En otra labor de alto vuelo, con una notable artillería de virtudes, le marcó una decena de tries a Santa Fe y quedó a un paso de alcanzar el bicampeonato.
En otra labor de alto vuelo, con una notable artillería de virtudes, le marcó una decena de tries a Santa Fe y quedó a un paso de alcanzar el bicampeonato; el seleccionado bonaerense disputará por segunda temporada consecutiva el encuentro decisivo ante los tucumanos.
Hasta aquí, todo se dio dentro de los parámetros imaginables para Buenos Aires. El monarca nacional se afianzó con el curso de los encuentros y en cada desafío se repitió su fórmula del éxito: quebró a sus oponentes una vez que éstos cedieron ante el trabajo desgastante de un plantel visiblemente más formado y con mejores atributos. Las Aguilas transitaron el camino hacia la defensa del título con indomable autoridad; en las semifinales le tocó a Santa Fe sentir ese poderío y quedarse en el camino, más allá de que el balance es altamente satisfactorio para el seleccionado que más evolucionó en los últimos tres años.
Diez tries, la cifra más alta en un partido del actual certamen (lleva 28 en sus cuatro actuaciones, récord en este rubro) anotó el combinado bonaerense en la categórica victoria por 63-12, la que lo proyectó a una nueva final y lo deja ante la posibilidad de la vuelta olímpica N° 33. Se trató de una exhibición de juego integral, con variantes interesantes y algunos detalles para emprolijar, pero ahora lo esperará el desafío más exigente. Históricamente nunca le fue bien a Buenos Aires cuando le tocó ir a Tucumán -dos veces- para pelear por la corona. Ese es el desafío que deberá superar en su misión por intentar prolongar la hegemonía.
Paulatino fue el dominio que pudieron establecer los anfitriones, porque entre la presión de los visitantes, la poca exactitud en los pases y la seguridad para conservar la posesión de la pelota, les costó afirmarse. De todas maneras, en cuanto hubo conexión, se generaron los espacios y es justamente en esa escenografía en la que las Aguilas se lucen.
Como unidad, los forwards cumplieron con su función: obtención clara en las formaciones fijas -el scrum, lo mejor- y con Creevy como ariete dieron la puntada inicial para debilitar la resistencia de los santafecinos. Los backs también asumieron su tarea con prestancia: exploraron cada centímetro del terreno, bien lejos de las situaciones agrupadas, una especialidad de los hombres de Hindú, dueños de seis de los siete puestos de la línea. Además, la intensidad y la dinámica que Buenos Aires le da a sus movimientos no es nada sencilla de contrarrestar durante ciclos extensos.
Desde el kick-off quedó claro quién iba a digitar las condiciones; los vencedores buscaron con insistencia el in-goal, aunque en ese vértigo, se los vio algo acelerados y poco certeros. Después de casi media hora de intentar, en la primera situación que pudieron ganar la espalda de la defensa y los pases se sucedieron en los tiempos justos, Bosch impuso su velocidad. A poco del cierre del primer parcial, Gómez Cora desbordó con una perfecta medialuna a Gonzalo Moleón y acomodó los números (15-0).
Ese envión previo al descanso se propagó con otra combinación profunda, sentenciada por Senillosa (22-0). En ningún momento los visitantes se rindieron, postura que le permitió a Gonzalo Moleón conseguir lo que pocos pudieron en el certamen: hacerle un try a los campeones -vulneraron su meta sólo en tres ocasiones-.
Sin embargo, como se viene repitiendo en el campeonato, Buenos Aires adquiere su máximo explendor en la media hora final, ahí empieza a someter a sus contrincantes y redondea las goleadas. Tras un penal, Gómez Cora rompió varios tackles y retomó la seguidilla de conquistas, extendida por Creevy -corrió 30 metros atropellando marcadores-, Senillosa, Albarracín, Gosio, Bosch y Fernández.
Las Aguilas cumplieron con otra producción de indiscutible eficacia, tal vez sin tantos obstáculos por parte del oponente de turno, pero aún se siguen advirtiendo algunos desvaríos, relacionados todos con la capacidad de control. Por supuesto que ante un despliegue de categoría tan sustancioso, los errores quedan disimulados, pero los tucumanos no van a ser para nada complacientes. Entonces, no hay que resguardarse en la confianza de estos abultados triunfos. Al seleccionado de la URBA se lo nota en un alto nivel, con admirables cualidades; llega en buena forma a la última escala del gran objetivo del bicampeonato, pero aún no demostró todo su poder.
Por tercera vez la final será como visitante
Buenos Aires perdió en el sorteo de la localía para la final, y el próximo sábado tendrá que ir a la Caldera del Parque, la cancha de Tucumán Lawn Tennis; en el Jardín de la República, las Aguilas jugaron dos cotejos decisivos y en ambos casos fueron derrotadas: en 1985 por 13-9 y en 1988 por 25-10.
Por Santiago Roccetti
De la Redacción de LA NACION