En el rugby provincial, para la convivencia entre los clubes, la gente, a nivel de la superficie por lo menos, los movimientos, la toma de decisiones, también las opiniones están enmarcadas por un contrato, diríamos social, no escrito.
Que también tiene sus códigos que son los que en definitiva lo sostiene y además lo explica. Lo valioso es que si bien cualquiera puede romperlo o incumplirlo, por así decirlo, esto sucede muy de vez en cuando. Simplemente dicha decisión -la del no cumplimiento- sorprende, descoloca, al “romperse” individualmente, o en sociedad, lo establecido.
Algunos señalarán el vació legal y eso es peor. Porque no está prohibido empujar al scrum adversario y cuando éste se derrumba seguir empujando pasándolo por encima con el riesgo físico que eso representa. Tampoco los clubes están obligados a dar luz a la empresa que filmará el partido, es cierto. Esto aunque siempre –históricamente- la hayan proveído. Menos también, gaseosas, medias lunas u alguna otra cosa que señala un lector de córdobaxv.
Así los jugadores debería llevar los cubiertos y los platos para participar del tercer tiempo, esto entre otros tantos ejemplos que se podrían agregar a la poco feliz acotación de este señor. Se trata simplemente de aceptar las reglas, algunas no escritas como dije. Ni que hablar cuando ellas, las reglas, pertenecen al estatuto que rige y reglamente la vida del rugby provincial.
Lo imprudente, pienso, fue que la cuestión de la filmación, y difusión por canal abierto del partido de primera división entre Tala y La Tablada haya prosperado hasta provocar la denegación del mismo porque el hecho incumplía los reglamentos y que no haya sido “detenido” antes, cuando todavía transitaban el tramo de elaboración de la propuesta del proyecto.
En ese acto sí se rompió el contrato. Se ignoraron sus leyes y fue a sabiendas de que se las estaba incumpliendo. No hubo nadie en esa negociación que antepusiera a los intereses sectoriales y personales los de la convivencia entre el rugby y los hombres que lo practican: en el campo de juego y en los escritorios. El hecho de que se haya tenido que llegar al extremo de aplicar la ley es lo preocupante.
Eso me dio la pauta de que hay gente dispuesta a incumplirla y lo que es peor fue que luego esgrimieron argumentos pueriles como que el de la difusión. Mucho más daño le hizo al rugby que se difundiera dicha denegación. Aunque en realidad, con eso, se trató de representar el papel de mártir y no de aceptar la falta con el lógico pedido de disculpa. No, simplemente se cortó la luz. Pero el rugby tiene luz propia y seguirá iluminando a los miles de jugadores que lo practican.
Por Jorge “Corto” Mazzieri para CORDOBAXV
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