El choque de estilos y la intención de ambos de tener el protagonismo derivó en una tremenda disputa en el contacto desde el inicio de la historia. A su vez, una gran cantidad de imprecisiones de los dos equipos provocó que ninguno tenga verticalidad ni armado de juego, por lo que de entrada la disputa estuvo bastante marcada en la mitad de la cancha.
Así, el marcador se pudo abrir gracias a un penal de Thomas Ramos para el dueño de casa. Sin embargo, instantáneamente después, el seleccionado neozelandés elaboró la que fue su mejor maniobra colectiva de toda la primera parte para llegar al try de la mano de Peter Lakai. A partir de esa acción, el encuentro se abrió un poco más y la visita consiguió una mayor claridad para dominar en campo contrario.
De esta manera, los All Blacks controlaron el campo y la posesión de la pelota una gran parte de la primera mitad, y en una nueva jugada aislada de lo friccionado que estaba siendo el desarrollo, Cam Roigard se lució con una avivada tras un scrum con la que se escapó hacia el ingoal galo para estirar la ventaja.
En el medio, Francia en varias ocasiones pudo hacerse fuerte desde la defensa, contrarrestar el dominio rival y empujarlo hacia su propio ingoal. En la única acción peligrosa que generó en los primeros 40 minutos, Romain Buros pudo acortar la distancia, aunque un penal de Beauden Barrett poco tiempo después lo mantuvo siempre alejado del marcador, el cual terminó siendo de 17-10 al descanso para los hombres de Scott Robertson.
En el complemento, los dirigidos por Fabien Galthié pudieron acomodarse rápidamente en campo contrario con la misma fórmula con la que por momentos de la primera parte se hicieron fuertes. Así, Paul Boudehent llegó al try, y con la posterior conversión de Thomas Ramos, el local igualó la historia.
Con el empate, el partido se quebró por completo y ya no volvieron a haber grandes lagunas de estancamiento en el contacto, sino que ambos equipos encontraron más espacios en el fondo rival y se produjo un entretenido ida y vuelta del que salió mejor parado Francia, porque con una nueva conquista, ahora de Louis Bielle-Biarrey, pasó nuevamente a ganar.
A esto hay que sumarle la contundencia defensiva del seleccionado galo, que en todo momento le generó un dolor de cabeza a Nueva Zelanda a la hora de éste meterse en sus 22. Al mismo tiempo, Les Bleus debieron replegarse más para aguantar las embestidas contrarias, por lo que perdieron profundidad en el ataque.
En este contexto, Damian McKenzie acertó un penal para los All Blacks, al que rápidamente Thomas Ramos contestó con otra patada, y posteriormente, el mencionado back kiwi concretó otras dos para poner a un punto del empate a su equipo.
Con el marcador tan ajustado, los dos seleccionados se volvieron a estirar en búsqueda de asegurarse la victoria, pero el desenlace fue el mismo, ya que la firmeza en ambos fondos provocó que la única vía para puntuar sigan siendo los penales: primero Ramos por un lado, y después McKenzie por el otro. Sin más movimientos en el marcador, Francia supo aguantar en el cierre para llevarse un triunfazo de París.
Por Maximiliano De Mingo (Espn)
Créditos: @FranceRugby (X)