía de Agustín Pichot, comenzó un proceso en el que las estructuras trabajaron para los jugadores que seguían en el país; jugadores que si bien se seguían llamando amateurs eran claramente favorecidos económicamente.
Argentina conseguía entonces vencer a rivales mas establecidos con tan sólo las migas de un sistema que no les daba competencia regular. El IRB tomó nota de las necesidades y se abocó a solucionar el tema después del Mundial 2007 que vio a Los Pumas llevarse la medalla de bronce.
Dos meses después de ese Mun-dial, en un foro internacional en la ciudad de Woking, Inglaterra, se planeó el futuro de Argentina. El IRB comprometió enormes recur-sos -casi dos millones de libras anuales- y la UAR estableció el Alto Rendimiento. Faltaba la competencia regular para el seleccionado nacional. Todavía falta.
El 10 de septiembre del año pasado llegó finalmente la invitación de Sanzar, aquella entidad que le dio la espalda al rugby argentino quince años atrás, para jugar a partir del 2012 el Cuatro Naciones. La invitación vino con condiciones y todavía se está definiendo si la UAR puede cumplirlas.
Lejos de asociar a la UAR a este grupo de países, hay que pagar para jugar. Sanzar puso entre sus exigencias un canon porque considera que los otros seleccionados dejarán de ganar dinero con el ingreso de Los Pumas. El IRB se va a comprometer al pago de ese dinero (dos millones y medio de dólares). Así se lo confirmó a este medio un altísimo dirigente del organismo mundial. El anuncio formal recién se hará el 12 de mayo, después de una reunión del IRB.
“Desde aquella invitación formal que nos hicieron no hubo nueva comunicación de Sanzar,” explicó Agustín Pichot. El negociador argentino con los clubes franceses, agregó: “Los argentinos en Europa están todos expectantes para decidir sus futuros post 2012”.
Eso sería recién a partir del 2015 siempre que la UAR pueda afrontar una franquicia y suponiendo se abra el torneo.
Mientras tanto, queda todavía la confirmación de la disponibilidad de los jugadores. Y ese es el punto que podrá definir todo.
Fuente: ambito.com (Suplemento alrugby.com)
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