Sudáfrica y Nueva Zelanda se preparan para la versión más épica del clásico desde la final de Mandela, y los Springboks creen que pueden romper con los pronósticos.
¿Cómo le ganas al mejor equipo de la historia? Es que así calificó el entrenador de los Springboks, Heyneke Meyer, a los All Blacks versión 2015, pero su homólogo, Steve Hansen, sostuvo que su amigo, “un diablo muy astuto”, pretendía opacar a los neozelandeses a base de piropos.
Porque al fin al cabo, ¿realmente es el mejor de la historia? ¿Superior al equipo Springbok de 1937 o 1997-98? ¿O a los All Blacks de finales de los años 80, de mediados de los 90 o de hace unos diez años? ¿O a los Lions de 1971 o 1974? ¿Y qué hay de los Wallabies del cambio de siglo?
En la víspera del choque entre los dos gigantes tradicionales del deporte, que promete ser el más monumental desde aquella final con Mandela en la Copa Mundial de Rugby de 1995, el viejo guerrero sudafricano Schalk Burger reiteró la idea de que, para llegar a la final de la próxima semana, tendrán que volver a vencer al más grande; al igual que hicieran, una generación atrás, Francois Pienaar y compañía contra el equipo del magnífico Jonah Lomu.
“No podemos más que coincidir”, dijo Burger en Twickenham el viernes sobre la afirmación de su entrenador. “Lo dicen las estadísticas. Richie McCaw ha ganado más partidos (129 triunfos en tests) de los que he jugado yo (84). Resulta bastante complicado hacerle competencia a un equipo que parece que no pierde nunca”.
Sin embargo, Nueva Zelanda sí pierde a veces – si bien solo lo ha hecho en tres ocasiones, en los 52 partidos que lleva bajo las órdenes de Hansen – y Burger, que lleva doce años chocándose contra ese muro de los All Blacks, pudo derrumbarlos cinco veces en 15 intentos.
También recuerda que en algunas de esas diez derrotas debió imponerse Sudáfrica. “Es un gran equipo pero en el grupo creemos que los sometimos a presión en el pasado”, dijo Burger. “Siempre creamos varias oportunidades contra ellos pero hemos perdido algunas veces ya que que solo aprovechamos la mitad de ellas”. Por lo tanto, resulta clave ser contundente.
En estos Springboks no hay rasgo alguno de un complejo de inferioridad. Solo hay que escuchar a Lood de Jager, el excelente joven segunda línea. “Los respetamos pero, se los aseguro, tampoco demasiado”, dijo. “Creo que nadie nos daría como favoritos, pero nosotros lo vemos de otra forma. Los enfrentamos mucho. Estamos acostumbrados a ellos”.
Resulta revelador que lo diga un joven como de Jager. Y Burger puede afirmar entre risas que la idea de ver venir hacia él un Julian Savea a toda carrera es “cuando menos, un tanto aterrador” pero, a sus 32 años, todavía impone por su físico: tuvo 20 carreras más con la pelota que cualquier otro jugador del torneo y aún vuelve por más.
También ayuda que, según el staff de los Springboks, el capitán Fourie du Preez parece estar dotado de poderes místicos cuando se desempeña en su puesto de medio scrum. “Para mí, juega increíblemente bien siempre”, dijo el entrenador asistente Johann Van Graan. “Su compostura bajo presión, la fe que se tiene y esa habilidad de ver cosas que otros no ven: los talentos hacen cosas que otros no saben hacer; los genios hacen cosas que otros no saben ni ver”.
Du Preez es de los pocos que ganó más partidos de los que perdió frente a los All Blacks – siete victorias por cinco derrotas – así que algo de genio tendrá, sin duda.
Desde el 2012, año en que asumieron uno y otro entrenador como seleccionadores de los dos equipos más famosos del rugby, Nueva Zelanda lleva seis triunfos y Sudáfrica uno, en el frente a frente. Y, aunque el reciente historial revele un 10-2 a favor de los All Blacks, los últimos tres partidos fueron tan igualados que no más de cinco puntos separaron al ganador del perdedor.
No solo han sido igualados estos encuentros, sino que dos de ellos se hallan entre los mejores tests de la historia: la victoria de los Springboks por 27-25 en octubre del año pasado en Ellis Park y el 38-27 que se llevaron los All Blacks doce meses antes de ese mismo campo. Esto representa una mini-época dorada en la rivalidad entre las dos naciones.
La excelencia en el juego ha ido acompañada por un auténtico respeto mutuo entre entrenadores y jugadores. Burger manifestó que deseaba ganar esta, tal vez, última pulseada con McCaw para así poder ganarse el derecho vitalicio de cargar a un tipo que considera un buen amigo.
Entonces, ¿en qué quedó la declaración de Hansen de que los Springboks supuestamente querían arrancarles las cabezas? “De momento, no”, dijo Burger, sonriente. “Pero tal vez mañana”.
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