El homenaje a un hombre que dejo su marca en el rugby de San Martín Rugby Club de Villa María.
Venía de una familia de futboleros, pero con cierta inclinación al atletismo, hasta que se cruzó cuando no – con el gordo Morello, quien lo infectó con el virus del rugby que no abandonaría jamás, cumpliendo y respetando los puestos de combate que inexorablemente el tiempo nos señala.
Allá por los 50 y siendo adolescente ingresa al San Martín Rugby Club, fundado en 1934 Institución que ya tenía una historia dentro del deporte a partir de haber logrado el Primer Campeonato del Centro de la República disputando la final en Rosario por el 46 ganando frente a Estudiantes de Paraná.
Jugó entre los gordos como pilar en un extremo del scrum; en el otro se encontraba otro fenómeno Rubén Gringo Bonangelino. Esa primera línea se completaba con un hooker, no menos sensacional Petiso Jiménez, había que estar bien plantados par enfrentar ese trío.
El equipo jugó en Córdoba, luego por cuestiones inexplicables decae la actividad, se recobran, compiten en la Unión Riocuartense de Rugby, ganan el campeonato del 59, 60, luego el ascenso y vuelta a la primera División en Córdoba, siempre con el Negro David en la primera línea.
Los años, que no fueron pocos señalan su retiro, y comienza de su parte la devolución al rugby y al Club lo que el Rugby y el club le dieron; colaborador incansable, su presencia permanente en la cancha, como dirigente o hincha, pero siempre ahí. Cuatro veces vicepresidente del S.M.R.C. y luego Presidente.
Su paso por la dirigencia estuvo signado por la formación estructural de las divisiones inferiores y por la incorporación de las damas al Club mediante la práctica del Hockey sobre Césped, también con todas sus divisiones inferiores.
Toda una vida con el rugby, amigos, a montones, pesado de físico y pesado en el juego, había que bancarse su presencia el la cancha, pero en el tercer tiempo, un ser sensible, amigazo como pocos y de un espíritu envidiable, siempre de buen humor, difícilmente no se le escapara una sonrisa o una broma para recibir a quien llegara, que seguro lo conocía.
Nos dejó un ejemplo singular, no recuerdo sanción disciplinaria, leal en el campo de juego, su fortaleza lo eximió de recurrir a otras formas de práctica deportiva, leal en su vida, además como ha él le gustaba decir, con mi presencia de más de cincuenta años, que nadie me venga a decir que el rugby es de niños bien.
Lo que se ha dicho es verdad, los testigos, todos los que conocieron y disfrutaron de su bonhomía y su amistad.
Dr. Eduardo Miguel Bonoris
(Veterano del San Martín.R.C. y Pueyrredon.R.C. Mar del Plata)
Foto: Ilustrativa