Córdoba logro el número uno del grupo luego de vencer al tricampeón Buenos Aires en un partido donde todos los puntos pasaron por los pies de Gastón Revol. Con esta victoria los “Dogos” recibirán en la docta al conjunto de Salta por una de las semifinales del Argentino.
“La vida siempre da revancha” es una frase que muchas veces puede sonar a lugar común para ciertas situaciones, pero ayer, en Don Torcuato, se sintió en la piel de cada rugbier cordobés a la hora de liberar el desahogo. Es que después de ocho años, Córdoba sorprendió a una desconocida versión de Buenos Aires, al derrotarlo por 15-13, en la 3era y última fecha de la rueda eliminatoria del Argentino.
El último festejo de los Dogos frente a las Aguilas había sido en 2001, en el SIC, ocasión en la que se llevaron el título al vencer por 30-20. Ahora, en las semifinales, Buenos Aires visitará a Tucumán, mientas que Córdoba, ganador de la Zona 1, recibirá a Salta.
En lo previo, por potencial e historial reciente, el combinado bonaerense era el candidato, pero una vez más quedó demostrado que las buenas individualidades no garantizan un equipo confiable y sólido. Ese fue el karma de las Aguilas en la calurosa tarde de ayer; nunca pudieron meterse a pleno en el partido. Córdoba, con menos nombres relumbrantes, tuvo paciencia, jugó “su partido”, con tackles y presión para anular los intentos rivales, y como en una película que tiene el final deseado, tuvo a su héroe en el apertura Gastón Revol, autor de los 15 puntos.
La derrota de Buenos Aires sorprendió por varios factores. Casi nunca tuvo pelotas claras para atacar; sólo en una ocasión pudo llegar al try, con un balón que ganó Santiago Sanz en la cola del line, y tras un maul, Belisario Agulla encontró el resquicio para anotar. Con backs del nivel de Agulla, Camacho, Matías Fernández Gill, Vega, Comuzzi, Santiago Fernández y Ramiro Dobal, llamaron la atención las dificultades de los locales para lastimar por las puntas. Siempre fallaron en el último pase o chocaron con el tackle rival. Por el lado de los forwards, tampoco encontraron respuestas en hombres curtidos para este tipo de compromisos. Las posesiones nunca fueron claras y como reflejo quedó esa imagen del hooker Pablo Gambarini, recriminándose a sí mismo por dos pelotas seguidas regaladas en el line.
Córdoba tuvo como virtud que nunca se desesperó, ni aun estando en desventaja en el parcial (9-13). Consciente de que su adversario no era tan temible como parecía en lo previo, tomó aire en la segunda etapa, y apostó por el juego corto y seguro para ganar terreno. Buenos Aires cometió infracciones y perdió temporariamente por amonestaciones a Gómez Kodela y Begino. Córdoba pasó al frente por 15-13, y los últimos minutos parecieron una eternidad para los visitantes. La desesperación de las Aguilas se reflejó en ese penal de Santiago Fernández que quedó cortó en el final. Allí, los Dogos supieron que el día de su esperada revancha había llegado.
Fuente: Diario La Nación
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