Heyneke Meyer es un buen tipo, pero ha fracasado en su mandato como entrenador de los Springboks. Es el momento para el cambio – pero ¿quién debe hacerse cargo?
Las salidas de Allister Coetzee de Newlands y Frans Ludeke de Loftus Versfeld sugieren que la fraternidad de rugby de Sudáfrica está lista para una evolución cultural. Sin embargo, cualquier cambio requeriría una figura fuerte, un entrenador nacional que sea capaz de utilizar a los Springboks como gran ejemplo a la hora de jugar en todo el país.
¿Existe un hombre así en la tierra de los Boks?
A pesar de sus deseos para una extensión de contrato, el tiempo de Meyer parece estar terminado. Algunos informes un tanto prematuros antes del Mundial sugieren que ya había firmado por cuatro años más, pero en el contexto de la demanda pública es abrumadora para realizar un cambio de manera obligada, lo cual parece poco factible que lo realice la SARU, al menos en las próximos semanas.
La especulación se escuchan como moneda corriente en el ambiente del rugby sudafricano, sobre el destino del entrenador antes de Navidad. El Consejo General de SARU se reunirá el 11 de diciembre cuando en donde realizarán una evaluación y posterior veredicto, que es probable que se publicará el lunes 14 en el boletín oficial.
Cuando Meyer fue elegido como entrenador de los Springboks en 2012, se insistió en que debía ser juzgado en cuanto a sus resultados, y los resultados no lo acompañaron como uno se imaginaba. A pesar de haber conseguido el tercer puesto en la Copa Mundial, la verdad es que el récord de los Boks ‘durante la era Meyer ha sido muy por debajo de lo que él hubiera establecido como aceptable.
El rugby sudafricano debe medirse principalmente contra sus principales rivales como lo son Nueva Zelanda y Australia. En 15 partidos contra sus enemigos SANZAR, los hombres de Meyer ganaron cinco juegos (sólo el 33%). En ocho partidos contra los All Blacks, salieron victoriosos sólo una vez.
La derrota histórica frente a Los Pumas y Japón, empujaron el autobús hasta el borde del acantilado con el único medio de salvación de ser campeón del Mundo.
A la hora de evaluar a Meyer, lo más decepcionante de todo, es el estancamiento en la forma en que los Springboks juegan, la cual se ha quedado en el tiempo. Muy predecible, es la única manera de describirlo.
Meyer nos sedujo a todos en el 2013 cuando habló de cómo quería evolucionar el estilo de los Springboks, diciendo que lo físico era vital y que el juego táctico no era suficiente para vencer a los mejores equipos en el mundo.
Habló de cómo los Boks necesitaban tiempo para mejorar en su libreto de juego, y de cómo estaban luchando por un plan de juego más completo y equilibrado. Es verdad que tuvo grandes partidos a partir de su sus jugadores playmakers como Willie le Roux y Handre Pollard, pero que con el correr del tiempo el juego colectivo se fue perdiendo. A finales de 2014, el equipo no tuvo la misma contundencia que en 2013, y a mediados de 2015, Meyer nos estaba diciendo que había cometido un error al tratar de complacer a los fans y que los Boks fueron perdiendo su idea de juego.
Las contradicciones se empezaron a acumular en las distintas conferencias de prensa. Los discursos sobre “hacer el país que se sienta orgulloso” nunca fueron respaldadas por las sugerencias tácticas de los Boks. Se trataba sólo de golpes en el pecho, pero a ¿Dónde estaba el pensamiento?
Mientras estaba sentado en Twickenham y observé los Boks seguir todo el procedimiento en en el camino de la Rugby World Cup llegando hasta semifinales, el resultado parecía tan inevitable. Era como ver una película mala en la repetición – una vez más – los Boks no ofrecieron nada con la pelota en la mano. Pusieron a Nueva Zelanda bajo presión una y otra vez, pero se quedaron en las ganas solamente.
De las seis franquicias de Super Rugby que tiene Sudáfrica, sólo una comenzará el 2016 con el mismo entrenador que en 2015.
Johan Ackermann ha hecho un trabajo excelente cuando le tocoó dirigir a los Lions y llevarlos a quedarse con el título de la Currie Cup, construyendo sobre los cimientos puestos por encima de John Mitchell, pero aún no tiene la experiencia necesaria para el cargo más alto del país.
Inglaterra ha dado un paso audaz en el nombramiento de un entrenador extranjero para traer una perspectiva fresca. Eddie Jones tendrá el lujo de ser capaz de operar sin el bagaje político que han acompañado a cualquier entrenador designado desde dentro.
Imagínese que una figura como Robbie Deans- lo que podría hacer con los recursos de los jugadores de Sudáfrica, utilizando su enfoque pragmático que hizo a los Crusaders múltiples campeones del Super Rugby. Si bien Deans no es una opción realista, el ex entrenador de los Sharks, y John Plumtree puede ser otra de las alternativas.
Por desgracia, se teme que el orgullo de Sudáfrica sea demasiado grande para contratar a un entrenador extranjero en el futuro previsible.
Al parecer, el escenario más probable ahora es que Coetzee regrese de su exilio japonés y pueda trabajar en conjunto con el Administrador de alto rendimiento SARU, Rassie Erasmus. Dado el historial de Coetzee en los Stormers, es difícil ver el ex entrenador como asistente de Jake White.
Por lo visto, parece que la evolución del rugby de Sudáfrica sólo tendrá que esperar un poco más.
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