Para Los Pumas fue un gran año, pese a las peleas con los dirigentes la cuales comenzaron a comienzo de año. Todos le apuntan al próximo mundial.
Con orgullo bien ganado, los Pumas pusieron sobre la mesa sus logros: dos victorias con Gales en junio, el pase al Mundial 2007 sin sobresaltos luego de éxitos con Chile y Uruguay, el argentinazo histórico en Twickenham con el triunfo ante Inglaterra y la revalidación de credenciales ante Italia con varios suplentes, en Roma, y en el medio de una crisis increíble con los dirigentes. Incluso las dos derrotas del año tienen valor agregado: las apretadas caídas ante All Blacks y Francia tuvieron su toque de épica.
Además, se rotó bastante el plantel, algunos rugbiers argentinos como Mario Ledesma, Agustín Pichot, Nacho Fernández Lobbe y Gonzalo Longo que confirmaron que, en su madurez, son verdaderos grandes de este deporte; también se vieron considerables progresos en tres tremendos rugbiers como Juan Fernández Lobbe, Gonzalo Tiesi y Juan Leguizamón, mientras que dos cracks como Felipe Contepomi y Juan Hernández hoy son reconocidos como individualidades sobresalientes en cualquier rincón del planeta ovalado.
ENTRE EL OTRO RINCON
Lejos, muy lejos de los jugadores, los actuales dirigentes de la UAR, encabezados por Alejandro Risler (presidente) y Raúl Sanz (secretario), también enarbolan con satisfacción sus resultados positivos en números: se redujo en un 50 por ciento los gastos si se lo compara con ejercicio anterior y quedaron cifras a favor por 4.031.156, contra los negativos 2.604.847 del año fiscal que cerró en setiembre del 2005.
Prensa UAR
Sanz, Risler y Porta hicieron el balance de fin de añoNada mal para una entidad que estuvo en cesación de pagos y que hace un año necesitó de que el anterior presidente, Emilio Perasso, y sus colaboradores, hicieran una colecta con dinero de sus bolsillos para abonarles los sueldos a los empleados administrativos.
Seguramente buen esfuerzo personal le demandó a la actual gestión de Risler y Sanz acomodar ingresos/egresos cuando la UAR era tierra arrasada y con agujeros por todos lados, producto no sólo de los desatinos financieros de sus antecesores inmediatos (no olvidemos que, precisamente, Risler fue tesorero durante la presidencia del escribano Perasso), sino más bien de un hábito del malgasto que estaba enquistado en la UAR desde mucho tiempo atrás.
LA HIEL DEL EXITO
Sin embargo, el éxito de ambas partes -jugadores y dirigentes- en sus distintas metas, deja en este caótico 2006 un regusto, con más hiel que almíbares… Porque entre ambas facciones se dio una guerra no declarada y aunque por momentos tuvo una causa justa (según desde donde se mire el conflicto), otras veces la puja descendió a los niveles de peleíta de vuelo bajo y cargada de patoterismo barato.
Cada parte decidió el campo de batalla más conveniente. Y sus objetivos, claro. Para los dirigentes de la Unión Argentina de Rugby y, especialmente, para Risler y Sanz, imperiosamente había que romper un par de ejes sobre los cuales giraba -perniciosamente, según ellos- el rugby nacional: el primero, Sportfive y su función de agente comercial con superpoderes; el segundo, los jugadores de los Pumas liderados por Agustín Pichot, con atribuciones exageradas para el común de sus pares. El argumento lo tenían a mano y era real: el desastre económico-financiero que habían heredado.
Hubo de todo en esos meses de caos: la UAR se presentó en convocatoria de acreedores y se deshizo en términos prácticos la sociedad con Sportfive, hasta trasladar las escaramuzas a los estrados judiciales.
Mientras tanto, salía a la luz el otro foco de conflicto: UAR versus Pumas.
¿Las razones? En la superficie podríamos enumerar la falta de apoyo logístico de los dirigentes hacia el equipo, la nula comunicación, la paranoia entre unos y otros, el descrédito de los jugadores para con Risler (antiguo negociador con ellos, que ahora ni les devolvía los llamados) y la fama.
También cobraron protagonismo los comentarios ultramontanos de Sanz sobre el profesionalismo y la sobreactuación de los Pumas ante cada paso y/o declaración de los mencionados dirigentes.
Y, por supuesto, también estuvo en el medio la falta de acuerdo entre las partes para solucionar la deuda existente (un millón de pesos) y el futuro convenio para las temporadas siguientes, recordando que en el 2007 se venía el Mundial…
Los jugadores ponían todo su esfuerzo en aclarar que la tensa disputa no era por dinero; los dirigentes no daban pie con bola y quedaban expuestos en los medios periodísticos, algo que les molestaba más que tratar de llegar a una solución.
La crisis también se cobró una víctima valiosa como Richard Handley, quien se cansó de quedar en el medio de las balas y renunció a la función de manager-mediador.
La primavera trajo episodios aún más patéticos… Dos días en Suiza para una miniconcentración del equipo fueron insuficientes para que ambas partes hicieran el mínimo esfuerzo de juntarse y aclarar los tantos. Pasaron 48 horas sin cruzarse ni siquiera saludos de rigor.
El inolvidable 11 de noviembre será recordado por el cimbronazo en Twickenham -la primera victoria de los Pumas ante Inglaterra en la Catedral del rugby-, pero también como el día en que quedaron expuestas las mayores hostilidades.
En el tercer tiempo de ese partido memorable, todo el plantel se retiró del salón hacia el baño apenas Risler iba dar su discurso de rigor. Un papelón evitable por los jugadores, quienes adujeron sentirse dolidos porque el presidente no los fue a saludar a los vestuarios cuando concluyó el test-match.
Ya en Italia estalló el paroxismo del horror: el jueves antes del choque con la squadra azzurra subrepticiamente apareció en Roma Raúl Sanz con Patricio Noriega, el entrenador de Hindú, que llegaba para sumarse al staff técnico sin que el entrenador en funciones, Marcelo Loffreda, estuviese advertido.
Gran conmoción, lógico malestar por esta injerencia y amenaza de renuncias en masa: de Loffreda, de todos sus colaboradores y también de los jugadores, en solidaridad con su coach.
Todos parecían desubicados en ese contexto revolucionario. Hasta que, por fin, se reunieron jugadores y dirigentes en un meeting que duró cinco horas, en el que hubo pase de facturas, se aclararon mínimamente algunas cuestiones y se impuso una tregua -frágil, creemos- hasta el próximo conflicto.
CONCLUSIONES
A esta altura de los acontecimientos, a nueves meses del Mundial de Francia, el daño que se hizo en muchos sentidos parece irreparable.
Pero lo concreto es que ambas partes, acaso por hábito, aprendieron a desenvolverse entre enojos y malestares. Y pudieron seguir funcionando, a pesar de todo… Incluso se podría decir que el plantel de los Pumas fortaleció sus lazos afectivos a partir de su casi cotidiana pelea con la directiva de la UAR. Y que esa unión lo llevó a conseguir resultados resonantes en el 2006.
No es un consuelo tonto. No. Aquí se ha dado un choque de culturas muy fuerte y, por lo tanto, no hay soluciones mágicas ni expeditivas. Para que jugadores y dirigentes transiten un camino sin tantas zancadillas, bravuconadas y escandaletes es necesario que haya, por encima de todo, comprensión… De uno y otro lado. Y para eso se necesita tiempo y capacidad de aceptación (ninguna de las dos cosas abunda, precisamente).
Los jugadores de los Pumas, que desde hace años se desempeñan en el exterior, se acostumbraron a un orden, a una organización, a una planificación y a una disponibilidad de elementos logísticos que esta clase de dirigentes NO SABE CONTEMPLAR (por formación voluntarista) y que a veces NO PUEDE DAR (por limitaciones económicas). El choque, la fricción en este
sentido, es más grande de lo que uno puede imaginarse. Y los resultados están a la vista.
Se va un 2006 que, para las estadísticas, es impecable. Pero al desgaste y al bochorno lo no tapa ningún triunfo deportivo ni tampoco ningún balance contable con números positivos.
Por Alejandro Coccia (Espndeportes.com.ar)