Ricardo Bordcoch, ex árbitro internacional, escribió una carta a Rugby Fun y abordó su preocupación por el deber de las uniones ante una lesión invalidante como la que sufrió Guillermo Bustamante Sierra en Córdoba.
Dos décadas atrás tenía lugar el accidente deportivo que desembocó en la lamentable lesión medular que sufrió el joven rugbier cordobés Guillermo Bustamante Sierra. Ello ocurrió mientras disputaba un scrum para el club Taborín (ahora desaparecido por fusión con Círculo de ex Cadetes para conformar Córdoba Rugby) y enfrentando a Tala, acontecimiento a raíz del cual quedó severamente discapacitado. Esto ocurrió tres meses antes de haber entrado en vigencia en el hemisferio sur las reglas de seguridad que regulaban el procedimiento de ingreso al scrum con el propósito de evitar las embestidas, lo cual aparentemente fue ignorado tanto por los jugadores como por el referee, generándose el desenlace ya comentado.
El caso es que los representantes legales del menor, pocos días antes de cumplirse el plazo de prescripción de la acción, promovieron demanda en contra del club Taborín, las Uniones Cordobesa y Argentina de Rugby. El juicio duró hasta el año 2014, recogiendo dos pronunciamientos sucesivos en contra del reclamo, incluido el Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de Córdoba, los cuales consideraron el evento como accidental, imprevisible, y por lo tanto no sujeto a indemnización alguna.
Sin embargo la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en un pronunciamiento novedoso, con el voto del Dr. Ricardo Lorenzetti, ex jugador de rugby del Círculo Rafaelino de Rugby, basado en la calidad de adolescente de la víctima, y por ende incapaz de decidir por sí mismo, torció la secuencia en favor de la demanda, encontrando motivos suficientes para que las tres entidades demandadas indemnizaran en forma solidaria los daños ocasionados por el accidente deportivo.
No viene al caso discutir ahora el acierto de la decisión, en lo personal no la comparto, ya que la misma se inscribe en la teoría que todo daño es indemnizable independientemente de si hubo culpa o negligencia en su producción, y en este caso se cargó la romana sobre el referee, quien – a juicio del fallo – debió haber previsto la posibilidad del daño y haber evitado el suceso, vinculándolo en carácter de dependiente a las uniones demandadas, para de ese modo poder hacer funcionar la responsabilidad refleja u objetiva, pese haber quedado demostrado que los verdaderos responsables fueron quienes obligaron al menor a desempeñarse en un puesto para el que no estaba preparado, aunque ello no surgía a simple vista. Al no ser demandados el referee ni los entrenadores, no recayó sobre ellos ninguna obligación resarcitoria.
El tema que nos convoca ahora no es ese, aunque la introducción era necesaria para ponernos en situación. El caso es que finalmente la Unión Argentina de Rugby terminó pagando al reclamante una suma varias veces millonaria, tanto en concepto de daños y perjuicios como intereses, y además los gastos causídicos generados por los abogados que participaron en el pleito. Debo señalar que en primera instancia participé como apoderado de la UAR pero que oportunamente renuncié a cobrar mis honorarios profesionales en forma expresa tal como consta en el expediente judicial. Creo que fui el único.
Por su parte la Unión Cordobesa de Rugby se comprometió a reintegrarle a la UAR el 50% del desembolso comentado, para lo cual se acordó un plan de pago en cuotas, el cual fue avalado por los representantes de los clubes cordobeses aunque no en una asamblea formal, habida cuenta que se trata de un egreso extraordinario que deberán asumir no sólo las instituciones, sino también los jugadores que con sus aportes personales son quienes sostienen la mayor parte de los gastos de la institución.
Y este es el dilema. ¿Constituirá esta modalidad un mecanismo para futuras situaciones, que obviamente nadie desea que se produzcan, en las que ante la existencia de una lesión invalidante en el caso de un menor de edad, surja la obligación de indemnizar nuevamente por parte de la UAR y alguna otra unión provincial y/o club? La pregunta tiene actualidad porque la anterior conducción de la Unión Cordobesa sostenía que debían implementarse mecanismos de pagos sobre la base de la solidaridad de todo el rugby argentino ya que el desembolso es de tal magnitud que amenaza con dejar exhaustas las arcas de la Unión Cordobesa. En otras palabras, que el pago lo realizara precisamente la UAR en nombre de todo el rrugby argentino y se liberara a la unión provincial de la pesada carga que signficaría afrontar semejante deuda. Lamentablemente esa propuesta no encontró eco y Córdoba quedó abandonada a su suerte.
Entonces la Unión Cordobesa deberá afrontar el pago de una ingente deuda para con la UAR que se solventará con sus ingresos regulares ya que no hay manera de prever ingresos extraordinarios de tamaña magnitud. Lamentablemente no hay mucha información disponible para evaluar la manera en que esta entidad afrontará el pago de esta deuda, pero queda claro que será con el esfuerzo de todos los integrantes, en definitiva los sufridos jugadores de rugby que la integran.
La pregunta que dejo flotando es la siguiente: ¿Cuántas uniones provinciales estarán en condiciones de afrontar compromisos similares? ¿Cuando le toque a otra unión y/o club, se aplicará el mismo criterio o aparecerá en esa oportunidad la solidaridad que se le negó a Córdoba?
A mi entender el proceder de la dirigencia, si bien ajustado a derecho, ello a tenor de los pronunciamientos judiciales ya firmes, deja bastante que desear en cuanto a la mentada amistad y solidaridad que reinan (¿?) en el rugby, puesto que salvo alguna que otra débil voz, la gran mayoría del rugby argentino se desentendió del asunto y lo dejó en manos de los que resultaron condenados, la UAR y Córdoba, como si a ellos no les fuera a pasar nunca.
Creo que debería haber existido otro tipo de respuesta para este asunto, tal vez la dirigencia cordobesa debiera haber defendido con más énfasis y firmeza una postura que generara dentro del rugby argentino conciencia no sólo de la conveniencia de contar con mecanismos de aseguramiento sino de poner en evidencia la imposibilidad de casi todas la uniones – salvo la URBA claro está – de hacerse cargo de semejante lastre.
Como dije antes, ojalá que no se repitan estos incidentes, pero si ocurre de nuevo, me gustaría ver a los que cuando Córdoba reclamaba solidaridad miraron para otro lado tengan que hacerse cargo, si se van a lavar las manos con tanta tranquilidad. De todos modos sería conveniente establecer algún mecanismo para afrontar estas situaciones en lo sucesivo, que no se agote en el modelo de sálvese quien pueda.
Por Ricardo Borcoch
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