El seleccionado argentino tiene una semana libre. Luego sí se vendrán los All Blacks en La Plata y los Wallabies en Rosario, partidos correspondientes a la quinta y sexta fecha del Rugby Championship.
La semana libre viene siempre bien. Para el deportista profesional uno de los principales lujos es poder parar el cuerpo y la cabeza, alejarlo de la exigencia diaria de un trabajo que muchas veces es repetitivo. Uno de los desafíos de quienes conducen equipos o de quienes practican deportes individuales es cómo darle frescura a cada práctica, renovar el interés y las ganas de quienes conducen.
Entonces, que Los Pumas se tomen una semana lejos del ámbito de equipo que ha sido su lugar de pertenencia desde que embarcaron hacia Pensacola en aquel fin de junio que parece tan lejano, servirá para encarar la tercera y última etapa de este segundo Rugby Championship.
El aire fresco que tomarán -más algún asado que compartirán con amigos y familiares, las visitas a sus clubes para recuperar tiempos perdidos con amigos, compañeros o ex compañeros en el caso de los que juegan en el extranjero- es mucho más positivo que una práctica, una sesión de gimnasio, que repetir por enésima vez un ejercicio o un concepto.
Pasados cuatro partidos, Los Pumas siguen sin poder festejar un triunfo y si bien no debería ser preocupante por el nivel de los rivales, es en las oportunidades perdidas que hay que enfocarse. Fueron, hay que decirlo, cuatro partidos bien distintos.
El arranque en Soweto, Sudáfrica, fue triste. Ver un equipo argentino derrotado no sólo en el juego pero en su moral siempre duele; en el rugby se está acostumbrado a tener esa inquebrantable fortaleza anímica. Algún día se podrán entender las razones de aquel 13-73. Si bien los Springboks fueron muy superiores, 60 puntos no era la diferencia real entre ambos equipos. Con el correr de los partidos quedó clara la importancia que tiene el pilar Marcos Ayerza en el scrum; ese día estuvo ausente por lesión.
Una semana más tarde, el frío sol de Mendoza vio una muy mejorada versión del equipo argentino. Sin su capitán natural Juan Fernández Lobbe todavía lesionado pero después de una durísima reunión entre jugadores representativos y el cuerpo técnico, se acomodó un poco el juego. Es más, los jugadores adoptaron el plan que no habían seguido una semana antes. Los resultados fueron evidentes y el 17-22 una clara señal hacia dentro y hacia fuera de mejoría. Lo importante: se mejoró en casi todos los aspectos del juego y las estadísticas también así lo demostraron.
El viaje a Nueva Zelanda y Australia volvió a mostrar señales de un rugby en crecimiento. Nunca es fácil enfrentar a los All Blacks, mucho menos de local y con su típico clima de lluvia. El regreso de Ayerza mejoró considerablemente el scrum y el liderazgo de Fernández Lobbe agregó un plus al equipo que si bien cayó con claridad 28 a 13 mostró evidentes mejorías en ciertos aspectos del juego. Los All Blacks aprovecharon jugar con un jugador de más por la amarilla a Eusebio Guiñazú para establecer un liderazgo en el marcador que les dio suma tranquilidad de ahí en más. Dos de sus tres tries llegaron en ese período.
El equipo terminó de recuperar su dañado prestigio y podía encarar así otro largo vuelo hacia Perth, en el extremo oeste de Australia, donde llegaba la que todos suponían era la gran chance de quebrar el cero en la línea de partidos ganados en el Rugby Championship.
No pudo ser bajo un horrible clima en Perth, ciudad que se vanagloria de ser la localidad australiana con más sol por año. Los Pumas, con un claro dominio en el scrum, siguieron sufriendo el line-out, un karma que no los abandona, más allá de quien sea el tirador y saltador. Jugando su test match número 50, Juan Manuel Leguizamón tuvo otro muy buen partido. Había sido de los más flojos en el arranque; revirtió esa imagen cuando no era una locura pensar que merecía dejar el equipo y hoy la tercera línea con él de octavo, Juan Fernández Lobbe en su mejor posición de ala abierto y el joven Pablo Matera es un terceto que funciona más que bien y mejorará con el correr de los minutos.
El problema fue no aprovechar los momentos que tuvo para sumar. Fue una buena decisión intentar sumar de a cinco cuando parecía que los tres puntos servían para regresar con puntos. Son decisiones que se toman en caliente. Pero ahí el referí galés Nigel Owens fue duro con el equipo argentino. Un scrum que es frenado ilegalmente cuando tiene destino de try de scrum es try penal. No hay porqué dar una segunda chance, de hecho cuando Inglaterra apa-bulló el scrum argentino en Vélez, el try penal fue instantáneo. En este nivel, el referato debe ser consistente y Owens estuvo lejos de eso.
Pero no se perdió por el referí. Se podría haber ganado si los pequeños detalles, algunos momentos, hubieran sido resueltos como se debía. No pasó y el largo vuelo de regreso fue con una nueva derrota. Que haya sido por un punto 13-14 no la hizo más digerible.
Entonces, una semana de paz, lejos del rugby, cargando las pilas físicas, afectivas y mentales es una buena decisión. Siguen dos partidos muy difíciles por el nivel de los rivales (los All Blacks podrían volver a ganar el título en La Plata aunque es improbable) y luego, nuevamente, Australia será el rival a vencer. Por eso, la frescura para estas dos semanas que se vienen es más que importante.
Por: Frankie Deges
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