Juani volvió a trotar y la rodilla respondió bárbaro, sin dolor ni inflamación. Piensa en la lista de la Copa. “Voy día a día, pero la ilusión la tengo”.
Es increíble cómo algo tan simple como trotar me haga tan feliz”. La frase pertenece a Juan Martín Hernández. La escribió en su página web el 25 de mayo, cuando contó allí cómo venía la recuperación de su rodilla derecha y avisó que le faltaban unos diez días para poder comenzar con el trote. Con sólo palpitarlo se emocionaba. Y ese día llegó. Fue el lunes de la semana anterior, en las intalaciones del Racing Metro parisino, a poco de cumplirse tres meses de la operación por la rotura del ligamento cruzado anterior. “Lo viví muy contento. Ya que te digan que venís bien, que terminaste la primera etapa y que ahora vas a correr es algo espectacular. Dejás atrás meses duros de pileta, ejercicios y kinesiología para arrancar algo nuevo. Quiere decir que todo evolucionó”, comenta el Mago desde su casa en París. Acaba de atender vía Skype los requerimientos de su hijo Beltrán (dos años), que está en Buenos Aires junto con su mamá María Emilia. Y ahora atiende el llamado de Olé .
Que Juani haya vuelto a correr no es lo único que importa. También es fundamental saber cómo le respondió el cuerpo. “Me sentí muy bien. La expectativa estaba puesta al otro día. Y la rodilla no dijo nada, no se quejó, no se inflamó, no dolió…”, explicó.
-¿Y cuando volviste a trotar siguió todo bien?
-Recién volví a correr el jueves, para no sobrecargarla. Comencé con trote suave, unos 20 minutos, en pasadas de 50 metros. Y esta semana ya vamos día por medio. Los preparadores físicos y los kinesiólogos del club se sorprendieron de que no rengueara ni se me inflamara después de haber corrido. Hasta yo me sorprendí. Tuve muy buenas sensaciones.
La ansiedad por dejar un rato el gimnasio y volver a mover las piernas en el campo lo llevaron a hacer una travesura. A él le habían confirmado que empezaría a correr el viernes 10. Pero justo el jueves se intensificó su programa de preparación física y, para no exigirlo, le pasaron el “reestreno” al lunes. El apertura no se la aguantó. “El sábado estaba en casa, solo, y me probé en el jardín. Di pasos cortos, controlados, con cuidado. Igual ya tenía el alta el viernes, eh”, aclara. Ni hace falta.
-En el 2002 te operaron de la misma lesión en la misma rodilla. ¿A esta altura estás mejor respecto de la primera vez?
-Totalmente. En aquella oportunidad empecé a trotar y después estuve con renguera, molestias a la noche. Me acuerdo perfecto. Ahora no se me hinchó nunca, ni una molestia.
–Faltan solamente 80 días para el debut de Los Pumas en el Mundial. ¿Pensás en eso?
-Lo pienso, inevitablemente. No te digo todos los días, pero seguido. Por algo me entreno, me esfuerzo, con placer… con un objetivo. Será el Mundial o volver a jugar al rugby. Pero estoy más tranquilo que al principio, recién salido de la operación, cuando el panorama era más negro. Te encontrás en el hospital con una férula en cada pierna, hielo, ves todo muy lejos, y con poco tiempo.
-¿Tu ilusión de llegar a Nueva Zelanda crece con el correr de los meses?
-Hoy me siento bien, pero sigo en la modalidad de ir día a día. Me impongo y me convenzo de continuar así. Hay que respetar los tiempos biológicos, entrenarse y que las cosas se den naturalmente. El quinto mes va a ser determinante. Justo agosto, cuando den la lista. A esa altura me evaluarán los médicos para ver si puedo estar en el plantel. La ilusión la tengo…
Olé.com.ar
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