En un reportaje con la Revista Scrum 5, el entrenador de Los Pumas dijo: “Sueño con llegar a lo más alto en el Mundial” y encendió la ilusión de todos. Además, habló de su futuro en el Leicester.
Marcelo Hernán Loffreda se está despidiendo. Ya es un hecho que después del Mundial será el entrenador del Leicester, reciente campeón de la Guinness Premiership inglesa, finalista de la Copa Angloinglesa y finalista de la Eurocopa.
Marcelo Hernán Loffreda también se está despidiendo de Los Pumas. Sea cual fuere el resultado en el Mundial de Francia, desde el 7 de septiembre, dejará el timón tras ocho temporadas al mando del barco. Luego de frustraciones pasadas, el ingeniero civil le apunta como nunca a la Copa. Por caprichos del destino (o de los técnicos de turno), un histórico del seleccionado (48 tests), ex capitán, con victorias sobre Inglaterra, Australia, Francia, Sudáfrica (como Sudamérica XV), nunca participó de un Mundial con los cortos.
Recién buscó revancha como técnico, en el 2003, pero su equipo no pasó de la primera fase. Entonces, ésta es la última chance de redimirse, de que lo acompañen los resultados, pese a lo dificultosa que se presenta la tarea en la zona D con Francia e Irlanda como candidatos para ser cuartofinalistas. Queda poco más de cuatro meses para el debut contra el local y para que el Tano, de 48 años, empiece a dar las hurras en el seleccionado. Así lo vive ahora. Y así lo cuenta.
-¿Hay una búsqueda de revancha, una cuestión personal por no haber jugado nunca un Mundial y por la eliminación en primera fase en Australia 2003?
-No. En esto no hay cuestiones personales, sino grupales. Es un torneo distinto, con otras circunstancias. Y estoy enfocado en eso. Lo que pasó, pasó y existirán razones. Pero no busco en el presente reparar cuestiones del pasado.
-Faltan cuatro meses para el Mundial. ¿A qué le estás apuntando, cuál es la clave?
-La parte mental, la unión del grupo. Todo eso está muy fuerte y hay que seguir alimentándola. Será fundamental el no creer que somos más de lo que somos. Eso es un riesgo. Es algo típico en la Argentina: cuando te la creés, estás en el fondo del mar. A veces nos contagiamos de esa mentalidad. Pero debemos ser una isla. Y tenemos que aislarnos de los medios, que tienen buenas intenciones
El primer mensaje que damos desde la conducción es el de la humildad, más allá de que nos sentimos realmente con posibilidades a partir de nuestras características. Pero, insisto, no hay que ir más allá de eso, no debemos perder la humildad.
-En los últimos dos mundiales siempre se dio que Los Pumas inauguraron contra el local, que a su vez era potencia. Y pareció que entraban apichonados, como sabiendo que iban a perder, tanto en Gales como en Australia. Ahora pinta diferente, llegan con una mejor actitud
-Es cierto, hay una diferencia de actitud, de confianza. Los jugadores sienten mayor seguridad, apoyados en sus fortalezas, en sus condiciones. Pueden jugar de igual a igual contra cualquiera, y no de la boca para afuera. Hay una convicción instalada en el equipo, y nosotros también lo absorbimos. Ese es el gran cambio de este equipo, que marca la diferencia con, por ejemplo, el Mundial 2003.
-¿Cuál es el objetivo? ¿Llegar a una instancia puntual? Cuando el Gato Handley era el manager decía que la meta era pasar a las semifinales
-Mirá, yo tengo un sueño, que todo equipo lo debe tener: el sueño es llegar a lo más alto posible. Acá hay un camino ascendente que te puede llevar hasta la cima. La realidad es que depende de cómo vayas elaborando las distintas etapas. Pero si el grupo se une para hacer algo tiene que tener un sueño. Después se fijan los objetivos, las metas más concretas. Que si me preguntás, te digo que Argentina debería tratar de pasar de rueda; después vemos.
-¿Ese sueño es la gran motivación para un equipo?
-Pasa en todos los órdenes de la vida. Uno vive gracias a eso también. Uno, en una familia, quiere que sus hijos tengan la mejor educación para que después puedan estar bien, sean felices, sean buenas personas. Son muchos sueños; después hay un camino por recorrer y vas logrando o no los objetivos. Pero si no tenés esos pensamientos, después te podés contentar con algo en lo que podrías haber dado mucho más
Por Sergio Stuart (Especial de la Revista Scrum 5)