El rechazo del back en una consulta pública por el matrimonio igualitario en 2017 desenmascaró la realidad de una iglesia del Pacífico que condena a la comunidad LGBT al “infierno”.
El 2019 marcó un punto de inflexión muy negativo en el rugby australiano. Posicionados para ser protagonista en el Mundial de Japón de aquel año, los Wallabies entraron en caos por una publicación de Instagram que compartió una de las figuras del equipo, el back Israel Folau, en la que instaba a los “borrachos, homosexuales, adúlteros, mentirosos, fornicadores, ladrones, ateos, idólatras” a arrepentirse, porque de lo contrario “el infierno les espera”. La federación fue tajante en el rechazo a la postura del jugador, que ya se había manifestado en contra del matrimonio igualitario en 2017, y lo suspendió del equipo mundialista, a lo que Folau respondió con una demanda por 6,2 millones de euros.
El paso del tiempo, y el rearmado de la selección australiana para llegar con muchas mejores sensaciones al Mundial de Francia que tendrá lugar a partir de septiembre, alivianaron las tensiones y el enfrentamiento público entre las dos partes. Pero aquellos fantasmas podrían resurgir en forma de un nuevo documental en dos partes que estrenará la señal televisiva ABC, que busca detallar el alcance que tuvo la disputa en los protagonistas y promete desenmascarar el culto religioso detrás de las miradas sobre la familia y los valores tradicionales de Folau y miles de australianos de ascendencia tongana.
“A fin de cuentas es una historia muy triste. Les costó sus trabajos a Raelene Castle [ex CEO de la federación australiana de rugby] y Michael Cheika [entonces seleccionador], descarriló la campaña de los Wallabies para el Mundial de 2019, costó millones de dólares en honorarios legales y prensa negativa, y dejó a mucha gente inocente sufriendo por todo el odio que destiló” reflexionó Nel Minchin, directora de la producción, titulada “Folau”, que iba a estrenarse en noviembre de 2022, pero fue pospuesta y ahora se transmitirá el 18 y 25 de mayo. “No quiero reabrir viejas heridas; nos tomamos mucho tiempo y tuvimos mucho cuidado para lograr lo contrario. Pero las problemáticas que este caso sacó a la luz son aún más relevantes hoy, así que es tiempo de revisitar esa tormenta y tener estas conversaciones”, añadió.
El protagonista de la historia es el único que rechazó la oferta de ser entrevistado para el especial, que sí contará con las voces de ex compañeros, entrenadores, pastores religiosos y también miembros de la comunidad LGBT tanto del Pacífico australiano, la comunidad en donde nació y se crió el jugador, como del mundo del rugby, como Dan Palmer, el único wallaby abiertamente gay. No obstante, para Minchin esa limitación le dio forma a su proceso de creación: “Su ausencia resultó en una película diferente, una que pone en la balanza la historia de Israel y las voces de la gente afectada por sus acciones”, evalúa. “Así como un equipo está conformado por personas, culturas, clases y filosofías diferentes, ocurre lo mismo con un documental… ahí es donde las cosas se vuelven complicadas”.
El origen de la polémica recae en que el padre de Folau, Eni, es el líder de la Iglesia de la Verdad de Jesucristo, una rama extremista del cristianismo que cuenta con un número reducido de miembros y condena a quienes no formen parte, incluidos evangélicos y católicos, a “quemar en el infierno”, además de considerar la homosexualidad como un pecado digno de muerte. Cuando el wing y fullback compartió el posteo de Instagram que desató la polémica, muchos de sus compañeros y personalidades del deporte, incluida la histórica extenista Margaret Court, salieron a defenderlo públicamente exigiendo que se respete su libertad de expresión y catalogando al rugbier como un “mártir” del deporte y la religión; Folau llegó incluso a ser comparado con Muhammad Ali y Colin Kaepernick.
Como consecuencia, la federación consideró que violó el código de conducta del equipo y lo suspendió indefinidamente de los Wallabies. Folau respondió con una demanda por 6,2 millones de euros al sentir que se le cercenó su derecho a expresarse, e incluso generó campañas de donación para pagar sus honorarios legales. Años después, gracias a la reglamentación de World Rugby que permite que un jugador pueda cambiar de selección si transcurre un período de tres años de inactividad, el back volvió al rugby internacional representando a la selección de Tonga, país de donde proviene su madre.
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