Instalado en Dublín, donde actualmente forma parte del staff técnico del Terenure College RFC, Carlos Spencer sigue de cerca la realidad del rugby de Nueva Zelanda, impulsado además por el presente de su hijo Payton, jugador de los Blues. Sin embargo, lo que observa y escucha desde la distancia no lo deja tranquilo.
Criado en Levin y formado, como tantos jóvenes de su generación, entre pelotas ovaladas, el emblemático ex apertura de los All Blacks —conocido mundialmente como “King Carlos”— sostiene que la pasión histórica por el rugby ha dejado de ser dominante entre los chicos neozelandeses.
“El rugby de base atraviesa un momento realmente complicado en Nueva Zelanda”, señaló en una entrevista con The Rugby Journal. “Antes, muchos clubes tenían ocho o nueve equipos juveniles; hoy les cuesta armar cuatro. Cada vez menos chicos eligen el rugby, y muchos se inclinan por deportes que hoy les resultan más atractivos, como el fútbol o el baloncesto”.
Spencer agregó que la realidad del deporte cambió de manera profunda: “Hace veinte o treinta años, el rugby era la disciplina de mayor crecimiento. Ya no lo es. Ahora el básquet y el fútbol están por encima, y el rugby quedó tercero en Nueva Zelanda. El impacto de figuras como Steven Adams es enorme: mueve multitudes, inspira a los jóvenes… incluso hay gente que prefiere ver básquet antes que rugby de primera división, algo impensado en mi época”.
Consultado sobre si el tradicional sueño de convertirse en All Black sigue tan arraigado en los más chicos, Spencer fue contundente: “Ya no es así. Hoy existen muchas otras opciones para tener una carrera deportiva profesional, y además muchos padres están preocupados por la seguridad de sus hijos”.
Respecto al futuro del rugby en su país, el ex apertura se mostró cauto: “No sé si se puede volver a lo que era antes; no hay soluciones rápidas. El rugby neozelandés enfrenta varios desafíos importantes, y en Nueva Zelanda son conscientes de ello. Lo positivo es que, aunque seamos una nación pequeña, siempre habrá jugadores con un talento natural increíble”.
Tras una carrera brillante —35 tests con los All Blacks, casi 300 puntos internacionales, múltiples títulos provinciales con Auckland y tres consagraciones de Super Rugby con los Blues—, Spencer orientó su trayectoria hacia la dirección técnica. Pasó por Sudáfrica, Japón y Estados Unidos, y luego regresó a Nueva Zelanda para desempeñar distintos roles en Hurricanes, Blues Women y Black Ferns XV.
Su llegada al rugby de base irlandés, contó, se dio casi de manera casual: “Todo surgió a partir de una charla con un socio. En un momento mencionó la posibilidad de dirigir en Terenure; al principio parecía una broma. Después retomamos la conversación y pensé: ‘Si se acomodan algunas cosas, podría funcionar’. Cinco meses más tarde, estoy acá”.
El desafío de ser entrenador principal, en un entorno menos exigente que el profesional, lo terminó de convencer. “Siempre me sentí cómodo como asistente; no quería el estrés del rol principal. Pero este proyecto es diferente y me permite seguir creciendo. Ya tuve una experiencia como head coach con los Kings en Sudáfrica, sé lo demandante que puede ser”.
Hoy, a los 50 años, Spencer asegura estar motivado con esta nueva etapa: “Estoy muy ilusionado con lo que viene, con volver al rugby de base y dejar una marca en el club”.
The Rugby Journal








