El histórico hooker confesó que, en los instantes previos a ingresar al campo contra los Wallabies, una mezcla de sentimientos lo invadió.
“Sentí una cierta molestia por no haber tenido más tiempo de juego”, reveló Creevy, destacando que su frustración no se debía a un deseo de protagonismo, sino a ser parte fundamental del equipo. El hecho de haber jugado solo ocho minutos y, para su sorpresa, en la posición de ala, fue un factor que le generó un profundo malestar. “También me dolió mucho por la gente que había ido a verme y por mi familia”, añadió.
Sin embargo, el jugador recordó que antes de entrar a la cancha, se repitió a sí mismo: “Que esto no opaque todo lo que hice durante 20 años”. Para Creevy, el verdadero cierre de su etapa con la camiseta de Los Pumas no fue ese partido, sino la histórica victoria ante los All Blacks, dos semanas antes.
Con un legado de 110 partidos, cuatro Copas del Mundo y el honor de ser el primer centenario en la historia del rugby argentino, las palabras de Creevy nos ofrecen una perspectiva más personal sobre el adiós de uno de los grandes referentes del rugby nacional.
Fuente: Pax Assistance