Juan Martín Hernández, el as de espadas que disfruta el seleccionado de Santiago Phelan, camina entre jugadores argentinos y sudafricanos.
La derrota Puma ante los Springboks se hizo carne hace pocos minutos y, claro, se nota que el cansancio todavía se encuentra enquistado en sus músculos. Pero igualmente, a pesar de la fatiga y de las sensaciones duales por el histórico debut y la derrota, el crack, apenas se bajó el telón, se acordó de alguien muy especial en su carrera; en su vida. Y por eso le regaló lo más preciado que tenía en ese momento: su piel, la camiseta con la que debutó en el soñado Rugby Championship. ¿Quién fue el afortunado? Nada menos, que Agustín Pichot, el padre de este nuevo desafío y su amigo desde que jugaron juntos en el Stade Francais en la temporada 2003-2004.
El emotivo ritual, del que fueron testigos unos pocos y que estuvo cargado de emoción, incluyó sonrisas, felicitaciones y abrazos. Y claro, unas palabras. “Le dije que le agradecía todo lo que hizo por mí y obviamente también por Los Pumas; él fue el motor para que estemos hoy acá. También le dije que lo quería mucho y se terminó emocionando&”, le cuenta el apertura a Scrum, casi una hora después de entregarle la camiseta al actual representante de la Unión Argentina ante la International Rugby Board.
Dejando el sensible momento de lado, Juani se zambulle en lo que fue la caída ante, aunque el ranking indique que es el tercero, el segundo mejor seleccionado del mundo. “Me sentí bien, aunque está claro que es muy difícil jugar contra seleccionados de este tipo. Por momento me costó encontrar los espacios para que el equipo avance. Algunas veces intentamos con el pie, en otras intentamos jugar y el resultado fue variado, porque en algunas sacamos ventajas con penales y en otras ellos estuvieron muy bien plantados”.
-En este momento, ¿qué te dice tu corazón?
-Qué está contento y orgulloso del equipo, porque nunca bajó los brazos.
-En el comienzo se te vio preciso con las patadas y con el correr de los minutos eso se fue diluyendo…
-Sí, porque recién arrancaba el partido y había presión por ambas partes. En el segundo tiempo empezamos a recibir mucha más presión todavía y se hizo más difícil para encontrar los espacios. Pero bueno, hay que mejorar eso, la salida de nuestro campo sobre todo, y ajustar la precisión cuando tenemos la pelota. En síntesis, ya tomamos nota de en todo lo que fallamos; ahora hay que crecer.
Por Ramiro Guillot
Scrum.com
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