El riocuartense Diego Galetto dialogó con Puntal desde Padova, a días de haber sido subcampeón del Top 10. Del cariño por su barrio y el recuerdo de Soles del Oeste a su rol de hombre experimentado en el Petrarca.
En el año 2012 el mundo era muy distinto. En Río Cuarto, Juan Jure y Miguel Minardi se disputaban la intendencia. José Manuel de la Sota era el gobernador de Córdoba. Cristina Fernández de Kirchner transitaba su segundo mandato y el dólar estaba a $ 4,82. River pasaba las de Caín en la B Nacional y Estudiantes sufría en el Federal B. Mientras eso sucedía, un Diego Galetto de casi 20 años jugaba sus primeros partidos en la Primera de Urú Curé y pateaba las calles del Buena Vista. “Ni en pedo pensaba que iba a estar donde estoy ahora”, dice el hoy jugador del Petrarca Padova, club con el que acaba de ser subcampeón del Top 10 italiano.
“En ese momento yo tenía la fantasía de que se podía dar, pero era muy difícil pensarlo en ese momento”, recuerda desde Padova un Galetto que está a punto de cumplir 29 años.
“Yo era consciente de que para irte a vivir y jugar afuera tenías que pasar por un proceso en el que yo no estaba por esos años”, explica el segunda línea. El recorrido en ese momento implicaba empezar a destacarse en el club, en el rugby de Córdoba e ingresar en los procesos de los seleccionados nacionales. “Yo tuve la suerte de que se me presentaran muchas oportunidades. Esto no quiere decir que lo que logré me lo regalaron, sino que supe aprovechar esas oportunidades”, indica y agrega que siempre tuvo que correr un poco de atrás, debido a los jugadores brillantes con los que le tocó compartir plantel.
El exhombre de Urú marca al 2015 como el año en el cual hizo el clic. “Entendí que tenía que aprender de los demás y eso me hizo tener un nivel superior al que venía teniendo”, señala. La figura de Diego Ghiglione, entrenador de La Lechuza, en ese momento, tuvo un rol crucial. “Él me dio mucha confianza. También es cierto que me ‘mataba’ en todos los entrenamientos. No había video en el que no me mostrara que había hecho algo mal. Cuando era más chico eso me molestaba mucho y me cerraba. A partir de 2015 entendí que si te dicen las cosas es porque ven algo en vos y se interesan. Eso me ayudó mucho a crecer”, remarca.
Pensando en esas oportunidades que supo aprovechar, aparece el Nacional de Clubes 2017. En ese certamen Urú cumplió un muy buen papel y quedó eliminado en un partidazo ante el poderoso Hindú. En ese momento, en el equipo de Don Torcuato jugaba el expuma Lucas Ostiglia. El Ruso quedó impresionado por lo hecho por Galetto en ese encuentro. Años después, el exjugador de la selección cumpliría un papel importante en la carrera del riocuartense. Siendo exjugador de Petrarca, fue una especie de puente para que el segunda línea tuviera su chance en Padova.
La llegada a Italia fue a principios de 2019 e implicó un cambio muy importante para el riocuartense. “El Diego que jugaba en Urú era mucho más temperamental. Se calentaba mucho más rápido, en cambio ahora se toma las cosas con mucha más tranquilidad”, resalta sobre lo que han generado en él estos dos años y medio en la península. Relata que cuando estaba en Río Cuarto necesitaba concentrarse el día antes del partido y no se desprendía de la adrenalina hasta dos días después. “No quería hablar con nadie. Sentía que eso me desenfocaba”, añade.
Ahora, la experiencia modificó bastante esas sensaciones. Cuenta que trata de mantenerse tranquilo y sólo se mete en el juego unos minutos antes de salir a la cancha. “Si lo hago antes, mentalmente me canso y entro al partido totalmente agotado”, detalla. Agrega que sucede lo mismo al terminar el encuentro: “Eso te lo dan los años. Vas viendo que, si bien hay partidos importantes, no dejan de ser eso. Son 80 minutos de un deporte en el que si vos dejás todo vas a estar tranquilo. Si sé que dejé todo, me puedo ir tranquilo perdiendo o ganando. Aprendí que, si juego una acción a la vez, sin preocuparme de entrada por los 80 minutos, todo fluye más”, dice Galetto.
Esa experiencia acumulada le sirvió para que esta temporada 2020/2021 fuera, según su percepción, la mejor desde que está en Italia. “Creo que se dieron varias cosas. Una de ellas es el tema del idioma, que ahora lo manejo mucho mejor. Después pasó que me sentí muy bien con el grupo. Me dieron la confianza y también mucha responsabilidad en el liderazgo del plantel”, comenta y precisa que, al ser uno de los más grandes, desde el cuerpo técnico le dieron la chance de transmitir su experiencia a los más jóvenes.
El cierre de la temporada lo encontró jugando la final ante el Rovigo y perdiéndola por tres puntos. “Nos quedamos con un sabor un poco amargo por cómo se dio. Hubiésemos preferido perder por 60 y no así, con un try sobre el final”, admite el segunda línea. De todas maneras, remarca que sí se quedó conforme con lo que hizo el equipo. “Por otro lado, quieras o no, de todo se aprende. Yo perdí finales con Urú y creo que esas derrotas ayudaron a ganar otras. El estar ahí, a pesar de no ganar, te da una experiencia que te permite ir de otra manera a la próxima”, puntualiza Galetto respecto de las conclusiones que sacó luego de la final.
Para llegar a ese subcampeonato, la temporada ofreció bastantes dificultades. Galetto destaca que el inicio del certamen fue complejo. Primero, porque el plantel tuvo un recambio muy importante. Segundo, debido que el coronavirus hizo de las suyas y tuvieron 29 casos al comienzo del torneo. “Eso hizo que empezáramos muy mal la temporada. Después nos fuimos acomodando y el grupo se afianzó muchísimo. Fue muy exigente porque hubo que recuperar todos esos partidos y jugamos mucho y en pocos días. De todas maneras, quizás fue una ventaja que se hayan dado todos juntos al comienzo, porque después pudimos estar tranquilos y no sufrimos más por ese tema”, cuenta el riocuartense.
A menos de un mes de convertirse en padre, el futuro de Galetto está en Padova. “Es nuestra segunda casa. Estamos muy cómodos acá y hoy no tenemos pensado ningún cambio. Es una elección de vida, no sólo por mí, sino por mi familia. Yo no soy de planificar a largo plazo y la pandemia nos demostró que todo puede cambiar y lo planeado se te puede derrumbar”, comenta sobre el futuro. Tiene contrato para seguir en Petrarca y su idea es quedarse allí en Italia.
Más allá de esa decisión, cuando habla sobre el Buena Vista, barrio en el que se crio, a través del monitor se puede ver cómo se dibuja una sonrisa especial debajo de su bigote. “Uno por ahí dice que se vive mejor en otro lado. Hay lugares que son más lindos o no. Yo creo que es muy difícil largar el lugar donde vos creciste. Yo fui muy feliz en esas calles. A mí me gustaría volver a vivir allá, pero por ahora no está en los planes”, afirma.
Algo similar le sucede cuando habla de lo que vivió en Urú Curé. “Extraño jugar con mis amigos. Los viajes con ellos. En la previa de las semifinales me puse a ver las semifinales y la final de Urú en Alta Gracia. La actuación de Gaspar Oberti fue emocionante. Ver a tu amigo jugar de esa manera es una locura. Cuando vos estás adentro, por ahí no te das cuenta de lo que es jugar con tus amigos de toda la vida con una camiseta que querés mucho. Es difícil explicar ese sentido de pertenencia. Ojalá un día pueda volver a jugar con mis amigos”, expresa el segunda línea.
Mientras descansa después de una gran temporada, Diego Galetto se prepara de cara a lo que será una experiencia bien fuerte y ocurrirá afuera de la cancha. En aproximadamente un mes, se convertirá en papá, con lo cual la pretemporada tendrá emociones y tareas extras.
Por Agustín Hurtado
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