Kirwan, de 60 años, reconoció que quedó sorprendido tras la histórica derrota de Nueva Zelanda en Wellington, cuando Sudáfrica se impuso con un contundente 43-10, la peor caída de los All Blacks en su historia.
Ese día, Erasmus realizó seis cambios en su línea de backs (cinco personales y uno posicional), una decisión que, según Kirwan, en un principio pareció “de pánico”, pero que terminó siendo un movimiento brillante.
Para Kirwan, la gran diferencia está en la forma de tomar decisiones bajo presión.
“Lo asombroso de Rassie es que, bajo esa presión, no se rinde; simplemente hace lo que quiere. Cambia el equipo, hace muchísimas cosas diferentes y gana”, señaló en el podcast Rivals.
Mientras Erasmus apuesta por la experimentación y la rotación, pensando en la Copa del Mundo 2027 y en el desarrollo de jóvenes talentos, Robertson ha preferido un camino más conservador, con pocas modificaciones y sosteniendo jugadores cuestionados como Rieko Ioane.
Kirwan también advirtió que el rugby de Nueva Zelanda enfrenta un problema de recambio: “No creo que tengamos la profundidad que teníamos antes. Cuando se habla de laterales o aperturas, no surge un nombre fuerte de inmediato”.
“La salida de figuras como Richie Mo’unga al extranjero deja un vacío difícil de llenar”.
Comparó la situación con la de Australia, debilitada cuando jugadores de peso como Will Skelton priorizan compromisos en Europa.
Kirwan cerró con un elogio cargado de ironía hacia el técnico de los Springboks: “Rassie no es un entrenador sudafricano, es un dios sudafricano. Es un dios allí”.
Finalmente, subrayó que el rugby neozelandés necesita revisar su sistema de desarrollo y encontrar soluciones para competir con la profundidad y la estrategia sudafricana en los próximos años.