Su historia empezó con una tragedia durante la década del 60. Años más tarde, llegó a la Argentina y hoy le rezan para que controle “las pasiones del juego”.
Durante los festejos por el centenario del reconocido Colegio Labardén, de San Isidro, hubo una llamativa imagen que contó con la bendición del Obispo Moseñor Ojea. Se trata de la Virgen del Rugby, que vela por los “chicos rudos” para protegerlos del mal.
Su historia comienza el 10 de septiembre de 1964 en Bugnein, ciudad ubicada en los Pirinéos Atlánticos de Francia. Luego de que los rugbiers Jean Othats, Émile Carrère y Raymond Albaladéjo jugaran un partido amistoso en Burdeos, chocaron contra un camión de regreso a sus hogares. Tras el impacto -cerca de Lesperon-, el auto se terminó estrellando contra un árbol y los tres murieron en el acto.
La conmoción que hubo en Francia por el trágico accidente no dejó indiferente al Padre Michel Devert, un sacerdote local y ex jugador de rugby que, inspirado en un vitral que abrieron en Inglaterra en memoria de seis jugadores del Manchester United que fallecieron en un accidente conocido como el Desastre Aéreo de Munich, en 1958, tuvo una idea.
“¿Por qué no abrir un oratorio donde la oración diaria asciende por aquellos que nos dejaron y también para proteger a los que siguen junto a nosotros?”, se preguntó Devert. Con ese disparador, se propuso restaurar una antigua capilla y que se convierta en el espacio de oración para los rugbiers. Hoy es conocida como la Notre-Dame-du-Rugby.
Devert organizó campañas benéficas para reparar la capilla, inaugurada el 16 de julio de 1967 en el pueblo de Saint Savin por Michel y por el Monseñor Bézac, que celebraron una misa para homenajear a los rugbiers fallecidos y -principalmente- para velar por el futuro por todos los que practicaban el deporte.
“El mundo del rugby tiene su propia capilla, para velar por sus chicos rudos, protegerlos del mal y ayudarlos con sus dificultades”, había dicho Devert en la misa inaugural. Hoy, 55 años después, los hinchas piden allí por sus equipos (el estilo románico de la capilla se fusiona con cientos de camisetas -varias firmadas- dentro del templo) y un imponente vitral tiene a la Virgen María con un niño y una pelota de rugby en sus brazos.
La llegada de la Virgen a la Argentina
En uno de sus viajes a Francia, el Padre Jorge Murias trajo a Argentina una estampita de la Virgen y la propuso como patrona del Movimiento Cristiano para Gente de Rugby, dependiente de la diócesis de San Isidro, y en 1983 nació Nuestra Señora del Rugby. Además, Murias dirigía en una capilla cerca de Pilar otros movimientos e incluso acompañó espiritualmente a los “Espartanos”, un equipo de rugby conformado por reclusos del penal de San Martín.
Lo que empezó como un fatal accidente en tránsito en Francia no solo devino en la llegada de Nuestra Señora del Rugby a Argentina sino también en su “escultura”. El club Jockey se convirtió en 2014 en el primer club de Tucumán y el segundo en la región -detrás de Tigres de Salta- en erigirle un altar a la Virgen. Es así que dos encargados del club le encomendaron la tarea a José Bulacia, a quien conocían de la infancia, y seleccionaron tanto por sus cualidades en la escultura como por su vínculo con el club (jugaban en él sus dos hijos).
“Quédate con nosotros en el terrible scrum de la existencia”: la plegaria de la Virgen.
El padre Michel Devert falleció en 2012 y dejó un importante legado espiritual en la comunidad del rugby. Tanto era el cariño que sentía por ella y por su capilla, que dicen que viajaba 197 kilómetros durante cada semana para mantenerla. Incluso no solo fue responsable de la inauguración de la Notre-Dame-du-Rugby, sino que también escribió la oración de la Virgen:
“Virgen María que enseñaste a tu Niño Jesús a jugar en tu regazo, vela maternalmente sobre nuestros juegos de niños grandes. Quédate al lado nuestro cuando la pasión del juego nos toma por entero y que hace falta, a pesar de todo, conservar el dominio de sí mismo y mantener al juego toda su nobleza. Quédate al lado nuestro para sostener nuestras fuerzas y nuestras voluntades tendidas hacia la victoria. Pero también, quédate con nosotros, en el terrible scrum de la existencia, para que salgamos vencedores del gran juego de la vida, dando el ejemplo, como en la cancha, de coraje, de ganas, de espíritu de equipo, en una palabra, de un ideal a imagen del tuyo”.
La oración utiliza conceptos del deporte como “scrum” (una formación fija cuya función es disputar la pelota y volver a ponerla en juego, luego de una falta menor) y le pide a la deidad que ayude a los deportistas a controlar las pasiones del juego.
“Tienen la garantía de la protección divina, dónde buscar la luz cuando la prueba se acerca, ya no sólo en la lucha diaria, también cuando se encuentren bajo la mirada de la Virgen ¿No es esto una seguridad y una de las alegrías de la tierra?”, reflexionó Devert en la inauguración de su proyecto, uno de los momentos más importantes de su vida.
Por Ignacio Rapari
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