Lisandro Arbizu volvió un día y fue inevitable que los chicos y los grandes de su club, los que componen el plantel superior, los rivales, todos, le demuestren su admiración, lo abracen, le pidan una foto o un beso o un abrazo, como si quien viste la número 10 de la Preintermedia A de Belgrano Athletic fuera un héroe de la Revolución Francesa, justo en este 14 de julio… Liberté, egalité, fraternité.
Liberté: Lisandro se tomó la libertad de volver sabiendo que no iban a ser muchos partidos, porque el 5 de agosto se tiene que ir a España a ser entrenador y jugador del equipo más importante de la península ibérica: el Quesos Entrepinares. Se tiene que ir y se va a ir, pero él necesitaba esto. Sinceramente, te digo que la ficha me está cayendo recién ahora. En toda esta semana no había tomado dimensión de lo que estaba por pasar. Sinceramente, lo único que puedo decir es que es una sensación única. Ya había intentado cumplir este sueño varias veces sin éxito. No era fácil coordinar mis tiempos. Cada vez que terminaba mi temporada profesional no la podía ensamblar acá. Hoy estoy muy feliz por haber podido estar de nuevo en esta cancha, con esta camiseta. La voz está firme después de jugar los ochenta minutos, pero los ojos empiezan a tomar un tono vidrioso. Como dicen los chicos hoy, no la está ‘careteando’ ni son frases huecas ni de ocasión. Son tan sinceras como también sus labios medianamente temblorosos. Se emociona y lo bien que hace. Descargó ansias de rugby, ahora falta la descarga emocional. Pasaron 87 partidos con Los Pumas. Tres Mundiales. Muchos como capitán (a la sazón, el más joven en la historia del seleccionado). Pero la vuelta al club de sus amores tuvo una espera que duró quince largos años, más precisamente desde el 10 de mayo de 1997.
Egalité: Igualdad. Y para muestra de ello, basta un hecho sucedido hace poco. Dicen voces autorizadas del club que de repente, hace unos días atrás, con un entrenamiento ya empezado y mientras hacían la entrada en calor, mientras trotaban, de repente alguien cayó en la cuenta que había alguien corriendo a la par de todos, en silencio, sin estridencias. Cuando cayeron en la cuenta de que quién corría como uno más sin emitir un solo sonido, callado, concentrado, totalmente involucrado en el grupo no era otro que Lisandro Arbizu. De manera instantánea, ese entrenamiento que tenía la informalidad, las charlas, las risas normales de esos minutos iniciales, pasó a ser otro. No volaba ni una mosca… nadie podía creer que él, uno de los mejores jugadores de Los Pumas de toda la historia, estaba ahí, corriendo a la par nuestra. Imaginate lo que fue eso para muchos de nosotros, de repente se hizo un silencio total y nadie más emitió un solo sonido. Sobre eso, Lisandro aseguró que aunque es un hecho que estoy por pocos partidos, lo hablé con los entrenadores y les dije que yo en el entrenamiento era uno más. Para mí el plus de volver a jugar acá en el club es como si hubiera hecho una pretemporada, estoy muy mentalizado, concientizado. Mi cuerpo y mi mente están totalmente alineados acá y hoy (por el sábado) no noté el esfuerzo físico. La verdad es que deseaba tanto esto que ni cuenta me di que el partido ya estaba terminado. La adrenalina hizo el resto (risas)… si estaba con tantas ganas que… nada… mirame mi cara y fijate la alegría que tengo… ¡estoy feliz!. Y alRugby.com da fe de ello.
Fraternité: La entrada en calor fue intensa. En un día fresco se imponía hacerla así. Esa cancha que lo vio descollar como juvenil, esa cancha que anhelaba volver a pisar y a la que entró junto con sus compañeros, ni primero ni último, sin privilegios, realmente como uno más. Esa cancha lo esperaba con los brazos abiertos. Se abrazó en la ronda, en la arenga. Todos lo miraban a él -algunos de soslayo, como no queriendo- y él miraba vaya uno a saber qué cosa en el pasado, qué imágenes se le habrán pasado en ese momento por la cabeza. El árbitro del partido le pidió a este cronista que por favor ni bien terminara el partido quería una foto junto con su ídolo de la infancia, ese que él miraba por tele o desde la tribuna en Ferro, Vélez y River. Había hijos de amigos míos en la cancha, nenes que cuando yo me fui no habían empezado ni la primaria.
Lisandro es un imán irresistible. Todos quieren decirle lo que lo admiran. Si hasta Lucho Gradín, en pleno partido, lo saludó desde el alambrado y ahí fue Lisandro, de una corridita para darle un beso y un abrazo a otra figura emblemática del club, que fue Puma y capitán del club, como él.
Tiene que ir de suplente a la Intermedia, por eso, la última pregunta parece tonta, pero se impone:
-¿Por qué seguís jugando al rugby?
-Es el motor de mi vida. Hoy no puedo dejar de jugar. Es lo que me mantiene vivo, lo que más deseo hacer. Ojalá pueda jugar mucho más. ¿Hasta cuándo? Y, qué se yo… siempre.
Por: Eugenio Atesiano
www.alrugby.com
La primera etapa fue muy pareja en cuál ambos equipos intentaron quebrar al otro, pero pecaron de varios errores al momento de llegar a las 22 rivales. De...
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