A través de la escritura – su gran pasión – Sebastian E. Perasso, encuentra en esa forma de expresión, un canal para tratar de hacer una contribución cierta hacia el juego. Su capacidad de observación de la realidad del deporte, y del rugby en particular, sumada a su vasta experiencia en el juego, lo colocan en un lugar privilegiado para desmenuzar la problemática del deporte del rugby.
“Cuando el jugador te está comiendo con la vista lo lograste; cuando ves que bosteza o mira para el otro lado, estás listo.” Gerardo Martino
El punto de partida para definir y precisar el rol del entrenador infantil como comunicador es saber a ciencia cierta el panorama que se encontrara frente a sí al entrenar.
Lo primero que debemos afirmar es que existe en la actualidad una desconexión emocional con los niños.
Ello responde a diferentes razones, entre las que podemos citar:
-Indiferencia
-Apatía
-Desgano
-Desinterés general
Frente a ese cuadro de situación que experimentan la mayoría de los niños, el principal desafío de los entrenadores consiste básicamente en “crear las condiciones propicias para el aprendizaje”. Se debe tratar de lograr un clima emocional donde los chicos lejos de sentirse desinteresados tengan ganas de aprender y disfrutar del deporte.
Atendiendo a ese panorama descripto algunas herramientas útiles para alcanzar ese primer objetivo podrían ser:
1º) Involucrarnos afectivamente:
-El hecho de involucrarnos afectivamente significar comunicar con sentimientos.
-Si desde nuestro lugar de liderazgo e influencia transmitimos un discurso exento de emociones, entonces la atención de los niños será de baja intensidad.
-El rugby es un deporte que debe comunicarse con pasión, con entusiasmo y fanatismo. Ello es primordial para transmitir el mensaje.
-En ese mensaje debemos adosarle nuestros propios sentimientos y afectos, y también nuestro compromiso e involucramiento.
-Si el mensaje está vació emocionalmente, la apatía se apoderará de la escena y será difícil crear el clima propicio para la enseñanza.
-Como entrenadores debemos tener en claro que los niños solo responden cuando sienten una autentica conexión emocional con ellos. Posiblemente la única herramienta que contamos los adultos para llegar a ellos es la autenticidad de nuestros sentimientos y emociones, los cuales deben ser expresadas en un marco de serenidad y respeto.
-El panorama actual obliga a los adultos a la construcción de una autoridad cada vez más afectuosa y demostrativa, capaz de conectarse emocionalmente y de comunicarse con respeto.
2º) Actuar con firmeza:
-Comunicar con firmeza es esencial para lograr una comunicación eficaz.
-Debemos dar un mensaje simple y claro que no permita ambivalencias ni doble lectura.
-Hemos mencionado que el adulto tiene que ser afectuoso en sus intervenciones, pero también es importante actuar con firmeza.
-El nuevo modelo de autoridad implica ser más firmes, más afectuosos y más demostrativos que antaño.
-Hemos llegado a un punto en el que es tan importante “lo que se dice” como también “la manera en la que se dice”.
-Miguel Espeche en su libro “Criar sin miedo” da en este aspecto un mensaje esclarecedor. Al respecto dice: “Entre la letra y la música de nuestros mensajes, los hijos eligen la música”. Ello significa que los niños atienden y le dan preponderancia a la forma en la que les llega el mensaje por sobre el contenido del mismo.
-En rigor, si pretendemos llegar a los niños debemos ser cuidadosos de las formas o modos de comunicar para llegar a ellos de una manera eficaz.
-El máximo desafío que tenemos como comunicadores es tratar de generar la atención de nuestros pequeños rugbiers.
Si fracasamos en nuestro cometido inicial con seguridad todo lo demás naufragara de antemano.
Algunos de los “tips” más efectivos para lograrlo son los siguientes:
– Entablar contacto visual con los jugadores.
– Crear un ambiente exento de distracciones visuales.
– Lograr la conexión emocional con los jugadores.
-Si el entrenador mira a los ojos a sus jugadores la posibilidad de dispersión será menor.
¿Cómo crear un ambiente exento de distracciones?
Una de las formas es “hacer una ronda” alrededor del entrenador porque contribuye a que los chicos puedan prestar atención y no verse desconcentrados por factores externos.
Otra herramienta para atraerlos es hacer que permanezcan sentados mientras el coach habla. De esa manera la posibilidad de que los niños se paren o corran será menor.
¿Cómo nos conectamos con ellos?
-Involucrándonos física y afectivamente en la enseñanza.
-Generar la atención del niño implica tomar conocimiento de que en todo acto de comunicación intervienen dos partes: el que da el mensaje, y el que lo recibe; por lo tanto la comunicación no solo consiste en transmitir mensajes, sino también en recibirlos.
Un buen entrenador de rugby no solo debiera tener conocimientos sobre los distintos aspectos del juego, sino que además debe saber comunicarlos.
-Si un entrenador no sabe comunicar la atención recibida por parte de los jugadores será menor a la deseada.
-Saber transmitir los conocimientos incorporados es lo que produce que esos conocimientos deriven en enseñanzas.
Desandar el camino para poder aprender implica en primer lugar el hecho de saber y, como complemento, el poder transmitirlo correctamente.
-Esa brecha entre el saber y el transmitir es la que el entrenador deberá aprender para que su mensaje llegue al destinatario de la forma más clara y sencilla posible.
Hemos mencionado en el comienzo, que un buen entrenador debe desarrollar y perfeccionar sus dotes de orador, porque cuanto mejor sea su técnica para hablar, mayores serán los frutos que se desprendan de su mensaje.
Todos los entrenadores podrán ser – en mayor o menor medida – buenos oradores. Se trata simplemente de trabajar con empeño en este aspecto.
Decía el romano Quintiliano hace ya veinte siglos que “El orador se hace, el poeta nace.”
Mas allá del natural talento para hablar bien hay detrás de cada orador una preparación y una dedicación que moldea su capacidad.
El primer principio para ser un buen orador es que el entrenador debe actuar ante la audiencia (en este caso, ante los jugadores) pero ello no significa fingir sino involucrarse en el mensaje para poder trasmitirlo con energía y determinación.
El orador debe convencer a sus oyentes; debe persuadirlos para que piensen, sientan o hagan algo como consecuencia de sus palabras. Además, el orador esta creando algo con el público, y no para el público.
En ese sentido el papel que cumplen los oyentes es activo a pesar de que solo una de las partes es la que habla.
Los jugadores no están ajenos al discurso porque asienten con su cabeza o prestan conformidad con su mirada. Se debe tener presente que la disertación de un entrenador no debe ser un monólogo, sino un dialogo en el que una de las partes (los jugadores) no habla pero participa de manera activa con sus gestos, su movimientos corporal y su mirada.
Las charlas no consisten solo en exponer hechos, porque el entrenador debe transmitir cosas (conocimientos y sensaciones).
El coach debe apuntar a ejercer influencia sobre sus oyentes y para ello puede recurrir a todos los artilugios posibles (subir el tono de voz en frases o palabras “clave”, utilizar los silencios, etcétera).
En el mundo del rugby infantil es importante utilizar el contacto visual con los jugadores para conectarse con ellos e involucrarlos de manera activa.
En la página de Espartanos, la ONG que revolucionó las cárceles utilizando al rugby como herramienta de educación e inserción social para los presos, hay un video corto...
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