Los dirigentes de la Federación Internacional de Rugby (IRB) esperaron hasta 1987 para lanzar una Copa del Mundo, competición que con la llegada del profesionalismo, ocho años después, contribuyó a la expansión del deporte de la pelota ovalada.
PARIS (AFP) Los dirigentes de la Federación Internacional de Rugby (IRB) esperaron hasta 1987 para lanzar una Copa del Mundo, competición que con la llegada del profesionalismo, ocho años después, contribuyó a la expansión del deporte de la pelota ovalada.
El fútbol debutó con un Mundial en 1930, el balonmano en 1938, el voleibol en 1949 y el básquetbol en 1950. Las Copas del Mundo, sin duda, marcan el ritmo de los principales deportes desde hace más de medio siglo.
El rugby, que esgrime una sola aparición oficial en los Juegos Olímpicos de París-1924, tuvo que esperar hasta casi el epílogo de los años ochenta para contar con un torneo global que lo impulsara y le aumentara su rango.
Hasta ese entonces, el Torneo de las Cinco Naciones, certamen amistoso cuya primera edición se remonta a 1910, permitía definir las cuestiones de jerarquía en Europa, confrontada espaciadamente a las principales naciones del hemisferio sur (Nueva Zelanda, Sudáfrica y Australia) en giras estivales o invernales.
Así, se hablaba de los "imbatibles" All Blacks de Nepia, invictos en su periplo europeo en 1925, o de los franceses de Lucien Mias, quienes dejaron huellas en una gira por Sudáfrica en 1958.
No se podía hacer referencia a un Mundial y los dirigentes de la IRB (International Board) no querían ceder parte de su poder para llegar a eso.
La idea de organizar, por fin, una Copa del Mundo fue del periodista australiano David Lord, en 1983. Pero los caciques de la dirigencia se resistían a la revolución cultural.
Dos empresarios neozelandeses, Dick Littlejohn y Tom Johnson, y un ex internacional australiano, Nicolas Shehadie, ex alcalde de Sydney y propietario de una cadena de televisión, tomaron el concepto, lo pulieron y golpearon las buenas puertas para llegar a buen puerto.
Albert Ferrasse, presidente de la Federación Francesa (FFR), y Danie Craven, su homólogo sudafricano, los avalaron.
El proyecto se adoptó por unanimidad en el Consejo de la IRB que, en abril de 1985 en París, confió la organización del evento en forma conjunta a Australia y Nueva Zelanda.
Los ocho miembros de la IRB (Escocia, Gales, Irlanda, Inglaterra, Nueva Zelanda, Australia, Sudáfrica y Francia) más otros ocho invitados iban a protagonizar la primera fiesta mundialista.
La participación de Sudáfrica, boicoteada a causa del apartheid, saltó a la luz rápidamente. Y Danie Craven terminó anunciando en 1986 la baja de los Springboks, que recién entraron a la escena mundial en 1995.
Esta primera edición tuvo gran éxito en el plano deportivo, con una semifinal de antología ganada por Francia a Australia (30-24), antes de que los galos cayeran en la final contra los All Blacks (29-9).
En ese entonces, los organizadores debían buscar por todos lados para equilibrar su presupuesto de 5,34 millones de euros. Veinte años más tarde, en 2007, el comité de organización francés (GIP France 2007) cuenta con un presupuesto de 204 millones de euros.
Antes de la segunda edición, llevada a cabo por Inglaterra y Francia en 1991, la IRB apeló a dos empresas para explotar mejor el Mundial: Rugby world cup (RWC), encargada de las relaciones públicas, y Rugby world cup BV, que manejó el aspecto comercial del evento.
En 1995, la Copa del Mundo agrega una fragancia humana a su éxito, en Sudáfrica. La victoria de los Springboks, símbolo del régimen del apartheid en otros tiempos, contribuirá a estrechar lazos en la nación de Nelson Mandela, encargado de entregar el trofeo a su capitán François Pienaar.
El rugby mundial tomó durante esta tercera Copa del Mundo una curva decisiva en su historia. Emisarios del millonario australiano de medios Kerry Paker enseñaron un plan para poner en práctica un circuito profesional.
Finalmente, la IRB decidió acoplarse a esta idea y se pasó al profesionalismo el 26 de agosto de 1995 en París, apenas dos meses después de la victoria de los Springboks ante los All Blacks en Johannesburgo.
Entre Mundial y la llegada del profesionalismo, un hombre se gana la atención del planeta: el ala neozelandés Jonah Lomu, estrella en Sudáfrica-1995, autor de cuatro tries en semifinales ante Inglaterra y futuro astro de las competiciones del hemisferio sur (Super 12 y Tres Naciones).
En 1999, en el Mundial de Inglaterra y Gales, Lomu volvió a capturar la atención, pero los All Blacks esta vez fueron eliminados en semis por Francia.
Una semana más tarde, el capitán australiano John Eales levantó la Copa William Webb Ellis, con la que los Wallabies establecieron el récord de dos triunfos mundialistas.
En 2003, Australia, que debía albergar el Mundial junto con Nueva Zelanda, terminó quedándose con toda la torta, ya que la IRB constató que los ‘kiwis’ no podían presentar estadios sin publicidad. La IRB, que percibe los derechos de TV y de márketing, retiró 97,4 millones de euros en ese quinto Mundial.
Los neozelandeses tendrán la ocasión de recuperarse en 2011, tras ser preferidos a Japón para ser anfitriones de la séptima cita planetaria y, de paso, constatar los progresos que hubo en el ‘mundo ovalado’ desde 1987.