Finalmente Tucumán se pudo sacar la espina clavada desde hacía casi un año después de aquel triunfo de Córdoba con un drop sobre la hora de San Martín el cual le daba el título a Los Dogos. Ahora fue el turno del 15 del norte argentino el que le pago con la misma moneda.
Dicen que la vida siempre te da revancha y para muchos que utilizan este dicho, aplicarlo a la semifinal del Argentino le cae justo. Para quienes presenciaron el partido entre Córdoba y Tucumán, no pueden decir que no disfrutaron de ochenta minutos de rugby jugados con más corazón que una técnica o táctica. El sabor que terminó quedando en los paladares del público de la ciudad mediterránea fue agridulce. ¿El motivo? muy sencillo de explicar. Los dueños de casa fueron grandes protagonistas a la hora de proponer juego pero también hicieron todo lo posible para equivocarse en los momentos justos y así terminar quedándose con las manos vacías.
Si bien los tucumanos no propusieron mucho juego en los ochenta minutos, cuando lo hicieron, hirieron por todos lados. Primero fue en el scrum en donde el pack visitante fue ampliamente superado por los gordos de camiseta roja, y ante esa desventaja, propuso un giro constante y así no solo recuperaron algunas pelotas de esa formación sino que le ensució la base del scrum y esta formación nunca pudo ser una plataforma de ataque. En el line los dirigidos por Oscar Prado, Javier Martínez Riera, Leonardo Gravano, Julio José Paz y José Chavanne, molestaron en varias ocasiones a las “torres” de Córdoba lo cual provocó que el line local nunca pudiera hacer pie y de esta manera le obstruía el juego como para que la pareja de medios cordobesa, nunca pudiera generar juego de manera limpia por esa vía.
Cuando tuvieron que tocar la pelota los backs, fueron los dueños de casa quienes se mostraron más enteros a la hora de tener la ovalada en su poder, mientras que en las únicas dos oportunidades que el equipo de camiseta roja falló en defensa, Tucumán facturó con un try de Ánibal Terán y otro de Ezequiel Faralle. Es decir que los naranjas tuvieron la inteligencia necesaria para llegar al ingoal contrario en dos jugadas de otro partido las cuales fueron bien aprovechadas por dos errores de su rival. Ahí estuvo la gran diferencia de esta semifinal. Uno prácticamente que no se equivocó más allá de ser mezquino en el planteo de juego como lo fue el tucumano, mientras que el otro si bien propuso más en tres momentos claves del partido falló y en este nivel te equivocas y perdes.
Cuando todo estaba listo para que el plantel dirigido por Damián Rotondo, Daniel Tobal, Agustín Rodríguez Araya y Guillermo Taleb, festejara el gran pase a la final, Ramiro Pez realizó un tackle alto el cual fue sancionado por Ramos. Con el brazo en alto del árbitro mendocino, Gabriel Pata Curello pidió la hora y desde afuera le dijeron que el tiempo estaba cumplido por esta razón el capitán visitante no dudo y marcó postes. Todas las miradas estaban puestas en el 10, Nicolás Sánchez, quien a sangre fría paro la pelota, tres pasos para atrás y a cobrar. El referee marcaba la mitad de cancha para que con un sabor a revancha, sacarse la espina clavada, como se quiera llamar, Tucumán dejaba afuera de esta competencia al equipo que por lo visto ante Rosario, Buenos Aires y Tucumán, fue seleccionado provincial que más juego propuso en cada una de sus presentaciones, solo que en este mundo por más que a uno no le guste, mandan las resultados y el éxito.
Por Martín Quetglas
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