Entre promesas de gloria, dinero y un futuro mejor, los talentosos jugadores de Fiji sirven como caso testigo de la colonización del rugby de las islas del Pacífico. El papel de las potencias.
“Es amor y camaradería, no dinero, lo que nos une. Somos hermanos en armas. Jugamos para nuestras familias y nuestra gente”, expresa Nemani Nadolo en la carta que envió a los medios la semana previa al enfrentamiento ante Inglaterra el 19 de noviembre de 2016. La misma responde a los que acusaron a los jugadores fijianos de quejarse por los viáticos que reciben al representar a su país en partidos internacionales.
£21.600 fue la diferencia entre lo que cobraron los jugadores de Inglaterra, quienes percibieron £22.000 cada uno, y los de Fiji, quienes apenas embolsaron £400 por el partido que terminó con un contundente 58 a 15 para los europeos. Lejos de ser la única diferencia, la Rugby Football Union (RFU) inglesa se llevó aproximadamente £10.000.000, mientras que la Fiji Rugby Union £75.000.
Estos números marcan una diferencia que va mucho más allá de lo económico. Pero esta situación es la que genera que cada vez sea más común encontrarse con jugadores de las islas del pacifico en los seleccionados más poderosos del mundo.
Sin ir más lejos, Nathan Hughes, quien debutó en el seleccionado de la Rosa ante Fiji y es nacido en la isla, no dio vueltas y aseguró: “Yo juego para sostener a mi familia, darle un techo y ropa para vivir…yo hubiese querido que Fiji tenga más recursos pero las cosas son como son. Ellos tienen que lidiar con esto y vivir con lo que tienen.”
Con muchos jugadores abocados a la gira de los British & Irish Lions por Nueva Zelanda, Eddie Jones, entrenador de Inglaterra, dio la lista de los jugadores que vendrán de gira y con ella un nuevo debutante fijiano, Ratu Joe Cokanasiga. El joven wing de London Irish se sumará a los ya naturalizados por la política de residencia Nathan Hughes y Semesa Rokodoguni.
La polémica política de residencia establece que un jugador puede representar a otro país luego de vivir tres años consecutivos en esas tierras si no vistieron la camiseta de otro seleccionado antes. Esta ley, contra la cual Agustín Pichot lucha por subir a 5 años contra la oposición de las grandes potencias, es la que genera que cada vez sean más los jugadores que terminan vistiendo la camiseta del país de los clubes que los contratan.
Francia, desde la asunción de Bernard Laporte, anunció que no sumarán más jugadores en su seleccionado bajo estas condiciones. Los que ya juegan como el neozelandés Uini Atonio, el sudafricano Scott Spedding o los fijanos Virimi Vakatawa y Noa Nakaitaci, podrán seguir vistiendo la camiseta azul, pero no habrá nuevos reclutados bajo esta norma. La Rugby Football Union, organismo madre del rugby inglés, amagó con subir de 3 a 5 los años necesarios para poder representar a su país pero aún no lo materializó.
En 2016, el seleccionado de menores de 18 años de Fiji de colegios secundarios tuvo un flojo paso por el Tres Naciones jugado en Auckland y perdió 3 de 3, con abultadas derrotas ante Nueva Zelanda y Australia. Pese a los resultados, una vez finalizado el certamen, Josaia Rokomarawa, entrenador del equipo, dijo sentirse orgulloso que la mitad de sus jugadores habían recibido ofertas de colegios o clubes de otros países.
Los medios locales tomaron con optimismo el interés por sus nuevos jóvenes, lo que no tuvieron en cuenta fue que ellos posiblemente jamás vuelvan a vestir su camiseta nacional. En la actualidad solo 2 jugadores de aquel equipo permanecen en la isla.
Muchos de los contratos profesionales que firman incluyen clausulas que les prohíben jugar para su seleccionado natal a la espera de los 3 años de residencia que les permitan cambiar su futuro internacional.
Solo en el rugby francés se pueden contar más de 165 jugadores profesionales provenientes de Fiji. Clubes como Clermont y Brive ya tienen academias establecidas en la isla para reclutar jóvenes promesas y llevarlas a Europa lo antes posible para no perderse a las futuras estrellas.
Ben Ryan, entrenador del seleccionado de seven fijano que se coronó campeón en los Juegos Olímpicos de Rio 2016, contó espantado: “Estuve en la pretemporada de Toulon. Ellos saben de los chicos de 15 años jugando en las competencias escolares de Fiji. Van a las islas agentes de todas partes a ofrecerles plata e incentivos a las familias para cerrar acuerdos. Cualquiera hace lo que quiere, es el lejano oeste.”
Lejos del glamour de las principales ligas europeas, Ryan contó lo que viven los jugadores que apenas llegan a Australia y Europa con el sueño de triunfar: “El Rugby League está haciendo barbaridades con los jugadores fijianos. Les mandan pasajes solo de ida con una visa que nos les permite jugar rugby profesional, terminan pasando el tiempo que pueden estar y son deportados. Cosa que los sentencia de por vida para su futuro profesional…En Europa muchos clubes meten varios jugadores en una casa. Les pagan entre 200 y 300 euros por mes con contratos cortos y terminan fichando de forma definitiva solo a uno. Hacen eso todo el tiempo.”
El mayor problema de estos manejos es el resultado. Todas las semanas llegan llamados a la International Rugby Player Association por jugadores que necesitan “ayuda desesperada” luego de ser cortado por un club y abandonados por el agente que les había prometió el éxito.
A la falta de canchas con medidas reglamentarias en ciertas regiones del país, entrenadores poco calificados para desarrollar jugadores y salarios anuales que rondan los 5.000 euros, la posibilidad de ganar entre 100.000 y 200.000 euros lejos de casa pasa a ser la oportunidad de las vidas de los isleños.
“En Fiji las opciones son el ejército o el rugby. Si no te gusta pelear probablemente tu única salida será el rugby. La posibilidad de conseguir un contrato en el exterior es una tremenda oportunidad.”, sentencia Nicky Little, quien tuvo 71 apariciones con el seleccionado isleño entre 1996 y 2011.
Mientras el apoyo económico desde la World Rugby es cada vez mayor para hacer crecer la estructura del deporte ovalado en las islas y muchos pelean por endurecer las normas para que la fuga de talentos sea cada vez menor, en Australia ya se vaticina que en cualquier momento el 50% de los Wallabies serán nacidos en Fiji.
Por desgracia ese día no está tan lejos. En la actualidad son 7 los fijianos que alternan en las convocatorias australianas: Taqele Nayaravoro, Henry Speight, Samu Kerevi, Tevita Kuridrani, Sefa Naivalu, Eto Nabuli y Marika Koroibete. A los que es probable que en cualquier momento se les sume Isi Naisarani, ala de Western Force y que se espera que este en las próximas convocatorias de Michael Cheika.
Sin dudas llegó el momento de tomar una decisión drástica. Pese a que subir a 5 años la política de residencia sería un primer paso no sería suficiente. El cambio debe ser de fondo y ya.
Repartir las ganancias de los partidos dándole más al rival (con 90% local y 10% visitante Fiji se habría llevado 1 millón de libras del partido vs Inglaterra) podría ser un buen comienzo. Un mayor ingreso por partido para el más débil podría llevar a mejores premios para sus jugadores y así no generar tantas diferencias con el pago de los poderosos.
La posibilidad de incluir una franquicia de las islas (Fiji, Samoa y Tonga) al Super Rugby podría traer grandes beneficios económicos y además generar que la base de los seleccionado permanezcan en sus propios países, o más cerca, con remuneraciones competitivas.
Muchas pueden ser las propuestas que se pueden elaborar, pero al final del día lo que realmente importará es si existe la verdadera intención de cambiar esta realidad por parte de las potencias. En la actualidad no parecen ser el ejemplo.
Solo teniendo en cuenta a los nacidos en Fiji que representan otros seleccionados:
Australia: Taqele Nayaravoro, Henry Speight, Samu Kerevi, Tevita Kuridrani, Sefa Naivalu, Eto Nabuli y Marika Koroibete
Nueva Zelanda: Waisake Naholo
Francia: Virimi Vakatawa y Noa Nakaitaci
Inglaterra: Nathan Hughes, Semesa Rokodoguni y Ratu Joe Cokanasiga
Por Ramiro Pemán
@analisisderugby
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