La inglesa Abbie Ward se convirtió en una figura clave del rugby femenino moderno al lograr algo histórico: regresar al más alto nivel internacional menos de un año después de ser madre y, al mismo tiempo, impulsar cambios estructurales para acompañar a jugadoras embarazadas o en etapa posparto.
Ward volvió a vestir la camiseta de Inglaterra y se consagró campeona del mundo en Twickenham tras el triunfo 33-13 ante Canadá, donde además apoyó un try. Su retorno fue una reivindicación personal y un mensaje de inspiración para toda una generación.
Su embarazo expuso un vacío en el rugby profesional: no existían protocolos claros para entrenar, recuperarse ni reincorporarse luego de ser madre. Las dudas eran constantes y sin respaldo médico específico.
A partir de su experiencia, Ward impulsó la creación de normativas pioneras que hoy sirven de guía para jugadoras de élite en pleno proceso de maternidad.
Ward vivió la evolución del deporte: desde debutar ante unas pocas decenas de personas hasta jugar una final mundialista en un Twickenham lleno. Pasó por Darlington Mowden Park, Harlequins —donde fue campeona— y Bristol Bears, donde juega actualmente.
Inspiración para nuevas generaciones
En el International Women in Sports Congress, destacó que la maternidad no es un obstáculo, sino una etapa más en la carrera de una atleta. Su mensaje —“For the girls”— resume un legado que ya trasciende lo deportivo.
La historia de Ward también ilumina otras experiencias transformadoras dentro del rugby femenino, como la de la canadiense Olivia Apps, quien convirtió su pérdida de cabello en un símbolo de identidad y fortaleza.








