En algunos colegios del Reino Unido han decidido que los jugadores de rugby pueden ser un buen modelo para los chicos o que incluso potenciar la práctica de este deporte puede conseguir transmitir valores que encarna el “juego limpio” del que siempre hablan sus fans.
El campeonato del mundo en 2015 ha visto cómo se extendía la afición por todo el mundo y el interés llegaba hasta nuestro país o este periódico, que ponía en portada una gran historia de Pedro Simón sobre dos rivales de equipos de Madrid. Pero, antes, en septiembre, la ministra de Educación de Reino Unido, Nicky Morgan, lanzaba un plan para que los entrenadores y jugadores de este deporte transmitieran, sobre todo en colegios con fracaso escolar, su experiencia y contagiaran a los chicos que el carácter se puede forjar con resiliencia -o sea, capacidad de recuperarse de los golpes de la vida– , disciplina y trabajo en equipo. Precisamente, hace unos días, fue David Cameron, el primer ministro, el que habló de la necesidad de que padres y profesores procuraran que hubiera mejor disciplina en los colegios más desfavorecidos y se preguntó por las razones que hacen que en los colegios de la élite no huyan de esta palabra que sí está tan denostada en otros.
El rugby en entornos difíciles ha dado resultados en Venezuela, donde la Fundación Santa Teresa, de la fábrica de ron, tiene en marcha un proyecto de rehabilitación de menores con problemas de conducta. Se llama el Proyecto Alcatraz y, en él, el rugby es fundamental. Se ha extendido a muchos colegios del municipio.
El plan del Gobierno del Reino Unido consistió en llegar a un acuerdo con 14 clubes profesionales en un programa que estaba diseñado para alcanzar a 17.000 alumnos pero también a 500 ninis, sin empleo y sin estudios. La ministra llegó a hablar de “justicia social”, porque el plan llevaría a los colegios de ambientes más desfavorecidos la ética que impera en los mejores clubes de rugby, un deporte, añadió Morgan, “que te enseña a recuperarte de una derrota, a respetar a los demás y a trabajar juntos”.
Alguien podría pensar que eso también lo puede enseñar el fútbol, pero no parece que los valores que transmite ahora el deporte estrella estén en tan alta estima.
En 2009, la organización mundial de Rugby, sintetizó lo que consideraban los valores fundamentales del deporte y destacaron la “integridad, la pasión, la solidaridad, la disciplina y el respeto”. En las crónicas deportivas sobre este deporte, escribe The Conversation, se enfatiza mucho el papel que ha podido jugar la falta de disciplina y se critica cuando hay faltas de respeto al árbitro. Cuando tiene que mediar en una pelea entre los jugadores, éstos se disculpan y le hablan de usted -en inglés usan el “Sir”-.
Hugh Vyvyan, uno de los jugadores más famosos, dijo estar convencido de que el rugby puede tener un poder transformador en la sociedad. En varias de las intervenciones en la presentación del plan se puso énfasis en que la educación no es solo conseguir unas notas, también debería consistir en forjar un carácter que te capacitara para navegar en la vida. Y ahí es donde entra el rugby.
En la universidad de Brighton existe Rugby for Peace, un programa diseñado para adaptarlo a los colegios, también basado en este deporte. Según The Conversation, “un niño de 10 años aprende de la necesidad de respetar al oponente y de hacerse responsable limpiando sus zapatos después del partido, los de 14 años aprenden de confianza y liderazgo en el equipo, cuándo sobresalir y cuándo seguir con los demás y los de 16 años aprenden sobre la responsabilidad de ser un modelo, en el equipo y en sus comunidades”.
En España, sin embargo, llevamos unos años en que el talento, más que el carácter, es la palabra estrella de los discursos educativos. Y no está nada mal. Nos encanta cómo ha calado el discurso de Sir Ken Robinson. En el mundo anglosajón tuvo repercusión un libro de Paul Tough, Cómo tienen éxito los niños: La Fuerza de Voluntad, la curiosidad y el poder oculto del carácter. En él, Tough escribe: “No hay una herramienta contra la pobreza que podamos dar a niños de entornos con problemas más valiosa que la fortaleza de carácter”. Y eso es lo que se pretende hacer en Reino Unido con el rugby.
Cuenta la leyenda -porque no hay prueba alguna de que lo dijera–, que el Duque de Wellington afirmó que la batalla de Waterloo se ganó en los campos de deporte de Eton. La falsa cita ha pasado a ser interpretada como un elogio a la forja del carácter que se hace posible en las competiciones deportivas de los colegios de élite británicos. El Gobierno, ahora, lo quiere hacer extensivo a los colegios de entornos más difíciles. Mientras, los médicos no parecen tan entusiasmados con el furor por este deporte. Lo que puede ser bueno para el carácter parece ser que no le viene muy bien a las lesiones físicas. Pero eso es otra historia.
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En la página de Espartanos, la ONG que revolucionó las cárceles utilizando al rugby como herramienta de educación e inserción social para los presos, hay un video corto...
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