Hugo Porta pasó por Mar del Plata. El mejor jugador argentino de la historia del deporte de la pelota ovalada, ofreció su visión sobre el juego actual y también sobre la obra que lleva adelante la ONG Cambio de Paso.
De visita fugaz en Mar del Plata -solía venir muy seguido en su juventud- después de mucho tiempo, acompañó a la ONG Cambio de Paso en una recorrida por el Penal de Batán y por la Casa de Encuentro Comunitario en el barrio Las Heras, aportando su parte para apuntalar el silencioso y fructífero trabajo que puso en marcha el juez Esteban Viñas, allá por 2009.
Mencionar a Hugo Porta es, sin lugar a dudas, mencionar a un “señor” jugador de rugby. Y esa calidad que distribuyó por todas las canchas del mundo, la traslada a su conducta para la vida. Es un señor con todas las letras. Y por eso, en extenso diálogo con LA CAPITAL, si bien evitó entrar en polémicas, también se mostró firme en sus convicciones y con la humildad que caracteriza a los grandes en cualquier ámbito
Fue elegido como mejor jugador del mundo en 1985, por la revista Midi Olympique, distinguido con el premio Olimpia de Oro ese mismo año, y forma parte del Salón de la Fama de World Rugby. De profesión arquitecto, ya retirado de las canchas ha sido Embajador Extraordinario para reiniciar relaciones con Sudáfrica, y también Secretario de Deportes de la Nación, entre 1996 y 1999. Desde 2018 es el presidente de su club de toda la vida: Banco Nación. Siempre es un gusto poder escuchar/leer lo que una personalidad de semejante calibre puede decir.
-¿Cuál es la primera reflexión después de compartir dos días con la gente de la ONG Cambio de Paso?
-Lo que hace Cambio de Paso es una obra increíble. Nosotros estamos muy contentos de poder participar y poder ayudar. Creo que en el camino de lo social, uno pone la misma pasión que ponía cuando jugaba. El voluntariado, la gente que está para atender a los chicos, para brindarles oportunidades y un futuro mejor, merece que uno venga. Son cosas que le hacen bien a la gente, bien a la comunidad y muy bien a uno mismo.
-Al margen de los chicos y el alcance social, ¿es posible la reinserción de los internos del Penal a través del deporte, en este caso el rugby?
-Es la primera vez que voy a un Penal y estoy en contacto con la gente que está privada de su libertad. Veo que el deporte puede jugar un papel importante en su reinserción, en su educación, en poder darles la oportunidad de tener un futuro mejor. No está en mí pensar en cómo debería ser esa reinserción, pero creo que el deporte -especialmente el rugby- les permite tener la experiencia de caerse y tener que levantarse para seguir adelante; de poder tomar decisiones y tratar de que esas decisiones sean las correctas; de entender que existe la solidaridad y existe el otro; y que el trabajo en equipo es importante. Son mensajes que el deporte da. Y el rugby, bien enseñado, no hay dudas de que nos hace mejores personas.
-¿Cómo fue compartir la clínica con los internos?
-En realidad no fue una clínica. Estuve mirando cómo jugaban, hablé con ellos, nos sacamos fotos. Al principio estaba un poco preocupado porque nunca había tenido la oportunidad de charlar con jóvenes que están privados de su libertad. Pero en definitiva, creo que ellos esperaban que uno les contara un poquito de todo lo que había vivido a través del deporte.
-Y después tuvo la oportunidad de acercarse a la Casa de Encuentro Comunitario…
-Sí, fuimos al barrio Las Heras, estuvimos con chicos de 9 o 10 años y nos estuvieron mostrando la Casa de Encuentro, lo que están haciendo y lo que van a hacer ahí. Es una obra increíble. Estuvo muy lindo.
-¿Cómo vive un referente como usted el rugby de hoy, la actualidad de Los Pumas, el profesionalismo?
-Yo al rugby lo vivo a través de mi club. Desde hace dos años soy el presidente de Banco Nación. Lo vivo como he vivido siempre al rugby. Desde el voluntariado y acompañando a los jóvenes y tratando de que los chicos tengan las mismas oportunidades que yo tuve cuando jugaba. Hoy el rugby ha cambiado y la parte profesional del juego la veo más como un simpatizante o un hincha, pero no conozco demasiado. Por supuesto que sigo a Los Pumas cuando juegan y los veo por televisión, tengo una amistad con algunos, que son hijos de quienes han jugado conmigo. Y para ellos, uno siempre quiere lo mejor. Seguiremos la evolución y esperaremos el próximo Mundial que es la competencia más importante para la que hay que prepararse.
-¿Cuál es la primera sensación para una persona tan reconocida, con tantos códigos y con tantos valores, cuando aparecen algunos episodios, aislados, pero que se replican en los medios de comunicación, como hechos de violencia que involucran a rugbiers, o el más reciente hecho de haber violado las normas sanitarias en Australia?
-Para mí, el deporte debe cumplir la función de ser un medio a través del cual uno se pueda expresar y se pueda formar. Es importante el rol que juegan quienes son los mentores y los maestros, y que los valores que transmiten sean respetados por los jóvenes. Cuando uno ve que eso no pasa, se preocupa. En el caso de Australia, yo no sé lo que pasó. Sí sé que había un staff importante de gente y que cuando uno es profesional, debe serlo para todo, cien por ciento. No puedo juzgar lo que pasó porque no estuve ahí. Y con respecto a los otros hechos, el rugby no es un juego violento, sino un juego de iniciativa. Gana el que toma las mejores decisiones. Y eso es lo que hay que enseñarle a los jóvenes. Hay que desdramatizar esto de que ganar o perder es la vida o la muerte. En lo personal, yo he perdido mucho más de lo que he ganado. Y sin embargo la gente considera que uno ha sido una persona exitosa. Sí aprendí a que, cuando me tocaba perder, no me sentía vencido. Siempre me he levantado, siempre he tenido compañeros que me han ayudado. Creo que ese aspecto es el que hay que valorar y rescatar del juego, lo que hay que transmitir. Como decía Angel Guastella: “El partido no se gana con la cabeza del contrario debajo del brazo. Se gana con la pelota, sabiendo jugar y anotando más puntos que el rival”.
-La pregunta apuntaba también a que la primera reacción es responsabilizar al rugby. Y acaso la culpa no es del rugby, sino de algún formador, algún líder de grupo…
-Sí, exacto. Por eso es muy importante el trabajo que se hace en los clubes. Creo que durante esta pandemia los clubes de rugby han demostrado que lo más trascendente no pasaba por lo deportivo, sino por lo social. Los clubes se mantuvieron vivos a pesar de que hubo una deserción muy grande durante este tiempo. Y de a poquito nos fuimos recuperando, conservando esa comunicación y esa relación entre todos. Un ejemplo de cómo hay que trabajar pensando en un futuro mejor y sobreponiéndose a la adversidad.
-Esa merma producto de las deserciones implica una gran caída en la recaudación de los clubes por cuotas sociales. ¿Cómo lograron salir adelante?
-No fue sencillo. Lo primero fue lograr que los que se habían ido, regresaran. En mi club nadie deja de jugar al rugby porque no puede pagar la cuota. El esfuerzo lo hacemos entre todos. El club beca a muchos chicos que no tienen la posibilidad de pagar la actividad. Hay otros chicos que les ayudan a pagar la cuota a quienes no pueden hacerlo. De alguna manera se van paliando las dificultades. Lo que hay que hacer es atraer nuevamente a los jóvenes a los clubes. Permitirles que tengan las oportunidades de vivir la vida de club que uno vivió. Hoy, los clubes se están transformando en una especie de guardería. Los chicos van, hacen una actividad y se vuelven a su casa. Lo que pretendemos, por lo menos en mi club, es que el chico venga y se quede. Que haga otras actividades además de jugar al rugby y lograr así ese sentido de pertenencia hacia los colores y la camiseta.
-Los Pumas se ganaron un gran respeto internacional con la poquísima competencia de un par de test-matches al año. ¿Qué tan diferente hubiera resultado la historia para su generación si hubiese existido, por ejemplo, algo como el Rugby Championship?
-(Sonríe) Es algo incomprobable, ¿no? En realidad, uno se ponía la camiseta de Los Pumas dos veces por año. A veces un poquito más, porque íbamos a alguna gira. Y eso es lo que hacía tan especial jugar por Los Pumas. La gente también valoraba esas poquitas veces que jugaban y los quería ir a ver. Mucha gente viajaba desde cualquier lugar del país para ver a Los Pumas. Hoy, la competencia es mucho mayor. Hay más partidos, hay un desarrollo mayor de los medios de comunicación, con lo cual a veces resulta difícil mantener toda esa tradición que transmite el poder jugar por el seleccionado argentino. Pero supongo que cuando un jugador de hoy se pone la camiseta de Los Pumas, siente lo mismo que sentía uno. Tengo la ilusión de que es así. No tengo dudas.
-Rescatar el espíritu amateur más allá de que ahora todos son profesionales…
-Ya dije antes que no conozco mucho del mundo profesional. A mí, jugar al rugby me enseñó un modo de vida, no un medio de vida. En lo personal, nunca tuve un patrón. Siempre fui dueño de mí mismo y pude tomar mis propias decisiones. Imagino que en el profesionalismo, las cosas deben ser distintas. Pero al no conocerlo, no me animo a emitir opinión sobre eso.
-¿Por características de juego, a alguno de los aperturas que ha pasado por Los Pumas lo ha visto desde su óptica como el sucesor o el heredero de Hugo Porta?
-Seguro que hay mejores jugadores que Hugo Porta en el rugby actual. El juego en ciertos aspectos ha mejorado. Los pateadores de hoy tienen un nivel de efectividad muy superior al que tenían en mi época. Pero hay algunos aspectos del juego que habría que cambiar. Me parece que hay una gran atención en todo lo defensivo y por ahí no se presta tanta dedicación al juego de ataque, a mantener la pelota viva, que es lo que a mí me gusta. Hoy el rugby es bastante predecible, y por lo tanto, habría que pensar si hay alguna regla que se puede mejorar o cambiar. Me parece que se ha transformado en un juego muy físico, y la verdad es que el rugby es un juego de pelota, de habilidad, en el que tiene que ganar el más inteligente.
-¿Hay mucha resistencia cuando se proponen cambios reglamentarios?
-Depende de los cambios que se quieran hacer. Creo que los cambios que habría que hacer, y que no sé cuáles son, tendrían que respetar la esencia del juego. No hacer que el rugby pierda cosas que son inherentes a este juego. Muchos hablamos del problema del scrum, pero es una de las características del juego del Rugby Union que no se pueden perder.
-¿Cuál es su mensaje para cerrar esta charla?
-Simplemente, agradecer a la gente de Mar del Plata. La he pasado de primera. Me he entusiasmado con el trabajo que Cambio de Paso en el Penal y seguramente pronto volveré. La paso bien, hice amistades con mucha gente. Una de las cosas fundamentales del trabajo social, es volver. Es hacerle entender al otro que hay alguien ahí afuera que se acuerda de él y que a uno le importa. Cuando tiene la oportunidad de volver a ver a un chico que vio hace meses, acordarse del nombre y acariciarle la cabeza y preguntarle cómo está. Eso tiene un valor enorme para el que está del otro lado.
Por Marcelo Solari
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