Después de haber entrenado mucho a nivel escolar, de club, provincial e internacional, he llegado a creer que existen “cuatro rutas del destino” para el coach que desea sacar de su equipo las cualidades que le permitirán volverse un team en un sentido verdadero. Ellas son: “Disciplina”, “Respeto”, “Espíritu de equipo” y “Estado de ánimo”.
Grandes palabras, podrían decir ustedes, pero nunca me sentí turbado por usarlas. Son grandes palabras pero creo firmemente que cualquiera sean los métodos de aproximación que un coach elija, mientras no tenga disciplina, respeto, espíritu de equipo y estado de ánimo en su team, no habrá base de apoyo para una perfomance que expresará lo mejor de los talentos y potencialidades de sus jugadores y, más importante aún, de su quipo.
Esto es la cosa sobre el entrenamiento en el Rugby, el resultado final es siempre el mismo: el equipo. No importa cuántos grandes jugadores un equipo posea, no importa cuántos Ledesma, Hasan y Roncero estén en el pack, o cuántos Pichot, Contempomi y Hernández en la línea de backs.
Charlie Saxton solía machacarnos a nosotros, que el objeto total del Rugby era para catorce hombres dar al décimo quinto una partida de media yarda y no creo que el concepto ideal de trabajo de equipo haya sido más concisamente y precisamente expresado.
Si usted tiene un buen equipo, usted tiene la base para todo: aptitud, brillantez, audacia, el try de una línea de goal a otra línea de goal, los trabajos. Pero si usted no tiene un equipo en el que cada uno de los quince jugadores está sirviendo lo mejor de habilidad, entonces usted tiene uno o más “Talones de Aquiles”.
Cuando esto ocurre, la aptitud, la brillantez, la audacia y la iniciativa, pueden volverse chapucería, estupidez y tontería.
La disciplina aparece en muchas formas: el maestro dando un coscorrón a su alumno, el oficial ordenando a sus tropas “hacerlo de nuevo!”, pero la correcta disciplina para el rugby, según me parece, es aquella definida en el diccionario de Oxford: “El orden mantenido y observado entre personas bajo control o comando”.
“Observado” es la palabra clave en lo que a mi respecta. Una alegre y jovial buena voluntad es el alto desarrollo de aquella disciplina. En tiempos recientes, Nueva Zelanda ha tenido la suerte de producir con Wilson Whineray y Brian Lachore, dos grandes capitanes All Blacks cada uno de los cuales aseguraron una disciplina absoluta en sus equipos, cuyos jugadores estaban inclinados a su juego con una alegre buena voluntad. Usted nunca podría haber oído a sus jugadores protestar, quejarse. Por el contrario, todos deseaban hacer algo más que lo que les tocaba. Esto es lo vital en materia de disciplina. Alguien tiene que ser el jefe (y puedo pensar en al menos un equipo internacional de los tiempos modernos que tenía un record mediano, porque nadie era el jefe), pero dar órdenes es sólo el comienzo de la disciplina.
La prueba de un capitán es que él debe inspirar voluntad entre sus jugadores para realizar sus intenciones. Implica manejo de hombres y si tengo que elegir capitán entre dos candidatos, uno un táctico perfecto sin la destreza para llegar a sus hombres y otro, un tipo sin brillo táctico, pero con la habilidad de conseguir que sus jugadores respondan alegremente y consistentemente, yo tomaría a éste último. Calma y confianza (y no sobreestimación) son las cualidades a buscar. Estas son las cosas que engendran fe, y cuando se tiene fe, se tiene al mundo.
Respeto es aprecio y consideración. Respeto es una palabra a través de la cual usted puede leer muy bien todo aquello que tiene que ver con la rectitud de un hombre, una cualidad que surge cuando un hombre comanda y otro no. Un compañero puede ser un poco retraído en empeñarse al tackle, pero si usted sabe que él está virilmente tratando de que nunca caiga su cuerpo y que su miedo al contacto es una reacción instintiva que desearía vender sus propiedades para estar exento de aquel, usted lo respeta. El está dando lo mejor de si.
Un jugador puede ser su crítico despiadado, pero si usted sabe que él no es impulsado por malicia, sino que está profundamente preocupado como usted por el bien del equipo, usted lo respeta, esto también es suficiente. Son los perezosos, los sin voluntad, los egoístas, los maliciosos, los que debe ser olvidados. Ellos no merecen ser respetados. Hay un test simple: Si un jugador puede decir de otro, cuando le preguntan si le gusta o no, “yo lo respeto”, es suficiente. Cuando en un equipo de rugby existe respeto entre cada uno de sus hombres, tiene la base más sólida y fuerte que podría aspirar.
Espíritu de Equipo es una cualidad intangible, pero vital. En estos días de superchería y de reputaciones “burbuja” es a menudo ridiculizado y uno es consciente, también, que el espíritu “del equipo”, acompañado por emotivos llamados a los individuos para que hagan lo mejor en beneficio “del equipo”, es demasiado rápidamente invocado por “líderes animadores” que les faltan recursos para extraer esas cualidades de sus hombres. Usted no puede tener esperanzas de imponer un espíritu de equipo sobre un grupo de hombres. El capitán o el coach no se para y dice: “bueno, desde hoy vamos a tener un buen espíritu de equipo”, está perdiendo el tiempo y el aliento. Espíritu de equipo es algo que emana hacia fuera de cada individuo con tal fuerza que pronto abarca el grupo total.
La noche anterior a que el equipo provincial de Auckland, del cual yo era seleccionador y entrenador, generara el Ranfurly Shield (campeonato nacional de Nueva Zaland a) venciendo a Southland, Wilson Whineray y yo tuvimos una charla con los jugadores. Albert Prior, famoso jugador maorí, segunda línea del equipo, dijo: “Willie, puede llegar un momento del partido en que yo les pida a cada uno de ustedes un esfuerzo supremo”. Le contesté que me parecía bien. Al día siguiente íbamos ganando, pero empezábamos a desmejorar. Southland empezaba a “irse” y a todos nos parecía que se nos iba el partido. Hubo una interrupción en el juego y mientras estábamos parados en el line-out pude oír a Willie caminando a lo largo de la formación gritando “quiero un esfuerzo supremo!…”
“Supremo esfuerzo!” Nunca podré explicar lo que sentí dentro de mi cuando escuché esas palabras –contaba después Albie agregando que si Willie le hubiera dicho- “Albie, por el bien del equipo tienen que morirse”, él se hubiera muerto.
Sólo un capitán del calibre de Whineray pudo, supongo, tener tanta seguridad preguntando lo que a sangre fría parece un gesto teatral.
Pero el hecho es que Auckland se revigorizó y ganó el partido. Todo como consecuencia de ese grito y la respuesta de un espíritu de equipo tan altamente desarrollado como uno nunca pudiese tener ¡Era un buen equipo, además!
Moral o Estado de Animo es orgullo. El orgullo en su odiosa forma es uno de los siete pecados mortales, una tediosa expresión humana. Pero el orgullo dentro del equipo es una cualidad vigorosa y admirable. Un equipo con orgullo de sí mismo, de su club, de su país, aunque sufriendo la más ultrajante desgracia, no perderá su identidad como equipo. Puede ser superado en la cancha, puede no conocer nunca la impetuosa calidad de la victoria, pero debido a su orgullo, seguirá siendo un equipo. Esto es moral, una extraordinaria e importante cualidad en el Rugby.
Ésta, no hay duda, es la prueba de los equipos de rugby, ser capaces de tomar las variaciones de la fortuna sin detrimento de su espíritu combativo. Y por espíritu de lucha que puede tener sabor a jingoísmo o política de agresividad hablar de espíritu de equipo y moral y aún de respeto y de disciplina. Pero desde una experiencia considerable en rugby como jugador y selector y entrenador, es realismo, no jingoísmo, lo que me lleva a creer que la “disciplina”, el “respeto”, el “espíritu de equipo” y la “moral”, son las cuatro rutas del rugby. Usted puede llegar usando tres de ellas o, con un poco de suerte, sólo dos. Pero como equipo, como colección de jugadores, usted sólo descubrirá las mejores cualidades del equipo y de éste como team, viajando por las cuatro rutas, o lo que es más, como lo observó una vez también el viejo Rudyard Kipling, “usted será un hombre, hijo mío”.
Gentileza: Jose Oviedo Oller (Carlos Paz Rugby) / Del libro Fred Allen on Rugby
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