La amabilidad es la misma y la velocidad con la que salen las palabras de su boca no varió. Se lo nota, sí, un poco más relajado. Santiago Phelan está tranquilo sabiendo que sus objetivos los cumplió.
Sabe que el Mundial de Los Pumas fue acorde a lo que se planteó y dentro de los parámetros que el rugby argentino esperaba de su seleccionado.
Tati Phelan sonríe y habla. Y arranca diciendo claro y firme que sí, me interesa mucho seguir en Los Pumas. Esa sola afirmación justifica la visita a la fábrica de ropa que tiene hace varios años y donde armó su búnker de trabajo para el seleccionado argentino. Es la primera entrevista formal que da desde el Mundial. AlRugby.com está frente al head coach de Los Pumas desde 2008.
Por más que haya que pasar por metros de tela enrollados, bolsas industriales con medias y calzoncillos y un lugar donde se nota que hay actividad industrial, una vez que se ingresa en su oficina del primer piso, se respira rugby. Un trofeo maorí decora un rincón. Ni idea qué es…me lo dio el Larva, en referencia a Rodrigo Jiménez Salice, a cargo de la logística del seleccionado. Hay fotos y recuerdos deportivos. No muchos, pero sí para orientar el tema.
Si bien el arranque es contundente, la sugerencia pasa por ordenar la charla, a sabiendas de que se volverá al tema de su futuro. Tati habla a borbotones y de a rato la charla se desordena (son culpas compartidas porque al tratar de analizar la gestión Phelan son muchas las reflexiones y varias más las preguntas).
Los últimos cuatro años fueron un gran aprendizaje, tanto desde lo técnico como en el manejo del grupo. Quizás no era muy consciente de todo lo que significaba ser el primer entrenador rentado. Entendí lo sacrificado que es ser entrenador. Nade es mejor que ser jugador. Igualmente, sostiene: Fue un acierto que se haya profesionalizado el cargo por el enorme tiempo que demanda.
Desde afuera es fácil pensar que el rol del entrenador se circunscribe a los partidos específicamente. No es así. Yo viajaba entre cuatro y cinco veces por año a ver jugadores, entrenadores, estudiar, ver partidos. Teníamos un seguimiento diario de la actividad de nuestros jugadores, de cómo evolucionaban de lesiones. Todo eso lleva tiempo. Diría que más que sobrar tiempo en el día, faltaban horas.
La mesa grande donde recibió a alRugby.com fue testigo de innumerables reuniones de planificación. Mi grupo técnico éramos Fabián Turnes, Mauro Reggiardo, Germán Fernández y desde la distancia el Negro Gaitán (trabaja en el Biarritz Olympique). En la primera temporada fue clave el apoyo de los jugadores más viejos. Mientras estuvo fue muy positivo lo de Fabien Galthié en cuanto a la metodología y desde lo técnico, recuerda.
Ese primer año y como realidad que lo acompañaría en sus siguientes tres temporadas, nunca pude tener el equipo más tiempo del que se necesita para un partido. Y son tantas las cosas que se quieren preparar en una semana que era difícil estar al 100%. Además nunca tuvimos a los jugadores con el mismo ritmo. O llegaban muy cansados por la temporada que habían jugado, sin ritmo porque no los ponían en su equipo o con ritmo local.
La confianza siempre la tuvo. Y repite algo que dijo al principio y repetiría un par de veces mas: Yo sabía que era cuestión de tiempo. Que el equipo iba a aparecer si podíamos trabajar tiempo con ellos. Yo sabía que al Mundial íbamos a llegar bien. Fue fundamental mantener ese convencimiento y esa convicción. A pesar de que las cosas no salían y nosotros veíamos que no salían, le buscábamos la vuelta. Nos fuimos fortaleciendo desde adentro. El plural lo usa en referencia a su staff que casi no sufrió modificaciones en los cuatro años.
La presión venía en distintos formatos. La prensa fue bastante benévola con un equipo que no aparecía y la gente reclamaba mejores performances. Pero la presión más fuerte venía desde adentro. No hay mayor presión que la propia por estar entrenando un seleccionado nacional. Hay que aprender a vivir con las críticas y ahí es donde está el convencimiento que teníamos de que con tiempo las cosas iban a salir bien.
El apoyo de los dirigentes de la UAR fue total. Dentro del contexto del rugby argentino nunca nos negaron nada y pude hacer con y para el equipo todo lo que propusimos. Lo único que falló fue que me hubiera gustado tener un partido más antes del Mundial. Pero tampoco fue culpa de ellos sino de que estamos geográficamente muy lejos.
En el análisis de la era Phelan no es menor el tema de la disponibilidad de jugadores. Esto se revirtió en el Mundial, aunque ahí la ausencia fue justamente del más importante del equipo. Una lesión dejó afuera a Juan Martín Hernández. A Juan lo extrañamos mucho. Siempre dijimos que no llegaba para no generar ilusiones en nadie… si llegaba era buenísimo, pero si decíamos que llegaba y no lo hacía era un problemón, explica manejando la psicología.
Al respecto, y sobre la convivencia que se sabía era difícil entre las distintas generaciones, nunca buscó ayuda externa. No digo que no sirva, pero yo no quise ayuda profesional. Es una cuestión mía pero creo que se puede resolver desde adentro. Y en definitiva era porque los jugadores no tenían tiempo de conocerse, de compartir. No había nada puntual. Era siempre lo mismo: llegar para trabajar durísimo y salir a la cancha y de vuelta a sus clubes. La parte de integración es un tema y como entrenador tenía mi responsabilidad.
Con la presión de armar un plantel sólido, emocionalmente estable y capaz de clasificar a cuartos de final, comenzó la preparación que tuvo en Pensacola un momento clave. No fue una reunión específica sino el tiempo juntos; faltaba esa convivencia, que se juntaran las camadas. Al tener un objetivo común era lógico que se unieran.
¿Cómo fue el rol del capitán Felipe Contepomi? Con Felipe vivimos buenas y malas. Felipe es un capitán que lidera con sus hechos y no con sus palabras. Conmigo tuvo una relación excelente y es alguien que hace un enorme esfuerzo por jugar. Fue parte del grupo de jugadores (con Juan Fernández Lobbe, Pato Albacete y Mario Ledesma) que planificaba con el staff los partidos. Estoy totalmente conforme con él como capitán.
Llegó la preparación al Mundial. Que arrancó con el objetivo de llegar a la mejor preparación posible en lo físico y lo técnico para ser un equipo competitivo. Ese objetivo cambió en el Mundial donde el nuevo objetivo era clasificar entre los ocho mejores. Y en cuartos de final, el nuevo objetivo fue jugar el partido perfecto los ochenta minutos. Jugamos sesenta…, dice reflexionando sobre lo que fue el partido contra los eventuales campeones mundiales.
La charla se mete de lleno en el Mundial. Los partidos los planificamos según el rival y hubo distintos momentos. Contra Inglaterra pudimos jugar bien pero no se dio el resultado y a partir de ahí fueron todos partidos a matar o morir; contra Rumania jugamos bien el primer tiempo y después nos desordenamos y contra Escocia no se daba. Hasta que Fabián Turnes sugirió el ingreso de Lucas González Amorosino. El ex Pucará apoyó un gran try pero lo mejor de Los Pumas se vio en los últimos tres minutos de ese partido, en la forma que defendieron. Creo que ahí estuvo el alma del equipo. Fue un grupo que no se entregó, que dejó todo, que fue solidario y que se hizo con trabajo. Esas imágenes luego sirvieron para motivar al equipo contra los All Blacks.
En lo técnico, el análisis del entrenador es que el equipo jugó a ser efectivo según las condiciones, según el rival y a no salirse del libreto. Tuvo, además, una enorme solidez defensiva.
Tati disfrutó el Mundial. Quizás mucho más que lo que se imaginó. Su mujer Julieta (¡una genia!) llevó a sus cuatro hijos a Nueva Zelanda acompañándolo el poco tiempo libre. Mis tres hijos y mi hija estaban como en Disney. Fue bueno que me vieran allá para entender mejor lo que hago.
Durante la Copa del Mundo, Luis Castillo y Manuel Galindo se acercaron para hablar del futuro. Les manifesté que quería seguir pero que habláramos cuando volviéramos. Esa charla todavía no se produjo y seguramente se postergue unos días más por la presencia en Argentina de la cúpula de SANZAR. Son varios los temas en los que tenemos que ponernos de acuerdo; tengo el sí de mi familia y me gustaría seguir. Se vienen años interesantes. Su contrato termina a fin de año y participó de las listas de jugadores anunciadas el lunes; tiene casi terminado un informe sobre el Mundial que entregará a la UAR. Sólo muestra la tapa, atento a que no se filtre ni una letra.
Su mano de entrenador, cree, se podrá ver mejor si sigue un período más. Después de cuatro años me siento capacitado para el rol y tengo la experiencia de haber ido creciendo. El recambio de jugadores sería menor y eso es una facilidad.
The Rugby Championship es un Mundial todos los años. En el que ni siquiera hay partidos menos difíciles y para eso hay que preparase con todo. ‘Todo’ incluiría Pensacola, una concentración en el país. Sería tiempo de trabajo, un lujo que no tuvo en tres de sus cuatro años. Tati Phelan quiere seguir como head coach de Los Pumas. Eso queda claro. El mutis de la UAR indica que no estarían pensando en un Plan B. Después de cuatro temporadas de resultados y desempeños flojos, el seleccionado logró el objetivo que su entrenador planteó. Phelan dejó a Los Pumas entre los ocho mejores del mundo. Eso no es poco.
Por: Frankie Deges
www.alrugby.com
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