El pasado Mundial de Francia significó el adiós a las selecciones de muchos históricos del rugby como Dallaglio, Ibañez, Betsen, Troncon… Una marcha que ha abierto la puerta a un ejército de jóvenes que lideran el prometedor Danny Cipriani, el francés Trinh-Duc y el galés Tom James. Lawrence Dallaglio, conocido como El Carnicero de Shepherds Bush, tiene una irrefrenable afición a los micrófonos. En cierta ocasión dividió al rugby en "terneros y toros. Los primeros saben el camino, los segundos conocemos los atajos". Atendiendo a tan sutil disquisición, arranca con este VI Naciones un año de terneros. Mastodontes aniñados de riñones sin estrenar y piernas frescas. Los elegidos para liderar a sus selecciones en el Mundial de 2011. Cuando sean toros…
Sorprende la candidez de esta Inglaterra en la que el sexagenario Brian Ashton cambia el modelo. Descolla en tan rejuvenecedora apuesta Danny Cipriani, relevo natural de Wilkinson, que llega desafiante: "Quiero la camiseta número 10". También alternarán Strettel, Flood, Haskell, Croft o Wigglesworth. Un órdago exótico que incluye al primer polinesio que lucirá la rosa en su pecho: Lesley El Volcán Vainikolo, tongano de 28 años que siempre trata de ser protagonista anotando un try por partido. Todo apuntalado con Vickery, Shaw, Kay, Tait… Y, por supuesto, Sir Jonathan Peter Wilkinson, en el campo Jonny Wilkinson, en el vestuario Wilko y en las portadas de los diarios como el Goldenboy. Hijo de Phil y Phillipa, hermano de Mark, novio de Diana. De profesión, deportista. De oficio, héroe.
En la otra orilla del Canal de La Mancha los pajarillos cantan y las nubes se levantan. Bernard Laporte, exterminador del flair que convirtió a Francia en un equipo de enterradores, se fue con su rugby nihilista sacrificando por el camino a Michalak (en Suráfrica), Pelous, Betsen, Ibañez, Dominici… Le releva Marc Lievremont, de los Lievremont de toda la vida. Nieto, hijo y hermano de rugbiers, que al grito de "Revolutión!" se pule a medio equipo del Mundial (entre ellos al cavernario Chabal) y la mitad de la otra mitad es novata (Brugnault, Faure, Parra, Mela, Trinh-Duc y Malzieu).
En Irlanda hay cuchillos largos. La selección reúne a Villarriba (Munster) y Villabajo (Leinster) y en pleno Mundial se enzarzaron mientras el seleccionador Eddie O’Sullivan, aficionado al laisser faire, silbaba mirando a otro lado. Pueden desperdiciar la gran generación del rugby irlandés, pero durante la celebración de las Bodas de Diamante del Grand Slam irlandés del 1948, el único, sus supervivientes pidieron a O’Driscoll disfrutar en vida de otro Grand Slam. La Conjura de Ravenhill pasa por ganar en París y Londres, exactamente igual que Kyle, McCarthy y O’Flanagan allá por el 48.
En Escocia, tras su gran Mundial, Hadden robustecerá aún más el pack de forward , aparte de aferrarse a Murrayfield, la Troya del rugby. Un equipo con más corazón que neuronas. Mientras, Gales e Italia estrenan excelentes figuras en el banco de suplentes. En los dragones, el kiwi Gatland alternará veteranía (sin Thomas) y juventud, sal y pimienta. Italia, por su parte, colecciona guiris entre los suplentes y tras Kirwan y Berbizier le toca al springbok Nick Mallet que aliñará a los Bergamasco y Dellapé con una nueva camada.
Descorchamos un VI Naciones con Inglaterra y Francia favoritas, sin desmerecer a Irlanda. Pero Gales, de mal despertar, debutan en Murrayfield y los ingleses ante Gales. En el vestuario visitante de Twickenham resonará la arenga de Bennet en aquel invierno del 77: "Miren lo que han hecho esos bastardos con Gales. Nos han robado el carbón, el agua y el acero. Se han quedado con nuestras casas para vivir en ellas dos semanas al año. ¿Y qué nos han dado? Nada. Hemos sido explotados, violados y castigados. Es hora de vengarnos de Inglaterra". Tiemblan los toros, ya rugen los terneros.