Los jugadores no aceptan la propuesta dirigencial de la Unión Argentina de Rugby.
Cuando se vislumbraba un principio de solución, parece ser que la relación entre los dirigentes de la UAR y los jugadores de los Pumas volvió a tensarse. Después de varios meses de idas y venidas, arreglos y propuestas cruzadas, es como si se retrocediera al punto de partida, como si todo lo que sucedió no hubiera servido para nada.
El nuevo quiebre, en esta historia de nunca acabar, se da porque los jugadores no aceptarán -aún no lo notificaron oficialmente- firmar contratos con la UAR en manera individual, argumentando que esa no es la intención y el espíritu del grupo. Incluso, varias de las condiciones detalladas en el escrito que les acercaron no los convence para nada, además de que tendrían validez hasta diciembre próximo.
Las objeciones, entre otras cosas, son para los ítems que establecen sanciones económicas y/o disciplinarias que podrían sufrir si es que reciben una tarjeta amarilla o roja durante un partido (las multas serían entre le 30% y el 100% del premio correspondiente a este cotejo); si no responden, al menos, a la docena de convocatorias anuales para estar con el seleccionado; tendrán expresamente prohibido participar de la política de la UAR y hacer cualquier declaración o manifestación sobre los dirigentes, y la otra cuestión que los deja en desamparo es la que puntualiza que la UAR se deslinda de cualquier responsabilidad por lesión y/o accidente que pueda padecer algún jugador.
Los rugbiers, por intermedio de los seis representantes, rechazarán estos contratos e insistirán con la propuesta que habían acordado con los managers Ricardo Handley y José Luis Rolandi. Pero aquí surge otro conflicto importante: desde la semana última, Handley mantiene firme su renuncia (se reunió con el secretario Raúl Sanz y no cambió de opinión), y si él se va, lo seguirá Rolandi, que por el momento deja supeditado su futuro a lo que haga Handley.
Fuente: Diario La Nación