El resultado vale. Sirvió para escaparle al partido por el descenso. Sirve para empezar a pensar en el futuro.
Sirve para demostrar que este equipo golpeado en Córdoba, pudo reponerse. Ese es el valor del triunfo de Rosario sobre Mar del Plata por 30-10 (4-0). También sirve para demostrar que no es más que ésto, un equipo -por ahora- en deuda con el juego.
Tácticamente se puede decir que salió todo bien. Desde el vamos se vio que la premisa era jugar en campo contrario. Y se logró. Además el pie de Mangiamelli se encargó de sumar de a tres. El fijo fue contundente, dominante. El line aseguró calidad de pelotas.
Pero a partir de allí solo se pudo dominar territorialmente sin lograr penetrar en una defensa que con poco se las ingenió para frenar uno y otro avance. Talvez, porque no hubo sorpresas, ni gente con la visión necesaria para encontrar los espacios.
Mar del Plata, sin la pelota, solo atinó a defender y ser espectador. Recién sobre el final, en la primera pelota clara desde un scrum vino la corrida del veloz Christensen, que terminó en penal bajo los palos. Realmente poco, muy poco, aunque terminó insinuando cierta actitud para pelear el ruck. Como para pensar que el segundo tiempo podría ser otra cosa.
Pero, en el arranque otra vez, un Rosario dominante. Con mejor control, tras varias fases, cambiando de frente, usando todo el ancho de la cancha, llegó el try de Albarracín. Allí pareció que “arrancaba el partido”. Allí se vio lo mejor de Rosario.
Pero solo fue un amague. Porque enseguida volvió el juego anodino, sin sorpresas, por momentos lento, individualista. Aunque siguió prevaleciendo como dueño del terreno. Y facturando los errores rivales cada vez que Mangiamelli apuntaba a los palos.
Mar del Plata, solo fue chispazos. Por allí algunos movimientos por el eje profundo para ganar metros. Por allí alguna pelota por el abierto para intentar bien por afuera el quiebre. Con imprecisiones las pocas veces que pisaron las 22 rivales. Pero todo muy previsible y sin continuidad. Solo pudo con el esfuerzo de sus delanteros, penetrar y anotar, como ocurrió con el try de Urrutia, tras ganar un line y generar un movimiento por la cola, que terminó en la arremetida “a los ponchazos” del segunda línea.
Pero quedaron un par de minutos para que el Pitu Miralles pudiera demostrar su capacidad, pisando para adentro y para afuera, desparramando rivales, en su camino al try. Realmente muy poco para ver y mucho menos para disfrutar.
Cancha: Gimnasia y Esgrima, Parque Independencia.
Arbitro: Carlos Sandoval (Buenos Aires)
Rosario: Sodini (F.Dellavedova), G.Dellavedova y Carranza (Asenjo); Vallejos (E.Schiavo) y C.Boffelli (cap); C.Preumayr, S.Boffelli (Colacrai) y C.Schiavo; Vergallo (Gulino) y Mangiamelli; Albarracín, Escalante (Biamino), Amelong e Iguri (Martínez); Miralles.
Entrenadores: Luis Rivas y Raúl Pérez.
Mar del Plata: Vigliero (Discala), Acevedo y Feldman (Tesone); Delisazo (Urrutia) y Mercado; Guadagna (Martinelli), Aceña y Varela; Zapiola (cap) y González Sueyro; Christensen, Guazelli, Meoqui y Witte; Iriarte.
Entrenador: Sergio Bratelli
Primer tiempo:
11´drop Mangiamelli 3-0
15´penal Mangiamelli 6-0
20´penal Mangiamelli 9-0
27´penal Mangiamelli 12-0
36´penal G.Sueyro 12-3
Segundo tiempo:
7´try Albarracín 17-3
21´penal Mangiamelli 20-3
28´penal Mangiamelli 23-3
32´try Urrutia, gol G.Sueyro 23-10
36´try Miralles, gol Mangiamelli 30-10
Autor: Carlos E.Bustos