Dos pronósticos que fallaron trajeron alegría. Por un lado la actuación argentina en el debut fue muy superior a lo que se venía viendo del seleccionado nacional y genera ahora enormes expectativas para lo que queda de este Mundial.
Por el otro lado, la cantidad de hinchas que viajaron hasta el sur de la Isla Sur de Nueva Zelanda sorprendió, emocionó. Y le agregó el mayor color de las hasta ahora tres jornadas.
Después de meses de dudas en función de lo que habían sido, Los Pumas salieron al nuevo estadio de Dunedin a comerse a los ingleses y el esfuerzo, reconocido, quedó ahí de la hazaña. El 13 a 9 mostró mucho de lo que apuestan estos jugadores: defensa, compromiso y juego de forwards. La táctica es clara y evidente -tal vez no atractiva- pero al menos eso funcionó salvo por pequeños errores que a la postre costaron el triunfo.
Fallaron los kicks a los palos, sí. Pero mucho de lo que en anteriores partidos había fallado anduvo mucho mejor y se notó que en estos dos meses de trabajo se avanzó. Sigue siendo un equipo unidimensional, pero que al menos conoce ese oficio.
“En cuanto al resultado, es un precio caro que pagamos el no poder ganar, pero en cuanto a la forma en que jugamos, el equipo dio un paso hacia delante y eso es positivo para nosotros,” dijo Felipe Contepomi.
Tuvo también que soportar dos lesiones que le complicaron la estructura de una línea de backs que ahora deberá reestructurar su juego. Mientras estuvo en el campo de juego, el capitán Felipe Contepomi no pasó nunca el balón desde la primera fase. Con su salida, se intentó jugar más abierto aunque queda claro que el equipo se siente más cómodo en el juego poco desplegado. Con la partida de Tiesi y la lesión de Contepomi queda ver si la juventud de la línea de backs -el de más experiencia es Horacio Agulla, sobreviviente del Mundial pasado- genera mayor juego de manos.
Un par de párrafos merecen los hinchas que se acercaron en enorme cantidad, no sólo argentinos llegados desde nuestro país, si no todos aquellos que el sábado eligieron no apoyar a Inglaterra. Llama la atención, con simpatía, como gente que habitualmente guardaría con pudor su imagen acá se disfrazó y disfrutó como seguramente no lo haría en nuestro país. El rugby en un Mundial es una fiesta de color y hasta multi-cultural y así lo vivieron todos los argentinos que se acercaron a este país.
El partido de Los Pumas hizo que muchos, tibios antes del Mun-dial, ahora analizan la posibilidad de circunvolar la Antártida con destino a Nueva Zelanda para vivir un Mundial que por poco que prometía ahora tomó un renovado color.
Las chances de Argentina siguen intactas más allá de no haber ganado. Escocia no la tuvo fácil contra Rumania, como tampoco la tendrán Los Pumas contra los europeos del este. Será un partido, el del sábado contra los Robles, que pondrá a prueba la fortaleza física de los argentinos y su capacidad de luchar en un juego similar contra un equipo más limitado que el de celeste y blanco pero con, tal vez, mayor tamaño.
Luego sí vendrá el partido crucial contra Escocia en Wellington, dentro de diez días. Para ese entonces, los escoceses habrán jugado contra Georgia (se juega hoy, en Invercargill) y marcado su verdadero nivel. Se especula que Contepomi esté disponible para ese partido y será interesante ver si varía la táctica -tal vez jugando él de centro- o se mantiene que desde las formaciones fijas el capitán siempre lance de manera individual al equipo. Por ese afán de cargarse el equipo al hombro es que se golpeó y estará ausente contra Rumania.
Lo que marcó este inicio de Mundial, con récords de espectadores y audiencia en Nueva Zelanda y una fantástica organización global -salvo en Auckland donde hubo serios inconvenientes con el transporte público y control del enorme caudal de gente que se acercó al puerto donde estaba Party Central (la zona en la ciudad más grande donde los hinchas tienen un centro neurálgico del Mundial)- es que los equipos considerados menores trajeron una gran mejoría respecto al 2007.
Escocia sufrió a Rumania, Fran-cia debió trabajar mucho contra Japón como lo hicieron los australianos contra Italia. Los All Blacks, grandes favoritos, mostraron pinceladas de lo que pueden ser, pero sufrieron en el segundo tiempo contra un pack de Tonga que no les dio respiro. Inglaterra, que llega como candidato, recibió su “wake-up call” en su debut mundialista. Y el campeón defensor Sudáfrica ganó por un único punto frente a un Gales que bien podría haberse llevado un triunfo hasta merecido.
Y todavía quedan por ver en acción a Samoa -candidato a los cuartos-, Canadá, el debutante y desconocido Rusia y el fuerte Georgia. El Mundial sigue y en Nueva Zelanda, país de rugby como pocos, no hay respiro. Como dijo un amigo argentino, Matías Cuenya – lector habitual de este espacio- en un inglés poco perfecto: “In New Zealand, we are disfruting”.
Los Pumas renovaron su identidad en Dunedin. Faltó poco. Pero quedan tres partidos para consolidar un ciclo de cuatro años que con su cierre podría traerle un marco de triunfos. Ojalá eso suceda.
En positivo
Dos aspectos positivos en el balance final tras el primer encuentro de los Pumas en el mundial de Nueva Zelanda: uno adentro y otro afuera. Primero, la defensa, el tackle y el juego de forwards, ya que a pura garra este equipo puso en aprietos a un candidato como Inglaterra. Y segundo el apoyo incondicional de los hinchas que llegaron desde Argentina y de los que se sumaron desde el resto del mundo. Hubo aliento y aguante. Algo que se repetirá ante Rumania.
En negativo
La caída frente a los ingleses dejó como saldo negativo las lesiones y la falta de eficacia en los remates a los palos. Dos piezas claves en el andamiaje argentino rápidamente debieron abandonar la cancha, como Gonzalo Tiesi (afuera por el resto del Mundial) y Felipe Contepomi (se pierde el duelo con Rumania). Además, aguantaron como pudieron Ledesma, Roncero y Figallo. Mien-tras, Martín Rodríguez Gurruchaga no estuvo fino a la hora de patear y eso fue determinante en el resultado final.
Por: Frankie Deges
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