En el año del 65º aniversario de aquel triunfo ante Irlanda -fundacional para el rugby argentino-, Pucará redondeó un 2017 excelente: al acceso a las semifinales del Top 12, desplegando un juego refrescante, le agregó el fin de semana la obtención por cuarta vez consecutiva del Seven de la URBA, con el plus de que lo logró sin cinco de sus backs, tres de ellos con el seleccionado de Buenos Aires y los otros dos con los Pumas 7. La foto actual es producto de un proceso de crecimiento que ya lleva varias temporadas y que dentro de la cancha contó en ésta con la frutilla del postre: la vuelta del talento de Lucas González Amorosino.
A partir del año próximo, el club de Pucará, que tanta gloria le ha dado a los Pumas, contará con un destacado refuerzo en su estructura rugbística: Alejandro Moreno, ex pilar de los seleccionados de la Argentina y de Italia, se hará cargo del área deportiva. El primer contacto lo estableció Gustavo Jorge, quien como entrenador del plantel superior es otra de las caras visibles de este crecimiento. El ex wing de los Pumas -también con paso por el CASI- lo conoce a Moreno desde que ambos formaron parte del seleccionado nacional que ganó el Sudamericano de 1998.
Pero más allá de su próximo trabajo, es interesante abordar a Moreno desde su trajinar en el rugby profesional, en el cual se transformó en un verdadero trotamundos. Inició su carrera en el Roca Rugby Club -se trasladó a esa ciudad del Sur a los 4 años; nació en Buenos Aires el 21 de abril de 1973- y en 1998 se trasladó para jugar en San Fernando. Desde ahí, recorrió 10 clubes de 3 países distintos: Agen, Perpignan y Brive (Francia); Worcester, Leicester y Leeds (Inglaterra) y Parma, Calvisano, L’Aquila e I Cavalieri (Italia). Jugó la Copa del Mundo de 1999 para Italia y con el Leicester ganó la Premiership. Fue entrenado por hombres de todas las potencias rugbísticas.
Jugaba de tercera línea hasta que un día tres glorias Pumas -Gonzalo Beccar Varela, Ricardo “Tacho” De Vedia y Rafael Madero- le dijeron que tenía que ser pilar. En ese puesto lo colocaron en un seleccionado de Desarrollo en 1997. Al año siguiente, Beccar Varela lo llevó a San Fernando, y meses más tarde José Luis Imhoff lo convocó para el seleccionado nacional. Luego de la final del Sudamericano, en el CASI, se acercó un hombre y le dejó un teléfono anotado en una servilleta. Le decía que necesitaba un pilar para el Agen. “Cuando iba a llevar el traje a la lavandería, saqué el papel y llamé. No era una joda, como pensaba. Del otro lado me dijeron que me esperaban el 26 de diciembre en París”, cuenta Moreno. Y se fue.
En mayo de 2000, después de jugar ya para Italia el Mundial 99 a pedido del francés Georges Costes, Moreno se fue al Parma y desde allí siguió un recorrido que recién concluyó como jugador en 2015. Con un atenuante: en sus dos últimos clubes, Leeds e I Cavalieri de Prato, también fue entrenador. En todo ese periplo de mudanzas, estuvo en varios clubes que quebraron y perdió todo en un terremoto no bien había llegado al L’Aquila. En el Leicester fue el padrino de dos argentinos también pilares: Marcos Ayerza y Martín Castrogiovanni.
“En Inglaterra hice todos los cursos de entrenador y de preparador físico. Yo voy a cuanta clínica y curso haya. Estuve 40 días con los Crusaders y 15 con los All Blacks. Hay que aprender todos los días”, dice Moreno, que en su vuelta a la Argentina fue contratado en 2015 por el Jockey Club de Villa María. Allí instaló, entre otras cosas, una academia de destrezas. Ahora, vuelve a mudarse. Casi que el rugby y las valijas van de la mano en la vida de Alejandro Moreno.
Sobre su paso por Córdoba y su vínculo con la institución de la herradura, Moreno manifestó: “El balance que hago desde que me sumé a Jockey (Diciembre 2015) a la fecha, es fantástico. Deportivamente nos fue muy bien, mejoramos mucho el número en las categorías infantiles y juveniles, incorporamos una escuela de destrezas, realizamos distintos tipos de coaching con psicopedagoga. La verdad que venía todo muy bien y en Septiembre de este año me reuní con dos dirigentes para ver como continuábamos con el proyecto, y me respondieron que la situación política del club era muy mala y que si tenía otro ofrecimiento, que lo agarre. Que es lo que hice”.
“Siempre voy a estar agradecido a Jockey de Villa María por haberme dejado entrenar por primera vez en Argentina. Considero que hay muchas cosas por mejorar pero la gente del club me ha demostrado muchísimas ganas de hacer y aprender lo que es muy valioso”.
“El nivel de juego de Córdoba me sorprendió mucho y sabía muy bien a dónde venía. Creo que en los dos últimos años se mejoró muchísimo por el coaching que pudimos brindar como así también por las ganas de todo el plantel superior. Los equipos de arriba trabajaron muy bien y lo siguen haciendo”.
Con respecto al nuevo desafío de dirigir en la URBA, el ex Puma dijo: “Lo tomo con muchísima seriedad, y a un 1000%. Como entrenador creo que voy a crecer mucho más y sobre todo con el nivel de jugadores que tiene Pucará y el staff técnico. Va ser muy bueno para mí en lo personal. Estoy feliz de ir a un club como Pucará y voy a poner todo de mi para seguir adelante, desarrollándome y aprender todo los días. Esto, sumado a trabajar al lado de Gustavo Jorge, habla de que estoy trabajando bien, me llena de orgullo. Como siempre digo…”El trabajo y el sacrificio siempre se ve en el resultado en cualquier ámbito que te desarrolles”.
Por Martín Quetglas / Jorge Búsico (La Nación)
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