Los Harlequins son un equipo de rugby inglés que tienen su sede en Twinckenham, un suburbio al suroeste de Londres, donde comparten hogar con la Rugby Football Union –la selección inglesa–, en el segundo estadio más grande del país después de Wembley.
En este equipo juega una de las jóvenes estrellas del rugby inglés. Marcus Sebastián Smith es un talentoso apertura de la selección inglesa de 25 años, que llegó a la Premiership con 18 años, siendo el segundo debutante más joven de la historia.
La sugerencia de su madre
Desde entonces, los focos se situaron sobre este chico risueño de 1,75 metros de altura y 76 kilos de peso. Hace unos días, Telegraph, el histórico periódico conservador inglés, le dedicó una larga entrevista sobre los aspectos más desconocidos de su vida, entre los que se encontraba su propia fe católica.
Nacido en Manila (Filipinas), de padre inglés y madre filipina. Los padres de Marcus se habían conocido en Hong Kong, donde el padre residía por negocios y donde la madre estaba de paso como azafata. Marcus pasó los primeros 7 años en la megalópolis asiática, pero, después, con su familia – también tiene dos hermanos – se mudó a Singapur.
A los 13 años terminó en la ciudad natal de su padre, Brighton (Inglaterra), donde llegó ya con el rugby recorriendo sus músculos y su corazón. Marcus fue iniciado en este deporte por su propio padre, que fue jugador de alto nivel y fundador de un club deportivo en Manila.
Con una infancia cómoda en Manila y Singapur, gracias al trabajo de su padre en el sector inmobiliario y al trabajo de su madre como azafata, Smith, desde muy temprano, estuvo inmerso en la fe: “La familia de mi madre es muy religiosa”, dice el jugador de rugby inglés.
“Todavía rezo regularmente con mi madre y sigo leyendo la Biblia. Me hace sentir tranquilo, me hace creer que todo estará bien. En los altibajos del deporte profesional es necesario poder mantenerse lo más equilibrado posible. No tienes que pensar que eres un campeón si ganas un partido, y no tienes que pensar que eres el peor jugador del mundo si pierdes. Es lo más importante que he aprendido en los últimos dos años”, confiesa.
Pero, la relación de Marcus con la fe no siempre fue tan estrecha: “Me alejé de ella probablemente entre los 14 y los 19 años – explica – había otras cosas que me interesaban, pero cuando tenía 21, mientras luchaba por volver a estar en forma, estaba tratando de entrar en el equipo de Inglaterra, mi madre me sugirió que volviera sobre mis pasos. Ahora comulgo, rezo todas las tardes y todas las mañanas. Desde entonces nunca he parado. Me da paz”, relata la estrella.
El año pasado, en otra entrevista, Smith dijo de Dios: “Le confié todos los resultados, todo lo que no podía controlar. Pero, mientras tanto, yo trabajo lo más duro posible en este deporte. Todo esto me acercó más a Dios, creo profundamente en Él.”
Rugby y catolicismo
Precisamente, el portal The Pillar dedicó recientemente un reportaje a los vínculos del rugby con la fe católica, y mencionaba cómo en Larrivière-Saint-Savin, un municipio francés de 600 habitantes situado en el departamento de las Landas, región de Nueva Aquitania, existe un lugar que celebra esta historia: la capilla Notre Dame du Rugby.
Se trata de una pequeña iglesia de origen medieval que en los años 50 fue restaurada por un sacerdote, el padre Michel Devert, que la dedicó al tema del rugby -el deporte más popular en aquella zona- en memoria de tres jóvenes jugadores de rugby que murieron en un accidente de tráfico. Hoy recoge recuerdos y objetos devocionales dejados por los jugadores que van allí a rezar.
Una de las vidrieras del templo muestra a una Virgen con el niño y un pequeño balón ovalado, mientras, debajo, los jugadores levantan las manos en dirección a la Virgen. Pero, los vínculos entre el rugby y el catolicismo no solo se encuentran Europa, también están vivos en países como Nueva Zelanda.
El padre Anthony Sumich, de 58 años, es un sacerdote de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro con sede en Auckland (Nueva Zelanda), donde nació. Antes de ingresar en el seminario, a los 34 años, fue jugador de primer nivel y entrenador de la selección croata de rugby, el país al que pertenecía su familia.
“En Auckland, la competición de jóvenes es una de las más despiadadas y difíciles del mundo a ese nivel. Hay 16 equipos y 8 de ellos son de escuelas católicas para niños”, comenta el sacerdote. Sumich, que defiende y promueve la unión entre la fe y el rugby, sabe quién podría convertirse en el patrón de este movimiento: el padre Francis Douglas (1910-1943).
Excelente jugador de rugby neozelandés, Douglas se unió a la Sociedad Misionera de San Columbano, y, en 1939, fue enviado a Filipinas. En 1944, durante la ocupación japonesa fue arrestado por la Policía secreta y torturado durante tres días para revelar información sobre los guerrilleros presentes en la zona de los que era el confesor. No dijo una palabra y fue asesinado. La archidiócesis de Wellington y los Misioneros Columbanos ya están trabajando para abrir su causa de beatificación.
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Créditos: Sky Sports