Nueva Zelanda derrotó a Gales por 52-26 en el Principality Stadium y extendió a 34 partidos su racha de victorias consecutivas ante los Dragones, una serie que se remonta a 1953. Pero, más allá del marcador, el encuentro quedará en la historia por el triplete de Tom Rogers, el primero de un jugador galés contra los All Blacks.
El equipo de Scott Robertson, que venía de caer ante Inglaterra, presentó una alineación renovada con doce cambios y descansos para Ardie Savea y Beauden Barrett. Aun así, los neozelandeses golpearon desde el inicio: tries de Caleb Clarke, Sevu Reece (dos), Ruben Love, Tamaiti Williams y Rieko Ioane, más 17 puntos del pie de Damian McKenzie, cimentaron una actuación ofensiva implacable.
Gales, que llegó a estar solo 24-21 abajo a los 50 minutos, mostró orgullo y determinación. Louis Rees-Zammit aportó un try característico en el cierre, mientras que Dan Edwards sumó tres conversiones. La nota emotiva del día la dio Harri Deaves, flanker de Ospreys, quien pasó de trabajar como techador a debutar en un test match ante los All Blacks.
En un duelo intenso y dinámico, Gales encontró respuestas rápidas: Rogers marcó su primer try tras una buena acción aérea de Rees-Zammit, y más tarde apoyó nuevamente tras una secuencia bien construida por Tomos Williams, Max Llewellyn y Edwards. Su tercer try llegó apenas comenzado el segundo tiempo, tras una carga de Dafydd Jenkins y una gran continuidad de Joe Hawkins y Llewellyn, convirtiéndose así en el primer galés en lograr un hat-trick ante Nueva Zelanda.
Los All Blacks, sin embargo, siempre consiguieron recuperar la iniciativa. Pese a dos tries anulados por TMO, Ioane volvió a marcar diferencias en la esquina y, sobre el final, Reece apoyó un doblete desde el banco, seguido por otro try de Clarke que decoró el resultado.
Fue una tarde histórica para Tom Rogers, pero también una nueva muestra del poder ofensivo neozelandés, que vuelve a encarrilar su camino tras semanas de cuestionamientos.








